BRICS: atando cabos frente al dólar

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Bajo la convocatoria del G-20, el BRICS (acrónimo formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) se reunió a inicios de setiembre en San Petersburgo y coincidió en la urgencia de concretar la implementación de un “Acuerdo de Contingencia de Reservas” toda vez que sus monedas se han depreciado drásticamente frente al dólar.

De enero a agosto el real (Brasil) se depreció 17.4 por ciento, el rublo (Rusia) 8.4 por ciento, la rupia (India) 17.2 por ciento y el rand (Sudáfrica) veinte por ciento. La excepción es el yuan (reminbi) de China, con una ligera apreciación de 2.4 por ciento durante el mismo periodo.

La depreciación de las monedas se produce por efecto del alza de las tasas de interés de largo plazo en Estados Unidos a causa del ultimátum indefinido de la Reserva Federal de abandonar su programa de estímulos monetarios por 85,000 millones de dólares al mes.

El Acuerdo de Contingencia de Reservas quedaría constituido por 100,000 millones de dólares, con aportes de China (41,000 millones), Rusia, India y Brasil (18,000 millones cada uno) y Sudáfrica (5,000 millones). Con esto, el bloque busca crear una red de seguridad financiera que dadas sus barreras geográficas resista mejor los efectos de la volatilidad del dólar. De otro lado, si bien sus recursos resultan muy limitados -41.67 por ciento si se lo compara con la Iniciativa Chiang Mai (China, Japón, Corea del Sur y diez economías de la ASEAN) de 240,000 millones de dólares- a diferencia de esta última, el Acuerdo de Contingencia de Reservas del BRICS parece alejarse del paraguas del FMI al prescindir de su aval para otorgar préstamos a sus miembros.

El BRICS posee reservas internacionales en abundancia: Brasil 371,966 millones de dólares, Rusia 512,834 millones, India 287,987 millones, China 3.5 billones y Sudáfrica 47,320 millones. En conjunto alcanzan un monto de casi cinco billones de dólares. Con dieciséis por ciento de estas reservas (800,000 millones de dólares), su Acuerdo de Contingencia de Reservas rebasaría los fondos totales del FMI. Inédito.

No obstante permanecen inconclusos los términos en que dicho Acuerdo sería extensivo a países no miembros del BRICS y, en los casos de préstamos, las condicionalidades requeridas. Por el lado del fomento a la inversión productiva, la implementación del “Banco BRICS” (en apoyo a proyectos de infraestructura) está detenida. Todo indica que las negociaciones de esta iniciativa -impulsada por India- serán retomadas en la VI Cumbre BRICS a realizarse en Fortaleza, Brasil, en 2014; luego de haberse definido su capital inicial en Durban, Sudáfrica, en marzo de este año por un monto de 50,000 millones de dólares.

De otro lado, los programas de estímulo monetario de la Reserva Federal apuntalan indirectamente el crecimiento volátil de las economías emergentes a través de la “Gran Banca” (Systemically Important Financial Institutions, SIFIs) mediante el movimiento de flujos de capital de corto plazo por diferenciales de tasas de interés. El final del uno traerá consigo el final del otro. A diciembre de 2011, el saldo total de los capitales de corto plazo ingresados a América Latina desde el resto del mundo sumaba 844,868 millones de dólares. En sentido inverso, la advertencia del final de los estímulos monetarios en mayo de este año por el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, impactó sobre la salida de divisas de las economías emergentes, obligando a los bancos centrales a intervenir para frenar la depreciación de sus monedas frente al dólar con pérdidas de reservas calculadas en 81,000 millones de dólares, de acuerdo con el banco francés Societé Génerale.

Hay que recordar que además de los programas de la Reserva Federal de apoyo al dólar están los del Banco de Inglaterra de apoyo a la libra, del Banco Central Europeo de apoyo al euro y del Banco de Japón de apoyo al yen. Este último, de reciente creación en marzo, tiene la misma vitalidad que el norteamericano y ha resultado en una recuperación del crecimiento económico japonés en el segundo trimestre del año.

Por esta razón, Christine Lagarde, directora gerente del FMI, señaló durante su intervención en el Simposio anual sobre política monetaria en Jackson Hole, la tercera semana de agosto: “En comparación con la política monetaria tradicional, las políticas monetarias no convencionales de los últimos años han sido más ambiciosas y más amplias. Gracias a estas medidas excepcionales, el mundo no se precipitó hacia otra Gran Depresión”. Y añadió: “Las autoridades mundiales -todas, dentro de los países y entre países- tienen la responsabilidad de llevar a cabo la totalidad de las medidas necesarias para restablecer la estabilidad y el crecimiento, y reducir los desequilibrios”.

Las inyecciones masivas de liquidez constituyen un arma de doble filo. Al mismo tiempo que lograron evitar un escenario mundial de depresión con deflación, no existe evidencia de que resuelvan el problema de la falta de empleo en general ni el elevado nivel de concentración de capital del sector financiero. El total de activos de los diez bancos estadounidenses más grandes pasó de 8.1 billones de dólares a casi once billones entre 2007 y 2013 de acuerdo con la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés).

Tras cumplirse cinco años de la quiebra de Lehman Brothers (15 de setiembre de 2008), la economía mundial permanece sin recuperación sostenida en el G-7 (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Japón, Italia y Canadá) y ahora observa una desaceleración en las economías emergentes. El 18 de setiembre, la Reserva Federal redujo su previsión de crecimiento de la economía estadounidense para 2013 a un rango de entre dos y 2.3 por ciento, desde 2.3 y 2.6 por ciento prevista en junio, mientras la inflación se mantiene por debajo del objetivo fijado de dos por ciento.

En un cambio de timón, Bernanke anunció que va a mantener su estímulo monetario y, previendo este giro, se ha observado entre mediados de agosto y mediados de setiembre un cambio de tendencias de los flujos de capital de corto plazo hacia las economías emergentes que podría revertir en parte el proceso de depreciación cambiaria y empujar de nueva cuenta el precio de los commodities.

Está claro que no se puede confiar en que la Reserva Federal inyecte liquidez de manera ininterrumpida. Al revés, hay certeza que dejará de hacerlo. Pero, ¿cuándo? Los efectos sobre las economías emergentes ya se han puesto en evidencia. Posiblemente esto se encuentre detrás del retiro del asociado de Wall Street y ultra ortodoxo Larry Summers de la candidatura a la presidencia de la Reserva Federal. Se rumora que Janet Yellen, discípula de Joseph Stiglitz, será el relevo en el cargo a partir de enero de 2014. Sus opciones son las mismas, sus tiempos son distintos.

Es momento de definiciones globales. Tomando como referencia el tamaño de la economía combinada del BRICS de catorce billones de dólares (podría rebasar a Estados Unidos para 2015 de mantenerse las tendencias) y su contribución de cincuenta por ciento al crecimiento del PBI mundial durante 2012, de acuerdo con cálculos del FMI, resulta razonable que el presidente ruso Vladimir Putin aspire a convertirlo en “un mecanismo de cooperación estratégica completa que permita buscar en conjunto soluciones a problemas clave de la política global”.

No obstante, las buenas intenciones resultan insuficientes en tiempos de crecientes dificultades en la economía mundial. El eje de la cooperación debiera estar dirigido a estrechar los nexos de complementariedad intra-BRICS de forma acelerada para facilitar una mayor resiliencia del bloque pentapartita frente a los bandazos del dólar gestionados desde la Reserva Federal. La experiencia del actual primer ministro de India, Manmohan Singh, como director ejecutivo del South Centre en la década de los ochenta y autor intelectual del informe Reto para el Sur, publicado en 1990, contribuirá en buena medida hacia ese objetivo.

Oscar Ugarteche, economista peruano, coordinador del Observatorio Económico de América Latina (OBELA), Instituto de Investigaciones Económicas, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Ariel Noyola Rodríguez, miembro del proyecto OBELA.