Si pudiera entrevistar al Papa…

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Foto: Rapé

¿Qué periodista, de verdad, no quisiera entrevistar al Papa Francisco? Hay pocos personajes más interesantes en el mundo que el líder de 1,200 millones de católicos. Además, hay que aprovechar que este es un Papa que sí da entrevistas.

Benedicto XVI y Juan Pablo II dieron declaraciones a la prensa pero no entrevistas. El Papa Francisco, en cambio, sí habla. A veces. Conseguir una entrevista con Jorge Mario Bergoglio es una especie de milagro periodístico: ocurre raramente, tras muchos rezos y siempre sorprende.

Para buscar una entrevista con el actual Papa hay dos caminos: uno, maniobrar los tortuosos caminos de la diplomacia dentro del Vaticano -que no es mi fuerte- y dos, apostar a que uno de sus buenos amigos te acerque al Papa. El problema es que no conozco a ningún amigo del pontífice.

A pesar de todo, estoy haciendo mi lista de preguntas. Ojalá el Papa quiera hablar de todo en su actual visita a México y no se quede callado como ocurrió en Cuba. (Fue tristísimo ver cómo detuvieron a un disidente frente a él y no dijo nada).

Si pudiera entrevistar al Papa en México -y suponiendo que no tendría mucho tiempo con él- empezaría preguntándole sobre los casos de abuso sexual en la iglesia católica. Sí, hay que empezar con lo más fuerte. La razón es sólida. El Vaticano protegió al monstruo de Marcial Maciel -el fundador de los Legionarios de Cristo y violador de múltiples menores de edad- y esa cultura de impunidad y complicidad sigue presente dentro y fuera de la iglesia en México.

“Me siento obligado a pedir perdón personalmente por el daño que (algunos sacerdotes) han hecho por haber abusado sexualmente de niños”, dijo el Papa a principios del 2014. Existen más de 9 mil casos de abuso sexual dentro de la iglesia católica denunciados en el mundo en el último medio siglo, según la investigación del escritor Jorge Llistosella. Miles más no se han denunciado.

Desafortunadamente todo se ha quedado en pedir perdón. La política del Vaticano es evitar que los sacerdotes pederastas pasen tiempo en la cárcel y paguen sus crímenes. Solo los cambian de parroquia o los ponen a rezar.

Como ejemplo basta mencionar el caso de Luis Fernando Figari, el fundador del Sodalicio en Perú. El periodista Pedro Salinas lo acusa de múltiples abusos sexuales en su libro Mitad Monjes, Mitad Soldados. Figari insiste en que es inocente pero no ha dado la cara. (Aquí está mi entrevista con Salinas: http://bit.ly/1RBldN8). Figari renunció en el 2010 a su cargo al frente de esta congregación católica y está protegido en el Vaticano donde, supuestamente, lleva una vida de retiro. El Vaticano, hasta ahora, se ha rehusado a extraditarlo a Perú para que enfrente la justicia.

Hay muchas similitudes entre el ex líder del Sodalicio en Perú y el de los Legionarios de Cristo en México, según el periodista Salinas. Pero lo más escandaloso e incomprensible es la protección y complicidad del Vaticano.

Los gestos y los símbolos son fundamentales en la iglesia católica. El Papa Francisco sabía que Juan Pablo II protegió a muchos pedófilos -incluyendo a Maciel- y aún así lo hizo santo. Eso es un insulto a las víctimas de abuso sexual.

El ex sacerdote Alberto Athié denunció a Maciel ante la santa sede en 1999 pero no le hicieron caso, según me comentó hace tiempo el propio Athié. ¿Por qué los líderes de la iglesia católica decidieron ponerse del lado de los abusadores sexuales y no de sus víctimas?

El caso Maciel dejó al descubierto una triste realidad: es extremadamente difícil que en México un sacerdote pederasta termine en la cárcel. Pero el Papa Francisco pudiera cambiar todo esto ordenando a sus cardenales y obispos que entreguen a la policía a todos los sacerdotes pedófilos junto con sus investigaciones internas. El Papa Francisco podría empezar ese gran cambio en México. Aunque dudo que lo haga.

Y dudo, también, que el Papa Francisco me quisiera dar una entrevista si llegara a leer esto por casualidad. Pero, como ellos dicen, los caminos del señor son inescrutables. Y los de las entrevistas también.

Posdata. Mi deseo papal es que Bergoglio se reúna en México con las víctimas de sacerdotes pederastas, con los padres de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa y con los periodistas que despidieron tras su investigación de corrupción en la Casa Blanca mexicana. ¿Es mucho pedir?