Bolivia encara la votación más incierta en la era Evo

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La incertidumbre reina en Bolivia ante el referéndum convocado para este domingo por su presidente, Evo Morales. Los bolivianos decidirán si permiten al líder indígena, el artífice del mayor cambio social que ha vivido el país en la última década, la posibilidad de volver a presentarse a unas elecciones en 2020 y, de ganarlas, postergarse en el poder hasta 2025, año del bicentenario de la independencia del país. El alto porcentaje de indecisos entre el sí y el no, según todos los sondeos, será determinante.

Morales ha logrado un amplio respaldo en todas las contiendas electorales a las que se ha presentado hasta ahora. Legó al poder en 2006 con el 54% de los votos; dos años después, superó un referéndum revocatorio con el 67% del apoyo; en 2009, tras reformar la Constitución, volvió a ser elegido presidente con el 64% de los sufragios y cinco años después, en octubre de 2014, con el 61%. Las autoridades judiciales consideran que esta última fue la primera reelección de Morales, por lo que la segunda, que de momento no permite la Constitución, sería a partir de 2020.

Por primera vez, la mayoría de sondeos publicados hasta el pasado domingo, último día permitido por la ley, auguran un empate en el sí y el no y una horquilla de indecisos que oscila entre el 10 y el 15% de los más de seis millones de personas que podrán votar el domingo. En lo que sí coinciden todas las encuestas es en destacar la gestión del Gobierno de Morales. Incluso las que dan una clara mayoría a los partidarios de que Evo no pueda volver a presentarse, reflejan una aprobación del mandatario de más del 60%.

Después de más de 10 años en el poder, es indudable la transformación que ha sufrido el país. La incorporación a la clase media de un amplio sector de la población y la salida de otro tanto de la pobreza, ha traído un cambio significativo a Bolivia. Un mero paseo por La Paz permite comprobar cómo en el último año y medio se han abierto decenas de nuevos comercios, la construcción de edificios se ha disparado y el teleférico, la gran obra de infraestructura en la capital, funciona sin cesar.

Sin embargo, la creación de nuevas élites ha traído consigo también un aumento de la corrupción en las instituciones. Además, la sombra del caudillismo, tan propio de la historia de América Latina, ponen en duda la continuidad de Morales en el poder pese a su gestión. A ello hay que sumar que muchos bolivianos que le han respaldado en anteriores ocasiones no están de acuerdo con la forma en que el presidente ha encarado la campaña por este referéndum.

‘Con Evo sí tenemos futuro’, el lema utilizado para defender el sí en la votación del domingo, basado en destacar los logros alcanzados, nada tiene que ver con los discursos oficiales de los últimos meses. En vez de resaltar la estabilidad política o el crecimiento económico, que aún se mantiene, Morales y buena parte de su entorno -lo que ha profundizado una división en el Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de gobierno- han recurrido al discurso antineoliberal y antiimperialista para alertar de las consecuencias de una victoria del no.

Todo ello se ha visto acentuado por un escándalo de tráfico de influencias en el que se ha visto envuelto Morales. Hace dos semanas, Carlos Valverde, conductor de un programa de televisión, mostró ante las cámaras un certificado de nacimiento de un hijo de Morales con Gabriela Zapata en 2007. La madre del niño es gerente comercial de la empresa china CAMC Ingineerig, la principal proveedora del Estado, con contratos por alrededor de 500 millones de dólares. Morales niega que hubiese tráfico de influencias a favor de la CAMC y achaca todo a una conspiración en su contra liderada por Estados Unidos.