¿Por qué los desastres naturales matan a más mujeres que a hombres?

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Los desastres naturales tienen consecuencias nefastas para las sociedades que los sufren tanto en términos sociales como económicos. Y es que según los estudios de nombrosas organizaciones humanitarias, por cada dólar invertido en la preparación para desastres, se ahorran de 2 a 10 dólares que serían gastados en la respuesta humanitaria si un desastre natural sacude a una comunidad, región, país o conjunto de países.

Por supuesto, la verdadera tragedia de los desastres naturales no son las pérdidas materiales o económicas, aunque éstas afecten en mucho la capacidad de supervivencia y recuperación en el corto y medio plazo de una sociedad.

La verdadera tragedia en los desastres naturales es la pérdida de vidas humanas.

En el tsunami que en 2004 sacudió las costas del sureste asiático, por ejemplo, se perdieron más de 300,000 vidas. Fue uno de los desastres naturales más importantes de la década. Este tsunami fue una de las catátrofes más singulares que han sucedido en los últimos años. Y una de las razones es la siguiente:

Los equipos de respuesta humanitaria que acudieron a la zona donde se produjo la devastación se dieron cuenta de un hecho que ha cambiado la forma en que muchas organizaciones internacionales llevan a cabo la preparación a desastres: en el tsunami del sudeste asiático murieron muchas más mujeres que hombres.

¿Cuáles fueron las causas? ¿Se trató de un caso puntual o es una tendencia en los desastres naturales que la comunidad humanitaria no había detectado aún? Y lo que es más importante: si es verdad que los desastres matan a más mujeres que hombres, ¿cómo se puede evitar que la tendencia se repita?

¿Por qué mueren más mujeres que hombres en muchos desastres naturales?: roles de género y capacidad de supervivencia

Un informe de Oxfam internacional publicado apenas unos meses después del Tsunami desveló la magnitud de la desigualdad entre victimas hombres y mujeres: el número de víctimas mujeres era 4 veces mayor que el de los hombres.

En Indonesia, el país más afectado por el desastre, el estudio mostró que en ocho poblaciones de la zona de Aceh Norte el 77% de las personas fallecidas eran mujeres. En la población más afectada de esta zona, Kuala Canghoy, la tasa de mujeres muertas se elevó al 80% del total.

Las razones que explican esa desigualdad fueron, dice el informe: “algunos casos, el mayor número de muertes de mujeres fue debido a que éstas estaban en sus hogares o en la orilla del mar, esperando a los cargamentos de pesca en el momento del desastre. En cambio los hombres se encontraban en los campos, o en mar adentro pescando, por lo que no sufrieron apenas las consecuencias del tsunami, que golpeó con muchísima fuerza las costas”.

El estudio remarca otra gran razón que explica la diferencia entre número de muertos hombres y mujeres: “la inmensa mayoría de mujeres y niñas en dichas zonas no sabían nadar”.

Estas explicaciones no son casualidades, sino un resultado de las dinámicas de género que se dan en los países afectados por el desastre. La distribución de roles según el género afecta y mucho las posibilidades de supervivencia de unos y otras.

En las zonas rurales de Indonesia, como desgraciadamente en la mayoría de países del mundo, las mujeres y niñas son relegadas a un rol de cuidadoras del hogar y auxiliares del trabajo de los hombres/maridos y/o discriminadas en la formación y educación desde bien pequeñas. Ello afecta a sus posibilidades de desarrollo y acceso a medios de vida. Ante un desastre natural, cuando las condiciones de vida se extreman, el hecho de partir con una seria desventaja en la mayoría de cuestiones sociales y económicas, hace que las mujeres lo tengan mucho más difícil.

Mujeres y hombres siguen teniendo diferentes roles y responsabilidades y diferentes niveles de acceso a recursos en todos los países del mundo casi sin excepción. Las relaciones de poder desiguales, a pesar de la gran capacidad de resiliencia y de supervivencia que las mujeres demuestran tener en los desastres naturales, influyen mucho en las posibilidades que tienen de sobrevivir.

Ellas presentan un mayor nivel de vulnerabilidad frente a los desastres, debido a, entre otras, a estas razones:

a) El menor control legal y efectivo sobre los recursos o sobre ellas mismas hace que llegados momentos de emergencia o escasez, estén menos protegidas o tengan menos recursos para hacer frente a las adversidades. En un desastre, normalmente se extreman los niveles de pobreza y se rompe el tejido social de una comunidad. Ello tiene implicaciones sobre todo en los y las más vulnerables. Una comunidad puede verse obligada, debido a su empobrecimiento, a vender sus bienes o reservas de ahorro y frecuentemente son los de las mujeres los que primero se venden en caso de necesidad. De hecho en casos extremos, hasta mujeres y sobretodo niñas pueden ser “vendidas” por sus familias a cambio de bienes que aseguren la supervivencia del resto de la familia.

b) Su rol de cuidadoras. En multitud de países y culturas, la mujer tiene el rol de cuidadora de los miembros dependientes de la unidad familiar (ancianos, niños y enfermos) e incluso de protectora de los bienes domésticos o de la familia (la casa, los animales, etc.). Ello reduce drásticamente la capacidad de protegerse ellas mismas frente al desastre. Si la situación de crisis se alarga mucho, se suelen producir grandes procesos migratorios de la población afectada debido a la escasez de agua, alimentos u otros recursos o por el miedo a que un desastre se vuelva a repetir (como en el caso de las réplicas en los terremotos). En esos procesos, es la mujer quien debe cuidar a los más vulnerables también, lo cual merma sus posibilidades de migración o simplemente lo hace imposible.

El asunto se vuelve mucho más grave si consideramos que las consecuencias de las desigualdades de género en los desastres llegan incluso a afectar a las mujeres que sobreviven a los mismos:  el hecho de que sobrevivieran muchos más hombres que mujeres en el Tsunami trajo consigo más problemas para las supervivientes. El informe de Oxfam reveló consecuencias de este desajuste para las mujeres en algunos casos como: el acoso sexual y/o las agresiones a mujeres supervivientes en campos de desplazados donde había muchos más hombres; el aumento de matrimonios prematuros de niñas adolescentes por la escasez de mujeres, etc.

 

¿Qué hace la comunidad internacional al respecto?

En el año 2005 la comunidad internacional acordó un plan de acción para tratar de convertir la gestión de riesgo de desastres en una prioridad internacional, así nació el Marco de Acción de Hyogo. El Marco de Acción de Hyogo es la hoja de ruta de 10 años (hasta el 2015) con los pasos necesarios para que los Estados empiecen a hacer frente a los desastres naturales desde una perspectiva de prevención mucho más proactiva.

Dicho acuerdo reconoce que la perspectiva de género debe ser integrada de forma transversal en todas las actividades de prevención y reducción de riesgo de desastres a nivel tanto comunitario como nacional e internacional.

“La perspectiva de género debe ser integrada en todas las políticas, planes y procesos de decisión relacionados con la reducción de riesgo de desastres incluyendo aquellos de evaluación de riesgo, alerta temprana y manejo de información, educación y entrenamiento”.

La comunidad internacional, consciente de la importancia del asunto,  está trabajando ahora mismo en una política conjunta  y una guía práctica en como transversalizar la perspectiva de género en el manejo de riesgo de desastres a nivel nacional y son muchas las organizaciones que lo tienen en cuenta en sus evaluaciones y proyectos humanitarios. Aun así, todavía falta muchísimo para que las vulnerabilidades y las necesidades de las mujeres sean integradas de una forma eficiente en estos ejercicios.

Conclusiones

Si observamos la creciente importancia de la preparación y prevención de cara a los desastres, nos damos cuenta una vez más de la necesidad de promover la igualdad de género en todos sus niveles, ya que la igualdad de género garantiza que cualquier persona en una sociedad pueda desarrollarse con plenitud sin importar su sexo.

En un país con riesgo de sufrir un desastre natural -es decir, en todos- una sociedad con grandes desigualdades de género está condenando a sus mujeres y niñas a ser mucho más vulnerables frente a los desastres, a tener más probabilidades de morir que los hombres en ellos.

No enseñar a las niñas a nadar por el hecho de ser niñas es una discriminación clara, pero ante un desastre natural puede suponer una condena a muerte, como lo fue para miles de mujeres y niñas en el tsunami del sureste asiático de 2004. Así pues, integrar la perspectiva de género en la prevención a desastres es tan sólo el primer paso.

En países especialmente vulnerables a los desastres naturales, las políticas de igualdad de género deben ser vistas como una forma de salvar vidas. De esta forma, es mandato de las organizaciones humanitarias garantizar que ello se cumpla.

La prevención de desastres puede ser así, otra ventana de oportunidad para iniciar procesos de revisión de leyes y sistemas legales para asegurar igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres.

Enseñando a nadar a las niñas de Sri Lanka igual que a sus compañeros, por ejemplo, no sólo su estado cumple con la obligación de no discriminar a su población por razón de sexo, sino que además, aumenta las posibilidades de supervivencia de la mitad de su población frente a un desastre natural. No hay gobierno que pueda negarse a ello si de verdad está interesado en cumplir su obligación de garantizar los derechos más básicos de su ciudadanía.