Volando bajo, caos urbano en La Paz
Las asimetrías de la modernidad y las construcciones le juegan una partida desproporcional a la ciudad “maravilla”. Más antecedente del estado de destrucción del hábitat y la biodiversidad paceña.
La ciudad de La Paz ha perdido su encantadora belleza con el paso del tiempo. Al menos desde hace 5 años o tal vez más, una inusual carrera por la construcción de obras de gran tamaño y volumen le han quitado a la ciudad “maravilla”, varios de sus atributos mágicos. No hay un informe preciso de la cantidad de edificios que se han construido en el último quinquenio en La Paz, pero lo que sí existe de manera certificada es que muchas de estas construcciones son clandestinas y otras tantas están fuera de norma, representando un serio peligro a la seguridad.
Hecha la ley hecha la trampa
La Paz está viviendo un verdadero caos de la construcción y la destrucción de su espacio físico. En el último siniestro registrado en la parte más comercial de La Paz, el sector de la Huyustus, se supo días después del incendio que la construcción estaba fuera de norma. No es sorprendente que el propio alcalde Luis Revilla reconozca que esa construcción era ilegal. En promedio, la aprobación de una construcción de más de cinco niveles no demora más de cuatro meses, ignorando parámetros establecidos a nivel mundial: calidad del suelo, capacidad de fluidos sanitarios y fluviales, drenajes, descargas y hasta normas básicas de control de los materiales que se utilizan para levantar un predio.
No existen actualizaciones o tablas que miden el peligro ambiental o el riesgo de desplomes o incendios. Por otro lado, muy pocos edificios en la urbe son construidos con material antisísmico. Las construcciones carecen de estética porque la norma municipal es vacua y asimétrica para los espacios verdes. Además, hay una invasión agresiva del espacio público con autorización municipal. Vallas de publicidad se construyen con consentimiento de la autoridad en lugares que jamás deberían ser invadidos con fines comerciales. Se puede concluir sin exagerar que existe una creciente contaminación visual controlada por la propia alcaldía en el caso del tendido de vallas y de carteleras publicitarias, y una contaminación descontrolada en la aprobación de planos para la construcción.
El concejal Jorge Silva dice: “vemos que el 60 por ciento de las construcciones en La Paz no cuentan con los planos aprobados o si los tienen era para una construcción de tres plantas, pero resulta que han construido seis, escapando a todo control”. El concejal Silva continúa: “hay niveles de corrupción de autoridades municipales que están dejando construir fuera de norma, están aprobando planos en zonas que no deben, o se hacen de la vista gorda como el caso particular de la Ley de Bomberos que señala que las construcciones dedicadas al comercio deberían de habilitar un hidrante por infraestructura”.
Las áreas verdes
En varias capitales del mundo donde obtener una licencia de construcción demora en promedio entre dos a cuatro años, se establecen parámetros de equilibrio entre el cemento y el espacio verde. Muchos municipios de capitales importantes como Bogotá o Lima, sin ir lejos, han optado por exigir a los constructores lo que se conoce como “jardineras” o muros literalmente construidos de material vegetal que contrastan con los muros de ladrillo tan comunes en La Paz. La norma tampoco establece cuidado especial en espacios de conservación animal. Hace poco, una familia tradicional que vive hace más de 60 años en el barrio de Miraflores recibió la visita de un grupo de “expertos” y abogados para comunicarles la expropiación de su vivienda a cambio de un proyecto “urbano” que crece con dimensiones insospechadas.
Solo expertos y amigos cercanos de la familia sabían que la vivienda había sido en los últimos 50 años el lugar para la crianza de una variedad de aves en extinción. “Lo inusual -comenta la propietaria- es la cantidad y diversidad de aves que nos visitan cada día”.
La historia de los años 60
Eduardo Machicao Villanueva, toxicólogo de profesión, ecólogo de convicción, vivió con su familia, crió a sus hijos y les enseñó que el ambiente y los espacios verdes son fundamentales en la existencia de los humanos. Mariana, la hija menor de la familia, es amante de la naturaleza y continúa el legado de su padre junto a su madre y sus hijos; se corre la voz, algunas especies no muy comunes son registradas en la propiedad de los Machicao por profesionales ornitólogos y biólogos que visitan la casa.
Carlos Capriles, estudioso de la aves y autor de varios libros entre ellos “Aves de la ciudad de La Paz alegres desconocidos”, afirma que Bolivia posee una rica ornitofauna ocupando el sexto lugar de diversidad de aves en el mundo de las cuales 127 (Msc.Marco Octavio Ribera) viven en el departamento de La Paz; de estas, por lo menos 20 especies han sido registradas en este jardín durante el año, entre los cada vez menos frecuentes picaflor gigante y carpintero andino o yaca yaca.
En este sitio Carlos Capriles ha realizado nuevos registros de especies como el sayubú amarillo, típico de Yungas, como también loros maiceros y nidos de colibríes pecho azul entre otros registros que le hacen pensar en este predio como un sitio urbano privilegiado. “En ninguna otra parte del centro de la ciudad de La Paz se puede apreciar esta población de aves frugívoras como el azulejo andino”, dice Capriles.
“Se está planificando por lo interesante de este sitio, convertirlo en un centro de observación para estudiantes y aficionados, en lugar de monitoreo para todos aquellos estudiosos de la naturaleza”, continúa el estudioso. Las puntualizaciones de Capriles son una severa llamada de atención a los vecinos de La Paz y a las autoridades que no logran normar la explosión creciente de bloques de cemento donde no existen pulmones vegetales, ni trinos de aves, ni naturaleza, ni espacio de disfrute familiar.
En titulo de esta nota no podría ser más apropiado. La Paz está atravesando de manera sistemática la transformación agresiva de su hábitat natural, de sus espacios verdes y una continua contaminación visual. De no mediar una inmediata y elocuente respuesta de sus autoridades, la destrucción de la otrora envidiable urbe paceña es inminente.