La presencia de Irán en América latina enciende alarmas en los Estados Unidos. El peligro de crear una zona de riesgo regional. El recuerdo de la Guerra Fría y las intervenciones de Washington. Fantasmas que se avecinan.
Muchos de los jóvenes de hoy nacieron bajo las banderas de la democracia y no conocieron otra, sino la que se les antepuso a sus ojos. Nacieron lejos de conflicto que en la década de los años 50, 60 y parte de la década de los 70 planteaba la Guerra Fría; un mundo bipolar en el que las dos potencias militares se disputaba la supremacía planetaria. Desde distintas visiones eso que sucedió en la entente se vivió de una u otra manera en el resto de los países que comulgaban con uno de los dos ejes de poder. La realidad enseña sin embargo a plantear alternativas y estar preparados cuando se produzcan vertiginosos cambios. Es lo que puede estar ocurriendo en este preciso momento. Revisando el legado de la propaganda americana de los años 60 resulta inobjetablemente claro que se peleaba más que por la influencia en áreas del planeta por una visión encuadrada en la ideología de uno de esos dos polos. En América latina el fenómeno fue alentado por la teoría de la Seguridad Nacional que polarizo la región como reflejo del enfrentamiento ideológico entre capitalismo y comunismo. Los golpes militares en la década de los 70 marcaron el escenario de la bipolaridad latinoamericana. En aquella época funcionó la Escuela de las Américas de donde salieron plasmados los conceptos básicos de defensa militar para evitar que el comunismo penetrara por las puertas del área de influencia.
La Guerra Fría planteaba esa dualidad, de allí la bipolaridad que nuestros jóvenes conocen hoy en día como una transformación en la personalidad de una persona; hasta ahí han llegado los conocimientos, que en realidad agrupan espacios aislados eludiendo el principio etimológico que dio origen a esa palabra. El mundo de la bipolaridad planteaba agrupar zonas de influencia. Peleaban en el escenario norteamericanos y soviéticos. A falta de la bipolaridad de los años de la Guerra Fría lo que hoy se presenta “es la intensidad con que varios gobiernos latinoamericanos se han acercado y, en algunos casos, asociado a Irán. El hecho no debería generar mayores sorpresas puede producir la reiteración, en menor escala, de algunos de los dramas que asolaron a nuestra región durante décadas. Decenas de miles murieron y desaparecieron, la violencia se difundió en nuestros países y los autoritarismos gobernaron. Esta etapa tenebrosa fue el resultado de la convergencia de un conjunto de razones nacionales, pero la dimensión que alcanzó sólo se explica por la intervención exterior en nuestros países”. Las líneas de encima han sido extractadas de un artículo publicado por el ex canciller argentino Dante Caputo, del semanario Perfil.
El ex canciller Caputo se refiere a la intervención de los Estados Unidos en esta parte del mundo para evitar la presencia del comunismo internacional. Cuando señala que miles murieron se refiere a los sangrientos golpes militares en Chile, Argentina, Brasil y en menor grado en el resto de los países de América latina; Bolivia, Perú, Paraguay, Venezuela. El mismo Caputo señala que “los peligros de hoy no tienen la dimensión de aquellos que los Estados Unidos percibían en los años de la Guerra Fría. Pero, si durante los últimos veinte años el águila miró hacia el este, pareciera que la ignorancia y la irresponsabilidad están atrayendo su atención hacia el sur. Durante estos años, la presión de los Estados Unidos en la región fue notoriamente menor que la que tuvimos en las décadas anteriores, lo cual se tradujo en mayor autonomía para varios países”.
Con Chávez en la tumba los hilos han quedado colgados de manera perpendicular. Bolivia, valga el ejemplo, es gobernada hace casi una década por los movimientos sociales que ripiaron el camino con un slogan bastante difundido durante la Guerra Fría: “Yankees Go Home”. Si bien no con las mismas palabras el resultado viene a ser casi el mismo. El enemigo está agazapado en el Norte. “La cuestión de las políticas de seguridad regional estadounidenses y su impacto en nuestra vida está lejos de ser aprehendida y, menos aún, entendida por la opinión pública y gran parte de sus dirigentes. Esto sucedió en el pasado cercano y está presente en la interpretación de nuestra actualidad”, dice Caputo
A qué se refiere el ex canciller argentino. Vemos: Desde el comienzo de la Guerra Fría, hacia 1947, hasta el desmembramiento y derrumbe del bloque soviético que comenzó con la Perestroika de Mijael Gorbachov (hoy por hoy uno de los más importantes y bien pagados conferencistas del planeta) que culminó con la caída del Muro de Berlín en XXXXX, los enfrentamientos entre los Estados Unidos y la Unión Soviética tuvieron serias consecuencias en América latina. “No exagero diciendo que gran parte de nuestras historias nacionales estuvieron fuertemente marcadas por las tensiones, hostigamientos y, en ciertos casos, por los conflictos abiertos entre los dos bloques”, afirma Caputo.
Él no se refiere a las intervenciones directas de los Estados Unidos en nuestros países, sino a las luchas intermediadas entre el Oeste y el Este que se expresaron a través de protagonistas nacionales. “La insurgencia armada se difundió casi simultáneamente en varios países de la región, lo que estuvo lejos de ser una casualidad. Detrás de los grupos locales que la promovieron, existió una concepción estratégica, financiamiento y entrenamiento en los que cubanos y soviéticos jugaron un importante papel”.
Eso por un lado, por el otro, de acuerdo al ex canciller argentino los “Estados Unidos promovieron activamente las prácticas del terrorismo de estado, entrenaron a los militares, financiaron sus acciones y, lo más importante, motorizaron las alianzas entre militares y los grupos locales de poder concentrado para crear una firme barrera a la penetración comunista”.
Ambos fenómenos tenían algún parecido en la práctica, ya que la insurgencia armada promovida por cubanos y soviéticos y el terrorismo de estado propiciado por EEUU involucraron a actores locales; por lo tanto, no resulta extraño sus patrones de organización y acción, como tampoco la dimensión de los sucesos, si no se ubica en el marco del conflicto mundial.
Varios países de América latina fueron golpeados por este enfrentamiento. Los Estados Unidos formaron a buena parte de los represores latinoamericanos, quienes a su vez sirvieron de maestros de esa siniestra espertise. En la punta del iceberg la Contra nicaragüense, en Honduras. Según Caputo, esos grupos a su vez promovieron “las alianzas entre grupos económicos locales y las cúpulas militares golpistas. Por su lado, Cuba formó en su territorio a parte de los grupos insurgentes que actuaron en Bolivia, por ejemplo, en la guerra de guerrillas con el Che Guevara a la cabeza, para irradiar la revolución al resto de los países latinoamericanos. “El ex jefe de la inteligencia cubana, Manuel Piñeiro, me relató con detalles y anécdotas las historias de esa preparación, que por supuesto es negada u ocultada por quienes formaron parte de esos grupos insurgentes”, recuerda Caputo.
Por eso el autor de la nota recuerda que “en aquellos años, la Guerra Fría, la vivíamos nosotros, aquí, en nuestros territorios. No fue la historia de otros, fue la nuestra. En la política exterior que dirigí, la prioridad fue evitar que esa situación se repitiera. Allí se jugaba en gran medida la estabilización democrática de nuestro país. Notablemente, a pesar de haberlo reiterado, nunca el tema fue tomado por la prensa”. Es obvio que Caputo se refiere a que una penetración de esas dimensiones, es decir, las intervenciones no son fantasmas del pasado y pueden volver a suceder: El comentario utiliza el pasado para explicar los peligros del presente.
“Luego de varias décadas durante las cuales las cuestiones de seguridad no atrajeron la atención de los Estados Unidos, vuelven ciertas condiciones para que esa tranquilidad relativa se altere. Esta vez es Irán, que se ha convertido en un tema importante en términos de seguridad en la relación entre los Estados Unidos y la América latina”, explica Caputo. La penetración iraní ha sido burbujeante para trazar las relaciones que los países del bloque chavista diseñaron en su estrategia geopolítica. No es un secreto para nadie y es más bien un escenario ampliamente comentado de que peligrosos grupos terroristas como son Hezbolá y Amas han asentado presencia en Venezuela y de ahí irradian permanentes focos de tensión aliados con grupos armados y del narcotráfico. Una combinación explosiva.
En este punto el ex canciller argentino hace una profunda diferenciación. Dice: “Usted quizá recuerde que en varias ocasiones insistí sobre ese peligro. Sobre todo, cuando el problema era generado por nosotros mismos. No es que lo vimos venir, como en la época de la Guerra Fría; más bien, lo mandamos traer.
El razonamiento del diplomático ahora puede ser probado. Hace pocas semanas, el Congreso de los Estados Unidos aprobó una ley en la que pone en marcha el sistema de seguridad para detener lo que entiende es el avance iraní en América latina. H.R. 378 (112th): Countering Iran in the Western Hemisphere Act of 2012.
Es importante revisar algunos de los párrafos más relevantes de esta norma. “La importancia de la ley. -asegura Caputo- es porque ella constituye un dato relevante que guiará parte de la política de los Estados Unidos hacia nuestra región. Puede gustar o disgustar, pero esto no altera la realidad: la gestación, por ahora en pequeña escala, de una segunda versión de la doctrina de la seguridad continental”. El artículo segundo de los considerandos dice: “Irán está avanzando en la cooperación con América latina a través de la firma de acuerdos económicos y de seguridad, con el objetivo de crear una red de relaciones diplomáticas y económicas que disminuya la presión de las sanciones internacionales…”.
Continúa, en los párrafos siguientes, destacando los vínculos entre Hezbolá e Irán, a quien considera el país promotor de esa organización. Identifica a la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán como la fuerza que entrega a Hezbolá fondos, armas, inteligencia y apoyo logístico. La organización armada libanesa es descrita como “el grupo terrorista más desarrollado y capaz del mundo”.
En el considerando número seis se lee: “De acuerdo con el Departamento de Defensa, la Guardia Revolucionaria Islámica tuvo un papel significativo en algunos de los más mortíferos ataques terroristas en las dos últimas décadas, incluido el ataque de 1994 a la AMIA…”. Luego, se afirma que “Irán ha aumentado notoriamente sus misiones diplomáticas a Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Argentina y Brasil. Ha construido diecisiete centros culturales y mantiene once embajadas, seis más que en 2005”.
El texto, finalmente, en su parte resolutiva instruye al Departamento de Estado para que en el término de 180 días elabore un informe que determine las amenazas que representa Irán para los Estados Unidos a través de su presencia en la región y elabore un plan para detener la “presencia hostil iraní en el área”.
Lejos de la ficción, pocas cosas más reales que esta historia y sus derivaciones. Sobre los hechos del pasado se puede alegar ignorancia o error en la interpretación de la realidad. Para el presente no hay excusas, quien entre en esta tormenta ya sabe en medio de qué furias deberá navegar.
Argentina
Hace un par de meses el Gobierno presidido por Cristina Kirchner abrió paso a un arreglo con el Gobierno de Teherán para crear una “comisión de la verdad” que investigará el atentado contra el centro judío Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), ocurrido en Buenos Aires en 1994, en el que murieron 85 personas y 300 resultaron heridas. La sesión parlamentaria en la que se analizó el acuerdo se produjo en medio de un ambiente tenso, después de que el Gobierno realizó una maniobra para obtener el número de votos necesarios para aprobar la medida. Para analistas internacionales, resulta contradictorio que Irán, país apuntado por las investigaciones como uno de los principales promotores del atentado contra la sede judía en Buenos Aires, sea parte coadyuvante en el esclarecimiento de un hecho que ha permanecido hace casi 20 años en el olvido. Mientras que Irán niega cualquier relación con el ataque, los funcionarios judiciales argentinos acusan a la república islámica de participación. La
Justicia de Buenos Aires desde 2006 reclama la extradición de ocho iraníes por el atentado, entre ellos el actual ministro de Defensa, Ahmad Vahidi, el ex presidente Alí Rafsanjani (1989-1997) y el ex canciller Ali Akbar Velayati. En 2007, las autoridades argentinas recibieron las órdenes de arresto de Interpol para cinco iraníes, entre ellos el ministro Vahidi, y un ciudadano libanés acusado de haber ayudado a planificar el ataque contra el centro judío AMIA. Sin embargo, Irán se negó a entregar a los acusados.
Venezuela
El gobierno de Hugo Chávez financió con modos diversos varios proyectos económicos encubiertos entre su Gobierno, Argentina y Teherán. De acuerdo al diario argentino Clarín Chávez ordenó financiar millonarios proyectos con un fondo chino-venezolano, que se inscribe en una tradición de negocios poco transparentes entre los gobiernos de los Kirchner y Chávez, que generaron denuncias de la oposición e investigaciones de la Justicia.
Siempre de acuerdo a Clarín el 24 de junio del 2010, el ministro venezolano del Poder Popular para Ciencia, Tecnología e Industrias
Intermedias, Ricardo Menéndez, le envió a Chávez un documento en el que evaluaba la marcha de los acuerdos “de la República
Bolivariana de Venezuela con la República Argentina y la República Islámica de Irán”.
El proyecto consistía en el financiamiento de la instalación de fábricas argentinas e iraníes en Venezuela. El proceso se inscribía dentro del llamado “Plan 200 fábricas socialistas”. Las compañías argentinas que abrieron sucursales venezolanas con apoyo económico de Chávez se dedicaban en aquel momento al procesamiento de alimentos y a la metalurgia volcada a la producción petrolera. Las fábricas iraníes tenían objetivos similares.
De acuerdo al documento el ministro Menéndez le contó a Chávez que debía “actualizar los recursos financieros para garantizar el cronograma de trabajo”. En el escrito se especifica que los convenios de financiamiento de las fábricas de Argentina e Irán fueron negociados en forma separada con las “embajadas y equipos técnicos” de cada país. Chávez accedió al pedido y liberó fondos millonarios para esta cuestión.
Incluso escribió a mano de dónde se debía sacar el dinero para avanzar con el plan: “Bs 645.487.766,38 + US$ 14.253.455, todo esto del fondo chino venezolano”, señaló con letra imprenta. El escrito enumera cuáles son las primeras fábricas argentinas que ya se habían instalado en Venezuela gracias al aporte de fondos del Gobierno de ese país.
Entre otras, se menciona a “Kariña”, una recuperadora de tuberías petroleras; y a “Cerro La Gloria”, dedicada a la transformación de cereales, oleaginosas y vegetales. Se enumera además cuáles serán
las otras firmas que gracias al nuevo financiamiento aprobado por Chávez se instalarían en Venezuela. También se nombra a seis fábricas de Irán que estaban trabajando en el país caribeño en ese momento. A los pocos meses, esas compañías persas quedaron bajo sospecha de EE.UU.
El 8 de julio de 2011, un grupo de legisladores de EEUU le envió una carta a la entones secretaria de Estado, Hillary Clinton: le pidieron que investigue si a través de Venezuela la Argentina había iniciado negociaciones de cooperación nuclear con Irán. Los legisladores Ileana Ros-Lethinen, Connie Mack y David Rivera, le dijeron a Clinton que tenían información de que en 2007 el presidente de Irán, Mahmud Ahmadinejad, había pedido a Chávez “interceder ante Néstor Kirchner para cambiar la política de Argentina para permitirle a Irán tener acceso a tecnología argentina (en materia nuclear)”.
La sospecha de los congresistas era que las fábricas de Irán financiadas por Chávez eran en realidad una pantalla para realizar acciones conjuntas sobre energía nuclear.
Argentina negó tener relaciones con Irán en ese sentido. Pero, efectivamente, Cristina Kirchner se acercó a Ahmadinejad para negociar el acuerdo sobre el atentado a la AMIA.
Bolivia
Irán ha abierto en Bolivia una legación diplomática y ambos gobiernos se alistan a intensificar varios acuerdos de comercio y de cultura. En el plano militar en junio de 2011 visitó el país el ministro de Defensa iraní Ahmad Vahidi, que se hospedó en un hotel de 5 estrellas en la ciudad de Santa Cruz y al día siguiente participó en los festejos del Colegio Militar de Aviación. Vahidi es uno de los acusados en la causa AMIA y sobre él pesa una orden de captura internacional.