La generosidad de los geladas, unos monos de la familia de los babuinos, está permitiendo que los lobos etíopes mejoren notablemente su éxito en la caza. Teniendo en cuenta que estos lobos están en peligro de extinción -los cánidos más amenazados del planeta- se trata de un gesto muy importante para mejorar sus expectativas de conservación. Este comportamiento, descubierto por investigadores estadounidenses en el norte de Etiopía, es una de esas llamativas colaboraciones entre especies que los científicos todavía no se terminan de explicar. En sus observaciones, los investigadores descubrieron que los geladas en lugar de huír ante la presencia de los lobos, les permitían adentrarse entre ellos, en medio de su manada, para cazar roedores, la principal fuente de alimento de estos depredadores. Más llamativo aún, el porcentaje de éxito de los lobos, también conocidos como chacal etíope, se multiplicaba cuando cazaban entre los monos. Por lo general, cuando tratan de atrapar en solitario alguno de estos roedores subterráneos sólo lo logran en el 25% de las intentonas. Cuando cazan entre los monos, logran llevarse la pieza a la boca en el 67% de los casos.
“Nuestro estudio sugiere que los lobos tienen más éxito cazando junto a los geladas, pero no queda claro por qué. Una de las razones podría ser que la ruidosa manada perturba a los roedores atrayéndolos de algún modo hacia la superficie, exponiéndolos a la depredación”, propone el autor principal del hallazgo, Vivek Venkataraman. El estudio se realizó en la meseta de Guassa, en un entorno en el que convive una manada de geladas de más de 200 ejemplares junto a una treintena de estos lobos, de los 400 que quedan desperdigados en pequeños grupos por Etiopía.
Si todavía no se explica el motivo por el que la presencia de los monos mejora la caza, más misterioso resulta el generoso gesto de los geladas hacia los lobos. Al contrario que en otras relaciones simbióticas entre animales, en las que las dos partes obtienen beneficio, por el momento nada justifica que los geladas permitan a los lobos rondarles sin poner pegas. “Es posible que los geladas se estén beneficiando de la presencia de los lobos, pero no tenemos ninguna evidencia de ello”, asegura Venkataraman.
En la misma zona, también rondan peligrosas jaurías de perros que atacan a los monos. Sin embargo, explica el biólogo de la Universidad de Darmouth, los lobos también se asustan por los perros, que son muy agresivos. “Y los monos son mejores en la detección de amenazas, por lo que es poco probable que el beneficio de los geladas sea evitar la depredación”, añade. Estos perros, además, son fuente de enfermedades que también ayudan a diezmar a los lobos etíopes,junto a la degradación del hábitat y la presión humana.
La relación de los geladas con los perros ha servido a los científicos para probar que son mucho más tolerantes con los lobos. Cuando avistan un perro, incluso en la lejanía, los monos se alejan de allí más de 300 metros de media: no en vano, el 30% de los encuentros de perros -en jauría- y monos tiene como resultado un gelada muerto. En cambio, cuando ven a un lobo, en el 70% de los casos ni se inmutan, y si se mueven es apenas cuatro metros: a pesar de sus necesidades, los chacales nunca intentan apresar una cría o un mono vulnerable.
La importancia del estudio radica en que puede ayudar a salvar al lobo, dado que se podría replicar el efecto de los geladas con ganado. “Creemos que tiene implicaciones para la conservación de la especie, porque sugiere que el pastoreo de herbívoros en la zona, como las vacas, podría aumentar el éxito de caza de los lobos. Tenemos que prestar atención a la comunidad de herbívoros que viven junto a los lobos etíopes, no sólo a los lobos y los roedores que comen”, asegura Venkataraman.