Por qué el fútbol fue el gran perdedor en la Eurocopa 2016

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Foto: Getty Images

No hubo mucho fútbol en la final de Eurocopa16, algo que solo sorprendió moderadamente, ya que los instantes previos de buen juego habían sido tan escasos como las estrellas fugaces a las tres de la tarde.

Hubo emoción para repartir, con llanto de desconsuelo primero y luego de alegría por parte del gran personaje de este torneo (aunque no el mejor jugador), que creyó la causa perdida por su lesión.

En el preciso momento en que Dimitri Payet dejó fuera de combate a Cristiano Ronaldo, Portugal comenzó a ganar un partido que estaba jugando muy mal. No es que jugara mejor sin su gran estrella: la mejoría, el factor que terminó por darle el triunfo, fue la cohesión, la voluntad y la entereza de un equipo que dio la cara por su capitán.

Francia decepcionó, por supuesto, con tanto músculo y tan pocas células grises: apenas las de Griezmann, que en este equipo de Didier Deschamps es como un huevo rodeado de tomates.

Santiago Segurola, ahora columnista del diario AS, es tan perspicaz que su opinión antes del partido vale como retrato de la final: el sábado decía que la trayectoria de Portugal en este torneo había acabado “con la sensación de estancamiento de los últimos 10 años (…) con los jugadores aplastados por la púrpura de su crack”.

Agrega que la resistencia a la derrota en este torneo (Portugal solo ganó un partido en tiempo reglamentario y terminó tercero en su grupo, escapando del cruce con Alemania, Francia e Inglaterra) no estuvo centrada totalmente en CR, que lo acompañaron Pepe, Rui Patricio, Nani y jóvenes como Cedric, Raphael Guerreiro, Danilo, Andre Gomes, Joao Mario, Adrien Silva y Renato.

“El resultado”, decía Segurola el sábado, “es un equipo de considerable futuro y la mejor guardia pretoriana que ha encontrado Cristiano Ronaldo en la selección portuguesa.”

El equipo portugués jugó el domingo como una guardia pretoriana que protege al líder herido… gracias también a la falta de empuje de los coraceros franceses.

Después del partido, Ramón Besa, de El País, atribuyó la coherencia portuguesa a la acción del entrenador Fernando Santos, que previamente había sido uno de los técnicos mas criticados de Euro16.

“Atendiendo al tono de la competición, no podía haber otro ganador que el equipo de Santos”, dice Besa, “solvente en el manejo del grupo, experto en el planteamiento de los partidos, el más preparado para penar en un torneo largo, farragoso y eterno.”

Retroceso del juego

Pero esta epifanía del equipo portugués, que enjuga las lágrimas de su héroe, no borra la mediocridad del torneo.

La debilidad del desafío francés es lo que deja el sabor más amargo. Su equipo solo ofreció durante el torneo un rendimiento de nota, contra Alemania, un partido dominado casi totalmente por los germanos (ineficaces ante el arco galo, sin embargo), castigados por el oportunismo y pericia de Griezmann.

Y los puntos “positivos” desde el punto de vista del espectáculo y la difusión internacional del deporte, como la campaña de Islandia, Gales y otros equipos supuestamente débiles, pueden ser interpretados como un retroceso del juego al hacer la cuenta final.

Los goles brillaron por su ausencia, con delanteros de campanillas fuera de foco, en particular el normalmente brillante Robert Lewandowski.

Otro analista muy respetado, Jonathan Wilson, en Eurosport, dice que “el tema táctico está exacerbado por la naturaleza del juego internacional. Los mejores partidos llegan cuando se enfrentan dos equipos de habilidad semejante. Los choques desiguales raramente son entretenidos.”

Y prosigue: “tiene que haber una concentración de calidad. La hinchazón de los Mundiales y de los Euros ha destruido eso; quienes digan que Gales, Irlanda del Norte, Hungría e Islandia produjeron algunos de los mejores momentos del torneo tienen razón, pero Rumania, Ucrania, Rusia y Suecia fueron terribles. La expansión de los Euros se debe a razones políticas y financieras, nada que ver con la calidad”.

¿Paridad?

Para quienes crean que la virtud de la ampliación es dar cabida a los mas débiles, Wilson dice que equipos modestos como Escocia, Eslovenia y Letonia han tenido sus oportunidades en ocasiones anteriores.

En definitiva, el futbol no es el ganador en la Eurocopa 2016. El espectáculo ha estado en las tribunas antes que en el campo de juego. John Motson, un comentarista de BBC Sports, señala que dos de las emociones más fuertes no pueden clasificarse como “triunfos futbolísticos”: la marcha de Gales hasta semifinales y la humillación de Inglaterra ante la modestísima Islandia.

Dice Motson: “Muchos partidos solo comenzaron en el segundo tiempo. La primera media hora de la mayoría de los partidos produjo muy poco, sin intervención de los porteros.”

Motson también cree que la abundancia de malos partidos se debe al aumento de participantes. “Hacerlo de 24 equipos, y un sistema en el cual muchos de los ubicados en tercer lugar pasen, cultivó una filosofía de “si podemos obtener el resultado, nos clasificaremos”.

Y así resultó, como se ha visto. Con tanta gente jugando para “obtener el resultado”, hasta el partido final fue decepcionante.