No es dictadura, no es democracia, no es comunismo. Es un desastre

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“No es dictadura, no es democracia, no es comunismo. Es un desastre”. Esas palabras, aunque las hubiera pensado, no hubiera sido capaz de pronunciarlas. Pero alguien las mostró sin decirlo. Un señor mayor -con lentes, bigotes blancos, sonrisa tranquila, una franela amarilla, y un sombrero enorme- llevaba una gran pancarta con ese lema en una de las marchas de la oposición, durante el mes de Marzo del 2014.

De Venezuela es difícil opinar, me dicen algunos amigos de afuera. Sin embargo, los amigos latinoamericanos de izquierda, no tienen problemas en tomar posición: “estoy de acuerdo con el chavismo porque soy de izquierda” y punto. Un amigo brasileño de izquierda me dijo una vez, “estoy con Chávez, pero es verdad que no me gustaría eso para mi país”.

“Izquierda/derecha”, “fascistas/revolucionarios”, “chavistas/opositores”, “oligarcas/pueblo”; “patriotas/traidores”; dicotomías repetidas incansablemente desde hace 15 años, y al final alguien dice, “Venezuela no es ni una cosa ni la otra, sino todo lo contrario”. La división del país que ha rendido tantos beneficios a este gobierno, hizo difícil entender la complejidad. Pero más lamentable es cuando la izquierda latinoamericana académica asume también esta conceptualización dicotómica y no es capaz de aplicar a la realidad venezolana lo que pregona en las cátedras, apelar a la transdisciplinariedad en la comprensión de los procesos. Como dice uno de nuestros grandes poetas: “el pluralismo vive amenazado por los fanáticos de toda calaña” (R.Cadenas).

Sin embargo, no todos los chavistas son de izquierda, y no todos lo de oposición, por serlo, son de derecha. Entre los chavistas -que se autodefinen como revolucionarios- además de un gran contingente de población objeto de su política redistributiva, y que es la clave de su estructura clientelar, se encuentran: a) un sector corrupto y oportunista que se ha hecho millonario y que aquí llamamos los “boli-burgueses” (burgueses bolivarianos); b) un grupo de resentidos, viejos marxistas que no entienden que la URSS resultó un fracaso; c) lo que podríamos denominar la izquierda asistencialista, que recibe privilegios que antes no tenía; y d) un sector que honestamente sigue creyendo que es sostenible indefinidamente el modelo económico que el Gobierno administra a su antojo con el ingreso de la renta petrolera.

Por el lado de la oposición, además de una derecha radical  (que ha hecho mucho daño a la oposición democrática), se encuentran también: a) una clase media laboriosa que cree en la meritocracia como una forma legítima de progresar en la sociedad; b) un sector empresarial que entendió la importancia de la responsabilidad social; c) un sector que se ha ubicado históricamente en la izquierda y que incluye: -una parte importante de los sindicatos, las universidades públicas autónomas, gran parte de los artistas, y la mayoría de los investigadores más productivos en todas las ramas del conocimiento. Por otro lado, la Oposición está integrada por una diversidad de partidos políticos, entre ellos, algunos de izquierda; así como por movimientos sociales y comunitarios, ONGs, Fundaciones, que no son de derecha. También están en la oposición personajes emblemáticos con intachable trayectoria de izquierda y de lucha política por la democracia. Podrían considerarse otras categorías, pero lo que quiero ahora es resaltar la diversidad de lo que desde fuera de Venezuela es visualizado en el reduccionismo de las categorías dicotómicas, enfoques binarios ya superados que desdibujan la particular complejidad de la difícil situación venezolana.

La izquierda académica latinoamericana nunca ha tenido interés en preguntarse: ¿por qué gran parte de la izquierda académica venezolana tiene serias críticas a este proceso, tal y como se está desarrollando? Pues así como la izquierda académica venezolana  está siendo crítica del “pensamiento único” chavista, también ha sido muy crítica -y continúa siéndolo- del “pensamiento único” del neoliberalismo.

Es de interés que la academia latinoamericana aborde la complejidad de la realidad venezolana. Hace falta descongelar la ausencia de comunicación y entendimiento para llegar a una comprensión más completa de una realidad que está muy lejos de presentarse en blanco y negro.

Contribuir al diálogo desde la academia para aportar conocimientos en aras de crear puentes entre los sectores democráticos del chavismo y la oposición es más urgente que escribir declaraciones que potencian la polarización. En especial, me estoy refiriendo a la Declaración  de un organismo latinoamericano de ciencias sociales. Esa Declaración más que de un organismo de ciencias sociales, parece la declaración de un partido político. Se  toma posición tajante por el gobierno, sin considerar las investigaciones realizadas en Venezuela, incluso por investigadores miembros del propio organismo. Investigaciones que han puesto en evidencia muchas de las debilidades y errores de este gobierno. Pero además, su estilo se asemeja a un partido político poco democrático, pues la solicitud de derecho a réplica realizada por un grupo de investigadores latinoamericanos miembros de ese organismo, no fue puesta en el sitio de internet donde está ubicada la Declaración de la directiva, a pesar que fue solicitado por el grupo que firmó la solicitud de réplica. (http://polisfmires.blogspot.com/2014/02/solicitud-de-derecho-replicas-de.html).

Me pregunto si esa conducta es pertinente en un organismo regional de ciencias sociales que debería ser plural, tal como ha sido el comportamiento histórico de este tipo de organismos en América Latina, respetando con ello las diversas corrientes de pensamiento que en su seno se expresan.

Esas declaraciones, repito, en nada ayudan a avanzar en la comprensión de la complejidad de lo que sucede en Venezuela. Todo lo contrario, potencian la polarización y la imposibilidad de descongelar los pensamientos únicos. Sin darse cuenta, tal y como están las cosas en Venezuela, que los escenarios pueden ser dramáticos, siendo los más extremos: – un gobierno chavista más autoritario conducido a reprimir la mitad del país que no es chavista; – un golpe de Estado; – una guerra civil.

*Carmen García Guadilla, académica venezolana responde a una Declaración emitida por CLACSO sobre la situación en Venezuela