Copa América: Uruguay masca su fracaso

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Foto: Cavani, tras la eliminación de Uruguay KENA BETANCUR EFE

Dicen de Uruguay que es un país tan futbolero que en sus fronteras con Brasil y Argentina en lugar de aduanas debería tener porterías. Enquistado entre dos gigantes, pero nunca achantado, los charrúas coleccionan un listado de éxitos y de leyendas. Una de ellas alude a la capacidad de la selección para levantarse en todas las competiciones. Uruguay casi siempre comienza a remolque, se levanta y acaba exuberante. Pero en esta Copa América el alambre se ha roto y tras los dos primeros partidos ya no tiene opciones de superar la fase de grupos tras caer primero contra México (3-1) y ayer ante Venezuela (1-0). Todavía le espera una irrelevante cita con Jamaica, también eliminada.

El desastre se acompaña por la polémica porque Luis Suárez, que se había lesionado el pasado 22 de mayo en la final de la Copa del Rey, calentó de manera intensiva en la segunda parte del duelo contra los venezolanos y a falta de doce minutos de final el técnico Óscar Tabárez agotó las sustituciones con Mathias Corujo, un probo carrilero que juega en el fútbol chileno. Suárez pidió explicaciones a los técnicos, arrojó el peto de calentamiento al suelo y, enrabietado, golpeó el lateral del banquillo. Luego se deslizó que no podía jugar y se intuyó que faltó comunicación para explicar al futbolista que por más que se cambiase y se calzase las botas figuraba como no convocado en la relación de jugadores presentada al árbitro. Y que nadie consideró siquiera que estuviera en ella en su estado porque cuando se lesionó se apuntó que no regresaría hasta después de tres o cuatro semanas, con suerte para ayudar a su equipo en unos previsibles cuartos de final que ya no serán. “Por más que se enoje, Luis no está preparado para reaparecer porque hace 18 días que se lesionó. Es un asunto de médicos y no lo voy a poner al cien por cien”, zanjó Tabárez, que convaleciente tras una operación en la espalda tuvo que dirigir a su equipo apoyado en dos bastones.

A Suárez, que había derramado lágrimas de rabia en el Calderón nada más dañarse, le llevaban los demonios por jugar siquiera doce minutos. Le dio importancia a una competición que igual Uruguay no encaró con la mejor de las disposiciones y que ha alzado en quince ocasiones, más veces que nadie. Al inicio de la concentración previa Tabarez fue muy claro: “Es mucho más importante lo que podamos hacer a partir de septiembre con las eliminatorias del Mundial que una Copa América muy especial que ni me atrevería a llamarla así. La Copa América es otra cosa”. Al veterano seleccionador charrúa no le gustaba jugar en varias sedes a lo largo de Estados Unidos, no le gustaban las distancias a recorrer ni el calor que preveía. Su confesión sonó extraña en el contexto de una selección que a lo largo de su historia presumió de no jugar jamás con el freno de mano. En Filadelfia, y ante 10.000 uruguayos de la amplia colonia que habita en la zona, el capitán Diego Godín acabó pidiéndole perdón a la gente y llevándose la mano al corazón.

“Teníamos una ilusión muy grande y jugábamos también con la de muchos compatriotas. Venezuela supo jugar con nuestra desesperación”, resumió el central del Atlético. Uruguay fue reconocible en cuanto a que apeló a la heroica. Pero el héroe no llegó. No le abrieron la puerta a Suárez y se le cerró a Cavani, desacertado ante el gol. Stuani, que entró en el once tras el fracaso de Diego Rolán en el partido contra México, fue irrelevante. “Estoy sorprendido porque conozco bien a estos futbolistas y les sigo teniendo confianza, pero nos faltó juego y el triunfo de Venezuela fue justo”, lamentó Tabárez, que disputa su quinta Copa América y por primera vez se marchará eliminado a las primeras de cambio. Al final puso el foco de nuevo en lo que le interesa. “Es bueno que nos llegue este toque de atención justo en este momento antes de volver a las eliminatoria del Mundial de Rusia”. En esa estancia, Uruguay lidera el grupo sudamericano y deberá rendir visita a Argentina el 1 de septiembre.