¿Cómo se fortalece Putin con los bombardeos en Siria?

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Foto: AP

Desde hace un año, las fuerzas rusas han estado apoyando activamente al gobierno del presidente de Siria, Bashar al Asad.

El impacto de las operaciones ha sido significativo.

Cuando llegaron, había temor de que las fuerzas gubernamentales estuvieran a punto de colapsar.

Esta posición ha sido revertida con contundencia.

Es el gobierno sirio, aunque aún frágil, el que ahora está en una posición ofensiva, intentando recapturar a toda costa la ciudad de Alepo.

Inicialmente visto por analistas estadounidenses a través del prisma de la reciente intervención militar occidental en la región, muchos expertos no tardaron en desestimar el esfuerzo ruso ypredijeron un fracaso.

El ejército ruso, se dijo, no está preparado para guerras expedicionarias. “Rusia rápidamente sería absorbida por el pantano del conflicto sirio”, proyectaron.

Éxito militar

La realidad es muy diferente.

Roger McDermott, investigador de estudios euroasiáticos de la Fundación Jamestown y experto en el tema militar ruso dijo: “Los observadores (occidentales) han quedo impresionados con el despliegue militar ruso en Siria, con la capacidad que han demostrado para planificar, ejecutar y sostener una operación tan compleja, así como también por su habilidad logística para mantener el suministro de sus fuerzas localizadas a una gran distancia de Rusia”.

Pero ¿exactamente cuáles eran los objetivos rusos?

Rusia ha tenido una relación estratégica con Siria que se remonta a los días de la Unión Soviética.

Ha mantenido una base naval en la costa de Siria y ha sostenido vínculos cercanos con el ejército sirio, siendo su principal proveedor de armas.

Siria se había convertido en el último lugar en la región donde Moscú tiene influencia.

Fue el miedo a que esa relación pudiese verse afectada que llevó al presidente Vladimir Putin a dar un paso y actuar.

Aunque el poderío aéreo ruso ha sido el principal foco de los reportes noticiosos que cubren la intervención de Moscú, también ha habido una intensificación del entrenamiento y reequipamiento del ejército sirio, lo cual ha sido un factor crucial en el proceso de cambiar la suerte del presidente Asad.

Pero eso no significa que los objetivos militares rusos y sirios sean idénticos.

Minimizando pérdidas

Mientras que el gobierno sirio insiste en que quiere recuperar todo el territorio que ha perdido, el enfoque de Moscú, de acuerdo con Michael Kofman, investigador del Instituto Kenan, es muy distinto.

“A diferencia de Siria e Irán, Rusia no tiene interés en luchar por territorio“, dice.

“Moscú se había propuesto destruir de forma consistente la oposición siria moderada en el campo de batalla, dejando solo fuerzas yihadistas en juego y bloqueando a Estados Unidos en un marco político de negociaciones que servirían más allá de la vida útil de este gobierno”, señala Kofman.

“En ambos aspectos, ha sido exitoso“, apunta.

“La intervención de Rusia busca minimizar las pérdidas, depende en gran medida del poderío sobre el terreno de otros actores para aprovechar tanto como se puede los enfrentamientos, y con sus funcionarios incrustados con el objetivo de unir los esfuerzos militares y coordinar los ataques aéreos”.

Campo de pruebas

La operación en Siria ha proporcionado una oportunidad inestimable para que los generales rusos pongan a prueba sus fuerzas en condiciones operativas así como también para exhibir un poco de su tecnología militar más reciente.

McDermott dice: “El Estado Mayor ruso ve esto como una oportunidad para probar sistemas nuevos o modernos, experimentar con la capacidad de combate y presentar evidencia del éxito de la modernización militar“.

La fuerza aérea rusa ha desplegado algunos de sus aviones más modernos, aunque no se puede decir lo mismo cuando se habla de sus municiones.

La campaña aérea rusa ha dependido del uso de bombas de varios tipos que no son teledirigidas, una gran distinción con las campañas aéreas occidentales modernas, en las que casi todas las municiones usadas son dirigidas con precisión.

Las fuerzas especiales rusas y la artillería han participado en operaciones terrestres.

Ataques con misiles de largo alcance han sido conducidos desde barcos de guerra y submarinos rusos.

Incluso el único portaaviones ruso va rumbo a la región.

Siria se ha convertido en un campo de exhibición de las capacidades militares rusas.

Ventaja diplomática

Las consecuencias diplomáticas de la intervención rusa han sido una ganancia para Moscú.

Su rol militar activo en la región le ha dado un nuevo giro a sus relaciones con Israel, Irán y Turquía.

De hecho, Israel y Rusia han desarrollado un nivel significativo de entendimiento.

Las operaciones aéreas contra Hezbolá, grupo militante chiita libanés, por ejemplo, no se han visto obstaculizadas por el control ruso de significantes partes del espacio aéreo sirio.

Las relaciones entre Moscú y Teherán (el otro gran aliado de Siria) se han expandido e incluso la enemistad entre Moscú y Ankara ha disminuido, con ambos países dándose cuenta de que tienen que adaptarse, al menos hasta cierto punto, a los objetivos regionales de cada uno.

Pero las relaciones entre Estados Unidos y Rusia son las que han sufrido una influencia profunda desde que Moscú intervino en el conflicto sirio.

En un punto, Siria podría sumarse a la lista que encabeza Ucrania de los temas en los que Estados Unidos y Rusia no pueden ponerse de acuerdo.

Pero el rol del ejército ruso garantizó que el liderazgo de Al Asad no fuese eliminado del tablero.

Eso provocó que Washington revisara su propio enfoque y emprendiera, lo que evidentemente se ha probado fue un esfuerzo ilusorio: desarrollar algún tipo de asociación con Rusia.

4.000 civiles muertos

Estados Unidos se vio obligado no solo a lidiar con Rusia como un actor diplomático al mismo nivel sino a cambiar su propia posición frente al gobierno de Al Asad y tomar una, que pese a todo el ofuscamiento, está muy por debajo de su insistente posición de que el presidente Al Asad se tenía que ir y que era una precondición para cualquier acuerdo negociado.

La naturaleza indiscriminada de las campañas aéreas de Rusia y Siria, ejemplificada por la actual lucha por Alepo, no le ha hecho ganar más amigos a Moscú en Occidente.

Rusia ha sido acusada por varios gobiernos de lo que califican como actos de barbarie y por supuestamente cometer crímenes de guerra.

De acuerdo con el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, organización con sede en el Reino Unido, casi 4.000 civiles han sido asesinados en el año que se ha perpetrado los ataques rusos.

Pero la opinión pública en Occidente a veces parece indiferente ante el conflicto sirio, quizás por el cansancio que dejaron las guerras en Afganistán e Irak.

Y es que también ha habido un nivel sustancial de confusión.

“Una carga”

Las operaciones rusas de información insisten en presentar la campaña en Siria como una lucha de la civilización contra el terrorismo, algo que no convence a todos, pero sí a quienes apoyan incondicionalmente a Rusia.

Ellos, sin embargo, complican una historia que ya es bastante compleja para muchas personas en Occidente, quienes se mantienen escépticas frente a las actuaciones de sus propios gobiernos, pero no muy interesadas en lo que Rusia realmente pudiese pretender.

La importancia de las operaciones de información fue muy claramente ilustrada por el concierto celebrado en las ruinas de Palmira tras ser capturada de manos de la organización radical autodenominada Estado Islámico por parte del ejército sirio.

Kofman dijo: “El Kremlin ha manejado hábilmente la forma en que el público ruso ve esta intervención”.

“Dado el lamentable estado de la economía, los líderes rusos siempre han estado preocupados porque Siria pueda ser vista como una carga indebida“.

Kofman interpreta que la decisión del Kremlin, anunciada en marzo, de reducir significativamente su poderío aéreo en Siria como un intento de “obtener ganancias políticas en casa y refundar la guerra en la mente del público”.

“Más que una campaña prolongada, las operaciones de combate rusas se han convertido en algo normal”.

Las expectativas occidentales de que con su intervención en Siria, Putin correría un gran riesgo político, simplemente no se ha cristalizado.

“Quienes esperaban que el apoyo de los rusos a Vladimir Putin colapsara, después de su intervención en Ucrania o en Siria o por la economía, se han dado cuenta que estaban equivocados”.

Bajas

Las bajas rusas en Siria son difíciles de estimar.

Algunos de sus helicópteros han sido atacados y se ha reportado que varios miembros de las fuerzas especiales rusas han muerto en combate.

Pero desde una perspectiva general, las bajas parecen ser limitadas y las noticias de las muertes en combate (como las que han ocurrido entre las fuerzas rusas en el este de Ucrania) están restringidas, otra razón por la cual no ha habido reacción interna contra la intervención en el conflicto sirio.

Pero, si se usan sus propios estándares, la intervención de Rusia en Siria ha sido un éxito en varios niveles.

La pregunta real es si la situación puede durar.

¿Hay una estrategia clara de salida para que Rusia pueda ser capaz de capitalizar sus ganancias y compensar sus pérdidas?

McDermott dice que los objetivos estratégicos son vagos.

“La estrategia de salida, si hay una, es la que parece estar arraigada en fortalecer el poderío de combate del ejército sirio y la que asegure un poco de estabilidad política a largo plazo que demuestre que Rusia ha vuelto a ser una gran potencia”.

Kofman dice que el “impacto estratégico” de la intervención rusa todavía se mantiene en duda.

Esas ganancias se pierden fácilmente y pueden probar ser ilusorias“, señala.

“El ejército sirio sigue siendo un caos, Irán apoya a Al Asad, mientras que Rusia está más interesada en un juego de gran nivel con Estados Unidos”, agrega.

“Y sin una solución política para asegurarlos, esos logros se pueden evaporizar a medida de que la paciencia y los recursos rusos se agotan. El liderazgo de Rusia sabe que esto puede llevar años y preferiría llegar a un acuerdo mientras tiene la ventaja militar”, indicó el experto.

 

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