Hora crucial para el Acuerdo Comercial Transpacífico (TPP)

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¿El Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) concluirá finalmente en la fecha prevista o será puesto en el congelador? En los próximos días seguramente sepamos la respuesta, cuando las controvertidas negociaciones se enfrenten a otra hora de la verdad.

El principal negociador estadounidense Michael Froman expresó públicamente la semana pasada en Kuala Lumpur que no había prisa para concluir el TPP. Pero lo cierto es que la agenda política de Estados Unidos impone cierta urgencia para que las negociaciones concluyan en pocas semanas.

Los negociadores de los doce países del TPP (Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Estados Unidos, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam) se reunirán a fines de esta semana en la isla estadounidense de Guam en búsqueda de acuerdos sobre las cuestiones pendientes para que los ministros puedan concluir el tratado comercial a fines de mayo en Filipinas, después de la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC).

¿Por qué la prisa? El TPP debe ser aprobado por el Congreso de Estados Unidos a más tardar en diciembre, para evitar que se superponga con las elecciones presidenciales del próximo año. Si los países miembros no llegan pronto a un acuerdo, el tratado comercial debería esperar a un nuevo presidente y un nuevo Congreso.

En primer lugar, la política comercial de Barack Obama no es popular y existen dudas de si el Congreso, que tiene poder sobre los acuerdos comerciales, llegará a aprobar la Autoridad de Promoción del Comercio (“vía rápida”). Si el Senado o la Cámara de Representantes no lo hacen, las negociaciones del TPP estarán en problemas, ya que los socios comerciales de Estados Unidos no tendrán confianza en que lo acordado por sus negociadores sea finalmente aprobado.

Pero éste es solo uno de los muchos obstáculos a vencer para que las negociaciones del TPP lleguen a buen término.

Entre las cuestiones polémicas se encuentran también el  trato a las empresas de propiedad estatal -o incluso a las empresas privadas en las que el Estado tenga alguna participación- y las demandas estadounidenses en materia de propiedad intelectual, que incrementarían los precios de los medicamentos y dificultarían la actividad de los productores de genéricos, afectarían el acceso a la información y los materiales educativos, e impedirían a los agricultores guardar e intercambiar semillas.

Otro obstáculo en las negociaciones es el sistema de arbitraje inversionista-Estado, que permitiría a las empresas extranjeras impugnar las políticas gubernamentales ante tribunales internacionales y obtener una indemnización por pérdida de ganancias futuras. En una carta enviada en abril a líderes del Congreso, un grupo de reconocidos juristas entre los que se encontraba Laurence Tribe, mentor de Obama en la Universidad de Harvard, consideró este mecanismo del TPP contrario a las tradiciones y principios jurídicos estadounidenses.

Están también las condiciones adicionales que Estados Unidos puede imponer a otros socios, como lo ha hecho en los tratados de libre comercio con Perú, Guatemala y Australia, y algunos miembros del Congreso exigen que se castigue a los países del TPP “manipuladores de divisas”.

Todos estos temas ya son objeto de acalorados debates en las negociaciones del TPP y es de esperarse que se intensifiquen aún más en caso de que concluyan y se hagan públicos los textos, que hoy permanecen en reserva. Pero hay muchos obstáculos a superar antes de que eso ocurra. El gran interrogante sigue siendo si podrá cumplirse con la fecha límite.

Martin Khor es Director ejecutivo del Centro del Sur.

 

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