El Genio boliviano de la energía

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Salió bachiller del colegio Los Pinos, La Paz, Bolivia. Se graduó como Ingeniero Forestal con notas sobresalientes de la Universidad de Sao Paulo, Brasil. Ya para entonces había desarrollado gran interés por sustituir las aleaciones de acero por madera, en la construcción. Trabajó su tesis de maestría sobre recursos renovables que le valió un premio en Bahía, Brasil; publicado más tarde por la Universidad de Coimbra, Portugal. Javier Farago Escobar nació en Bolivia, de padre boliviano y madre brasileña. De ahí la sobre-posición de sus apellidos, primero el materno Farago y Escobar el paterno, después.

Desde la perspectiva de su tesis, la madera posee un alto poder calorífico que puede sustituir la energía fósil eliminando la contaminación que hay de sobra en el planeta. Javier Farago Escobar dice: “la madera es una fuente de energía termoeléctrica que puede sustituir hasta en un 70% al  carbón por pelex, diminuto concentrado que contiene enorme fluidez de energía termodinámica”. Convencido de que su campo requería mayor desarrollo, decidió buscar a los profesionales más capacitados en la materia. Encontró a uno en Dinamarca y al segundo en Brasil, trabajando en el Instituto de Energía de la Universidad de Sao Paulo. El profesor José Goldemberg se entrevistó con el boliviano y lo invitó a presentar sus investigaciones en el curso de Doctorado de Energía de la USP. “Si pasas el doctorado te acepto en los proyectos que se desarrollan en el Centro Nacional de Referencia de Biomasa del Instituto de Energía de la Universidad”, le había dicho Goldemberg.

El alumno se convirtió, tiempo después, en el responsable de los estudios de energía renovable de ese centro de investigación.

Javier Farago Escobar es un gestor de recursos renovables. Y como su interés jamás se desligó de Bolivia, propuso desarrollar una investigación sobre la importancia del Litio como fuente  de energía. Dos años después, el Instituto de Energía de la USP editó el libro América Latina en el Mundo que cierra con un estudio de su autoría titulado  “Automóviles eléctricos en América Latina: el Litio de Bolivia”. El libro contiene una reseña fundamental sobre el futuro de América Latina bajo la dirección y tutela del expresidente de Chile, Ricardo Lagos.

La investigación de Farago Escobar fue uno de los 10 escogidos entre 5.000. El profesional boliviano cuenta que algunos profesores se opusieron a su publicación pensando en un conflicto de intereses entre Bolivia y Chile. Pero dice que el expresidente de Chile lo buscó en persona para decirle que su investigación era estratégica para el desarrollo de América Latina.

“Eso me impulsó a seguir trabajando en la materia”. En junio de 2015 su estudio bajo el título ´Bolivia y Paraguay, un faro por la movilidad de la energía renovable´ fue publicado en la rigurosa revista académica Renewable & Sustainable Energy Reviews.

 

De la guerra del Chaco y por qué Paraguay

La guerra del Chaco fue la conflagración más desgarradora e inútil del siglo pasado. Se calcula que murieron 40.000 soldados que a lo largo de los dos años de conflicto (1933 – 1935) acabaron derrotados porque la búsqueda paraguaya de petróleo sobre territorio boliviano además de inútil resultó literalmente alucinante. Pasados 80 años desde la Guerra del Chaco, una nueva generación de bolivianos y paraguayos, a la que Javier Farago Escobar pertenece, se han unido dispuestos a probar que los dos países tienen potencial para desarrollar una cadena productiva de vehículos eléctricos.

El estudio argumenta que hay ventajas comparativas para fabricar baterías de litio en Bolivia. Además, refrenda con datos comprobados que el litio del Salar de Uyuni podría equipar 3.4 millones de carros eléctricos. La idea es dejar de depender de combustibles fósiles abaratando enormemente la generación de energía eléctrica. Bolivia tiene las reservas de litio más grandes del mundo (no certificadas) y Paraguay comparte con Brasil la planta hidroeléctrica más grande del planeta que en contraste tiene un excedente de energía que vende a precios irrisorios.

El tema es complejo porque en su etapa de desarrollo más avanzado, modificaría la matriz que abastece de energía a los países involucrados en el estudio.

Javier Farago Escobar explica: “Bolivia, es la mayor reserva mundial de litio, además tiene la  segunda reserva de gas natural más importante de Sudamérica; Paraguay, es el mayor generador  hidroeléctrico per cápita del mundo y Brasil posee acceso a tecnología automotriz. Los tres países suman las características que hacen viable el desarrollo y la producción de automóviles eléctricos en América Latina”.

Las complejidades tienen que ver con la financiación del proyecto. Por ahora uno de los grandes bancos de desarrollo de la región, el Banco Nacional de Desenvolvimiento (Bndes) de Brasil, es investigado por desembolsar sumas millonarias que habrían ido a parar a cuentas personales. Independientemente el boliviano opina: “las potencialidades son excepcionales, su concretización depende de mecanismos empresariales, privados o estatales”.

En contexto, el estudio demuestra la viabilidad de sustituir carros convencionales por eléctricos en América latina. “En esa secuencia se consideran dos escenarios: el primero con Vehículos Eléctricos (VE) disponibles a precios de mercado y alternativamente con Vehículos Eléctricos Plurinacionales (VEP), desarrollados con baterías de ion litio fabricados en Bolivia que se podrían construir con el aprovechamiento de las ventajas estratégicas de los recursos naturales del Salar de Uyuni y la disponibilidad de la electricidad de la planta hidroeléctrica Itaipú, Paraguay, así como con el gas natural

 

Ubicación

La industria de baterías de ion litio podría ubicarse en Bolivia, mientras que la de vehículos eléctricos podría sentar bases en Paraguay. Las estimaciones realizadas en este estudio muestran que la sustitución de la flota existente podría demorar un periodo de 10 años.

Acceso al mercado y producción de litio

La idea subyacente es ganar escala a nivel local para la cadena de producción inicial y luego  acceder a América Latina y al mercado mundial. Se estima que de las 21.300 toneladas de litio que se producen anualmente en el mundo se disponen apenas dos millones de paquetes de baterías, que difícilmente abastecerían un mercado mundial de autos eléctricos.