La pesada carga de la educación sexista

0
338

Las consecuencias de una educación no igualitaria

Las últimas investigaciones presentadas en el encuentro anual de la Sociedad de Personalidad y Psicología Social (SPSP) en Nueva Orleans a inicios de 2013, sugieren que los estereotipos de género prevalecen desde la infancia y pueden ser determinantes en las aspiraciones sociales y laborales de las mujeres y niñas. Este estudio, centrado en la brecha de género en el mundo laboral, investiga variables desde “cómo hombres y mujeres entienden su rol en el ámbito doméstico”, hasta “cómo los estereotipos de género influyen en las actitudes de las niñas a la hora elegir hasta una carrera u otra”.

“Incluso aunque nos parezca que las mujeres han conseguido grandes avances en el mundo laboral, continúan siendo muy altos los porcentajes de mujeres que prefieren abandonar sus carreras u optar por empleos de menor prestigio profesional, para conseguir empleos con mayor flexibilidad horaria”, explica Bernadette Park de la Universidad de Colorado Boulder.

Cuando la mujer tiene poder en el hogar

Según Melissa Williams, de la Universidad Emory, “cuando la mujer tiene un mayor poder de decisión en el ámbito doméstico, a menudo no siente la necesidad de ascender profesionalmente o de optar por un trabajo a jornada completa, incluso sin ser consciente de ello”.

En las encuestas realizadas durante el estudio se reveló que mientras para los hombres disfrutar de poder de decisión en el ámbito doméstico no era un asunto que pudiera afectarles a la hora de perseguir su objetivos profesionales, para las mujeres sí era una cuestión que podía condicionar su futuro profesional. Según las investigadoras este hecho se debe a que el lenguaje que usamos para hablar de las tareas del hogar es inconscientemente más atractivo para las mujeres y es percibido de manera distinta por los hombres debido a las conductas sociales adquiridas, lo que implica que las elecciones de las mujeres no sean tan libres como ellas creen.

Madre y trabajadora

Según este estudio, las mujeres que trabajan fuera del hogar y además han de lidiar con las labores domesticas y el cuidado de los hijos sufren muchas más crisis de identidad que los hombres: ¿qué soy una madre o una profesional?

La razón principal de esta dinámica, explica Bernadette Park, se debe a que “los estereotipos que definen a la mamá ideal, entran en conflicto directo con la definición de lo que se supone es un buen trabajador y más específicamente, un buen profesional. Este hecho no se da con la definición del papá ideal, pues sucede todo lo contrario: parte del hecho de ser un buen papá, es tener éxito en el aspecto profesional.”

Las investigaciones revelan así que las mujeres una vez han sido madres sufren un conflicto de identidad, que no sufren los hombres, a la hora de conciliar vida laboral y personal, y que en muchos casos, las mujeres responden a las críticas y/o los fracasos profesionales reafirmando su identidad como madre, y restándole valor a su identidad como profesionales.

En conclusión y como era de esperar, el estudio reveló que por muy ambiciosas y prometedoras que sean sus carreras profesionales las mujeres están más dispuestas a dejarlas, a aceptar trabajos con menos horas y menos prestigio, para atender a su familia.

Aprendiendo los roles de género

Los estudios demuestran que las madres que trabajan fuera del hogar continúan haciéndose cargo de muchas más tareas domésticas que los hombres. Esta división desigual del trabajo afecta a los hijos incluso aunque los padres traten de educarles de forma no sexista.

“Cuando se trata de aprender, las acciones y actitudes inconscientes, son más fuertes que las palabras”, afirma Toni Schmader de la Universidad British Columbia. “Los padres tratan de enseñar a sus hijos e hijas que pueden ser lo que quieran, sin embargo, al continuar con la división tradicional de los roles de género en casa, estarán haciendo que sus hijos e hijas interioricen estas actitudes sexistas y no otras.

Estos resultados se obtuvieron a partir de cuestionarios completados por 196 niños y 167 niñas de entre 7 y 12 años y al menos uno de sus padres. Las preguntas hicieron referencia a la contribución de los padres y madres en las tareas domésticas y el trabajo remunerado; y a los niños y niñas, sobre sus preferencias musicales, televisivas, de ocio, etc., así como por sus aspiraciones de futuro. El resultado mostró que a pesar de que los padres no lo hicieran de forma explícita, su comportamiento sexista sí afectaba sus hijos, y especialmente a las niñas, quienes presentaban preferencias típicamente estereotipadas.

Es decir que si las madres eran quienes se ocupaban del cuidado de los hijos y de las tareas domésticas, los hijos aprendían esta división del trabajo como válida y las niñas respondían actuando antes que los niños, como hacían sus madres.

Estas encuestas también desvelaron que no hemos avanzado mucho en la igualdad de género respecto a las tareas domésticas pues la mayoría de las mujeres encuestadas, incluso las que trabajan fuera del hogar, presentaban más tareas domésticas y cargas familiares que no sus compañeros.

La novedad

Esta investigación descubrió que al contrario de lo que se cree, el factor más determinante para el comportamiento de las niñas no es el ejemplo que ofrece su madre, sino su padre. Las hijas de padres no sexistas no respondían a los tópicos de género en sus actitudes: en vez de jugar con muñecas o preferir siempre el color rosa, estas niñas presentaban intereses más amplios, que coincidían en muchas ocasiones con las preferencias de los niños.

Las psicólogas explicaban esta dinámica aduciendo que “es el padre quien proyecta con su conducta el tipo de mujer que espera que la niña sea. Si el padre potencia un comportamiento estereotipado femenino, esto es lo que la niña aprende”.

Las investigadoras profundizaron en su estudio y descubrieron que la amplitud de los intereses es uno de los condicionantes de la elección del futuro profesional: “jugar con muñecas en vez de jugar a ser mecánico, puede condicionar el futuro interés por las carreras más científicas”, explicaban. De hecho en la adolescencia estas tendencias se marcaban más, reflejando menos implicación de las mujeres en materias como matemáticas o informática.

Las niñas y las ciencias

Dada la sub-representación de las mujeres en áreas como las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas, este grupo de investigadoras llevó a cabo un estudio con la intención de hacer a las niñas sentirse cómodas en materias relacionadas con las anteriores. Este estudio reveló que, cuando los materiales y los discursos utilizados en las clases eran neutrales e igualitarios, las niñas sentían un mayor grado de inclusión e interés en el campo de las ciencias. Dinámica que no afectó las preferencias de los niños en absoluto.

“Dado el bajo coste de hacer más fácil el acercamiento de las niñas a las ciencias y que la dinámica no afecta de forma negativa a los niños, inspirar a las chicas para que entren en el campo de las ciencias es una tarea crítica si se quiere contribuir a la disminución de la brecha de género en el mundo de la innovación tecnológica”, aseveró Sapna Cheryan de la Universidad de Washington.

A nadie se le puede escapar ahora, cuán importante es ofrecer una educación no sexista a sus hijas e hijos y abogar por que la educación pública también lo haga.

 

United Explicanations

Fuente: http://www.unitedexplanations.org