Maynard, de 29 años, fue diagnosticada con un glioblastoma multiforme en estadio IV, una de las formas más agresivas de cáncer cerebral terminal. En abril, los médicos le dieron seis meses de vida y, a comienzos de este mes, tomó la decisión en forma pública de morir el 1° de noviembre en su cama después de tomar medicamentos prescriptos por sus médicos.
Sin embargo, a poco de cumplirse el plazo pronosticado por los médicos, Maynard aún puede caminar y hacer otras tareas, por lo que se arrepintió de su decisión original.
“Todavía salgo y hago lo que puedo, camino con mi familia, mi marido, mis perros y otras cosas que me dan las grandes sensaciones de salud que tengo en estos días. Pero realmente desde el 1° de enero, que fue cuando me diagnosticaron, parece que cada vez me pongo peor, pero creo que es lo que pasa cuando tenés una enfermedad terminal, es que estás cada vez más enferma”, explicó.
“Y si llega el 2 de noviembre y todavía estoy viva, sé que simplemente vamos a seguir avanzando como una familia, muertos de amor los unos por los otros y que esa decisión llegará más adelante”, dice Brittany, muy emocionada,en su casa en Oregon, uno de los distritos que permite la muerte digna.