Despenalización, el cambio de enfoque en la guerra antidrogas

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“La droga es mala, daña a nuestros ciudadanos, pero estamos convencidos también de que las formas en las que la hemos combatido nos dañan aún más”.

“Son muchos más los hombres y mujeres que en las Américas han muerto en las guerras contra la droga que los que han muerto por efectos del uso de la droga”.

Con estas palabras, pronunciadas en ocasión de la celebración de un debate preparatorio para la reunión especial de la ONU sobre drogas de 2016, José Miguel Insulza, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), evidenció la tendencia que marcará a tan importante cita de los países del mundo. A saber: la imperiosa necesidad de cambiar la estrategia de la guerra frontal, que ha generado una cuantiosa pérdida de vidas humanas y recursos económicos, sin resultados evidentes, por un nuevo enfoque que aborde el fenómeno de la drogadicción desde un punto de vista menos represivo.

Son dos las perspectivas que alimentan esta corriente. Por un lado, está la visión pragmática que pone sobre la balanza beneficios y pérdidas resultantes del enfoque actual y que concluye que los avances son, por decir lo menos, insuficientes frente a la cantidad de vidas humanas y recursos económicos perdidos. Se pone énfasis en el hecho de que las víctimas mortales de la guerra no se cuentan sólo entre mafiosos y fuerzas de seguridad, sino también entre personas inocentes que nunca estuvieron relacionadas con el narcotráfico.

Por otro lado, está la visión filosófica en torno a las libertades civiles que afirma que el respeto por la autodeterminación individual pasa por dejar abierta la posibilidad de que cada persona decida qué substancias consumir de manera libre y responsable, de la misma forma que sucede con el alcohol y el tabaco.

Desde la perspectiva que fuera, el hecho es que la corriente por la opción de la despenalización ha cobrado mucha fuerza en los últimos años, y ella es alimentada y promovida por personalidades, investigadores, pensadores, exautoridades y gobernantes en ejercicio.

La Comisión Global de Políticas sobre Drogas, integrada por el exsecretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, un grupo de expresidentes de Gobierno de todo el mundo y personalidades de prestigio internacional, emitió en 2014 un informe que enfatiza en la necesidad de que la sesión especial sobre drogas de Naciones Unidas de 2016 implique un cambio sustancial en la estrategia sobre la que se trata el asunto.

“Es necesario un régimen de control de drogas mundial, nuevo y mejorado, que proteja la salud y la seguridad de las personas. Las medidas basadas en ideologías represivas deben ser sustituidas por políticas más humanas y eficaces a partir de evidencias científicas, principios de salud pública y respecto a los derechos humanos. Esta es la única manera de reducir la muertes por drogas, las enfermedades, el sufrimiento, la violencia, el crimen, la corrupción y los mercados ilegales, producto de políticas ineficaces y prohibitivas. La próxima sesión especial de Naciones Unidas contra la droga (Uungass) en 2016 es una oportunidad sin precedentes para revisar las políticas sobre drogas”, afirma el informe titulado “Tomando el control: caminos hacia políticas sobre drogas que funcionen”.

Algunas de las personalidades destacadas en esta comisión son Mario Vargas Llosa, Fernando Henrique Cardoso, César Gaviria y Ernesto Zedillo.

Holanda y Portugal a la vanguardia

Sobre la despenalización en Portugal, Glenn Greenwald, investigador de El Cato Institute afirma que el “consumo de drogas en muchas categorías ha disminuido en términos absolutos, incluyendo para grupos demográficos importantes, como el de personas entre los 15 y 19 años. Donde las tasas de consumo han subido, los aumentos han sido modestos, mucho menor a los registrados en otras naciones de la Unión Europea, las cuales insisten en una política de penalización.”

Afirma que “Portugal, que tenía uno de los problemas de drogas más graves en Europa, ahora tiene la tasa de consumo de marihuana más baja del continente, y una de las más bajas para cocaína. Todas las otras patologías relacionadas con las drogas, incluyendo el contagio de VIH, hepatitis y las muertes por sobredosis han disminuido.”

En otro artículo, esta vez sobre Holanda, Laura Dueñaz, habla de un país con déficit de reos debido, entre otras cosas, a la legalización de drogas.

 

Latinoamericanos marcan la agenda 2016

Nueva York | Afp

El 7 de mayo pasado, ministros de América Latina pidieron en la ONU en Nueva York que, en la sesión especial del organismo sobre el problema mundial de las drogas en 2016, se reconozca el enfoque alternativo de la región que contempla abandonar la lucha frontal impulsada por Estados Unidos.

Responsables de Colombia, México, Guatemala, Argentina y Ecuador, entre otros, llevaron la voz cantante en un debate preparatorio en la Asamblea General de las Naciones Unidas de cara a esa esperada cita bautizada con las siglas Ungass-2016, y que tendrá lugar en los primeros meses del año próximo.

“El enfoque integral propuesto debe verse reflejado en el sistema de Naciones Unidas e incluir el apoyo a los países para asegurar resultados”, dijo el vicecanciller guatemalteco Rodrigo Vielmann en su intervención en el plenario.

El ministro de Justicia de Colombia, Yesid Reyes, señaló que las políticas de drogas “deben tener un enfoque territorial” para dar “suficiente margen de autonomía” a los países, “garantizando que sus decisiones no afecten a otros”.

Colombia defendió la necesidad de definir “nuevos enfoques” para luchar contra el problema de las drogas, ya que las políticas y las herramientas actuales son “inadecuadas e insuficientes”.

“Pese a los grandes esfuerzos que se hacen para acabar con los cultivos ilícitos, no sólo estamos lejos de conseguir su eliminación, sino que comienza a percibirse un aumento de los mismos”, afirmó Reyes.

“Si no somos conscientes de que el mercado ilícito de las drogas muta continuamente para evadir la acción de las autoridades, las nuevas realidades terminarán por opacar los importantes avances que se han conseguido”, afirmó.

 

Uruguay, Pionero

En diciembre de 2014, la agencia EFE reportaba: Un año después de legalizar la producción y la venta de marihuana, Uruguay cuenta ya con alrededor de 1.200 personas inscritas como cultivadoras de esta sustancia y 500 clubes de “membresía” cannábicos.

“Es muy auspicioso que hayan 1.200 cultivadores en los primeros tres o cuatro meses de aplicación de la ley”, explicó el secretario de la Junta Nacional de Drogas, Julio Calzada, quien indicó que el proceso y la aplicación de la ley va con rumbo “cierto, cuidado y de control”.

Además, Calzada cifró en “unos 500” el número de clubes cannábicos inscritos en el Ministerio de Cultura y en el Instituto de Regulación y Control del Cannabis.

Recientemente varios estados norteamericanos han legalizado la marihuana medicinal y hasta recreativa, después de la celebración de consultas populares que lo han solicitado.

El más reciente ha sido Washington, la capital de EEUU.

 

EN FAVOR DE DESPENALIZAR

Barack Obama

El primer presidente de color de los Estados Unidos fumaba marihuana en su juventud, según su libro autobiográfico.

Obama lo confirmó en una reciente entrevista en el New Yorker,  y además señaló que no considera que la marihuana sea más perjudicial que el alcohol o el tabaco. Todo un guiño público hacia el creciente apoyo público a la planta en su país, según los expertos en política.

Mario Vargas Llosa

El premio nobel peruano apoyó en un artículo de El País las dos reformas liberales que llevó a cabo Uruguay en 2013: la legalización de la producción, venta y consumo de cannabis y el matrimonio homosexual. En referencia a la primera destacó que “la libertad tiene sus riesgos y quienes creen en ella deben estar dispuestos a correrlos en todos los dominios, no sólo en el cultural, el religioso y el político. Así lo ha entendido el Gobierno uruguayo y hay que aplaudirlo por ello. Ojalá otros aprendan la lección y sigan su ejemplo”, dijo.

Extraído del El Nuevo Diario de Nicaragua.

 

ANÁLISIS

Rocío Estremadoiro. Socióloga y docente universitaria

Existe una posición social bastante hipócrita en relación a las sustancias “alteradoras de la conciencia”, siendo que su utilización, con fines rituales, visionarios o por esparcimiento, es tan antigua como la humanidad.

Por un lado, se tienen las drogas “ilegales”, en torno a las cuales se ha construido un sistema punitivo que las sataniza al extremo, al punto que son escasos los estudios serios sobre sus efectos tanto en la salud humana como en la interacción social. Ni qué decir de la información manejada a nivel colectivo, repleta de medias verdades y alegatos morales que enturbian un posicionamiento objetivo y responsable al respecto. Su prohibición ha traído como consecuencia la conformación de mafias y grupos delictivos terriblemente violentos, lo que circunscribe la formación de plutocracias que, justamente, se alimentan y fortalecen a partir de ese sistema punitivo.

Por otra parte, están las drogas “legales” que pueden derivar en las mismas o mayores secuelas catalogadas como nocivas para la salud que las sustancias clasificadas como “ilegales” (incluyendo la adicción), pero que, a diferencia de estas últimas, son permitidas y fomentadas por el mercado. No sólo se trata del tabaco o alcohol, sino de las llamadas “drogas de psiquiatra”, consumidas habitualmente por millones de personas en el orbe, solventado una industria que genera réditos millonarios.

En tal medida,  el doble discurso frente a las drogas no canaliza una discusión a fondo sobre el tema y menos soluciones factibles respecto al narcotráfico como una problemática social que, claramente, se encuentra en estrecha correspondencia con ese régimen punitivo que castiga el consumo de algunas drogas, pero que promueve el uso de otras.

 

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