La estructura chilena aún es pinochetista

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Foto: Bernardo Pérez - El País

Marco Enriquez-Ominami vive un momento agridulce. Por un lado, encabeza las encuestas en Chile y es uno de los pocos políticos que se salva de la quema del descrédito generalizado. Por otro, está en medio del escándalo por haber recibido supuestamente financiación de una empresa dirigida por el exyerno de Pinochet, algo difícil de gestionar con la biografía de su familia, masacrada por el pinochetismo. La entrevista se realiza a las afueras de Buenos Aires, en el campus de la prestigiosa Universidad de San Andrés, privada, a la que acudió el miércoles para dar una charla a los alumnos de Ciencias Políticas.

Pregunta. ¿Qué le pasa a Chile?

Respuesta. Chile es la Corea del Norte del capitalismo, está a la derecha de EEUU. Ninguna universidad es gratuita, ni las pública, el gasto medio en salud está por debajo de la OCDE, el sistema previsional es individual, el transporte público privado. Estamos fuera del sentido común. Bachelet 1 no tocó ninguna de estas cosas. Bachelet 2, por su enorme ausencia de Chile durante muchos años, improvisó en un tema como la educación, el más importante, en uno de los países más desiguale de América Latina. No está pudiendo cumplir la principal promesa, la educación como un derecho y no como bien de consumo.

P. ¿Las resistencias del poder económico acabarán con Bachelet?

R. Buena parte de la estructura económica, política y comunicacional en Chile es pinochetista y neoliberal. Es verdad. Pero también Bachelet se equivocó en los caminos.

P. ¿El pinochetismo sigue mandando?

R. Totalmente. En la estructura financiera, productiva… La geometría es pinochetista. La idea del subsidio a la demanda y no a la oferta, que el individuo tenga el voucher y decide donde estudia, viene de los Chicago boys en la dictadura. No se tocó. Bachelet 2 hace un esfuerzo serio, mal conducido por sus ministros que la meten por un muy mal camino. Además avanzaron mucho en la distribución pero olvidaron el crecimiento económico. La economía requería inversión privada, el gasto público en Chile es del 20%. Tampoco anticiparon el problema chino.

P. Y ahora llegan los escándalos.

R. Chile volvió a América Latina, y eso me gusta. Pero entró por la peor puerta: desaceleración económica, corrupción, narco. Malas puertas, pero me gusta que estemos en América Latina porque los problema de Chile dependen mucho más de Argentina, Perú y Bolivia de lo que piensa la élite chilena.

P. ¿Por que estallan ahora los escándalos de financiación ilegal?

R. Venían de antes, nosotros lo planteamos en la primera campaña presidencial, hicimos leyes sobre esto. Lo que irrita hoy es el match entre las posiciones que defendían el sistema y los financiamientos aparentemente irregulares. Se dice ah, él votó a favor de esa ley, con razón si recibía. Pero venía de hace mucho tiempo.

P. ¿No sería más fácil que todos, incluso ustedes que ahora han sido implicados, reconocieran que ha habido financiación ilegal?

R. Lo más fácil sería escandalizarnos hoy de que a meses de la próxima elección todavía no ha cambiado la ley. Seguimos con cero aportes públicos.

P. ¿Pero ustedes reconocen financiación ilegal?

R. Nosotros hemos dicho que el financiamiento de las campañas es muy complejo. Y que efectivamente es muy difícil competir contra el duopolio. Y que nosotros tuvimos, como todos los demás, que recurrir a la ley. Y la ley está pensada para que las empresas financien las campañas. La ley creó las condiciones para que las empresas privadas incidan en los procesos electorales.

P. ¿No reconoce haber ido más allá de la ley? Porque está usted imputado.

R. Nosotros sostenemos que este es un tema de país muy complejo. Nos llama la atención que ahora después de haber presentado decenas de leyes alguien se conmueva. Hemos propuesto el financiamiento público estatal.

P. ¿No reconoce haber ido más allá de la ley?

R. Reconocemos que las campañas son extremadamente complejas y que nosotros nunca vendimos nuestra conciencia.

P. Una de las empresas que supuestamente le financió es de un exyerno de Pinochet. ¿Hasta qué punto le puede perjudicar la imagen como hombre de izquierda haber recibido dinero del pinochetismo?

R. Mire, mi abuelo, Edgardo Enríquez, ministro de educación de Allende, no le daba entrevistas al diario El Mercurio porque era pinochetista. Le cortaba el teléfono. Yo doy entrevistas en el Mercurio. Cuando llegué a Chile, mi primera gran contradicción fue ser compañero de curso de hijos de militares, que se enorgullecían de haber matado a mi padre. Hace mucho rato que vivo en un mundo de contradicciones. Juzgo a la gente por lo que hace y defiende. Nosotros defendemos una asamblea constituyente que supere este modelo. Pero tratar de disociar la realidad, cuando las portadas que me han regalado son de diarios pinochetistas que acusaron a mi padre de ladrón y terrorista sin nunca dar una disculpa. Tengo tíos desaparecidos. Si fuera mínimamente riguroso no daría entrevistas en Chile. Una anécdota: tengo cuentas bancarias en un banco que mi padre asaltaba, que aún hoy está en manos de gente que admiró a Pinochet. ¿Qué hago, cierro mis cuentas? Soy hincha de un equipo cuyos directivos fueron o son pinochetistas. Esa es la lucha, no nos arrepentimos de haberla dado como movimiento.

P. ¿Incluido recibir dinero de ellos?

R. Quiero precisar que hemos actuado conforme a la ley, ya le he respondido. Creo que la defensa a Pinochet en 1998 en Londres fue un tremendo error porque validó que era norma que la estructura mediática, productiva, financiera fuera pinochetista. Yo entré en política en 1998 por eso. Aguanté la contradicción de pasear en las calles donde estaban los asesinos de mi padre, libres. De estudiar en colegio en que te decían que bueno que matamos a tu padre. Duramente. Y después vino 1999 con los socialistas defendiendo a Pinochet en Londres. Y me dije, ya estamos cruzando una línea. Se transformó la necesidad de hablar con Pinochet en una virtud. La combatimos, la denunciamos. Asumo que nuestro partido tiene una cuenta muy importante con eso entre los chilenos.

P. Ahora está el primero en las encuestas. ¿Teme el coste de imagen del escándalo?

R. Yo fui candidato marcando el 0,1%, imaginará el valor que le doy a las encuestas. Todos los asesores me dijeron que estaba loco. Llegué al 20%. Confío en la fuerza de nuestras convicciones. Yo mantengo muchas propuestas que son impopulares. No asumo que competir sea solo ganar. Uno tiene que tener buenas razones para ganar y para perder elecciones.

P. ¿Chile está desencantado?

R. No soy comentarista de mi país. Yo estoy para empujar al límite. Interpelo a mis compatriotas a distinguir en este marasmo de desconfianza quienes tuvieron relaciones impropias con cierta estructura de poder, en sus votaciones. Yo no me permito la decepción. No viviría en Chile. Tengo un padre asesinado, dos tío desaparecidos, un abuelo torturado, otro exiliado, yo mismo exiliado. Tengo el check list del horror. La decepción rondó mi familia. Tengo 10 razones para decir no se puede. Pero en vez de revancha y desanimo tengo ánimo de construcción dentro de las reglas, dentro de un perímetro que dibujó Pinochet. En 2003 denuncié esta estructura del país que estaba secuestrada. Había dos opciones, o me dedicaba a las comedias, cosa que hice, o entraba, y entré. Fui electo en la ley electoral de Pinochet. Fui financiado en la ley electoral de Pinochet. Fui diputado y senador en un sistema parlamentario pensado por Pinochet. Legislé en un edificio encargado por Pinochet. Creo en Hegel, la contradicción es inherente al ser humano. Chile es el país de las contradicciones.

P. ¿Y cree que se puede cambiar esa estructura pinochetista?

R. Lucho por eso. Creo los chilenos entienden que nosotros empujamos por eso. Y que aceptamos jugar a esas reglas. Los dirigentes estudiantiles fueron elegidos por el sistema pinochetista. Nosotros tratamos de transar las cosas, no me gustan las reglas pero las aceptamos. Tengo 70 proyectos presentados sobre estos temas. Pero aún el 25% de los chilenos se define pinochetista, no es fácil. Pinochet perdió con el 43% de los votos. Pero yo quiero cambiar esa geometría.