Después de mucho misterio, Bob Dylan no acudirá a recibir el premio Nobel de Literatura a Suecia. El músico ha alegado que tiene “otros compromisos previos”. La Academia Sueca ha informado que Dylan ha mandado “una carta personal” para comunicar su decisión.
En conversación telefónica con EL PAÍS, Annika Pontikis, jefa de relaciones públicas de la Fundación Nobel, ha asegurado: “Es su decisión. Simplemente. Está bien”. La Fundación Nobel es la institución que se hace cargo de organizar los simposios Nobel, pero también de coordinar la entrega del diploma y el cheque de casi un millón de euros. “Dylan recibirá el dinero. No es excluyente. No acudir a la ceremonia no quita para no recibir el dinero. Él ha aceptado el premio”, explica Ponitikis, que añade que cree que el galardón al músico está bien otorgado. “Si tiene otros compromisos y los considera más importantes, es perfecto”, subraya. “Pero parece una mente un poco complicada”, apunta con una pequeña risa.
La Academia también ha apuntado que, según la carta recibida, el músico “deseaba” acudir a recoger el premio personalmente y que se sentía “honrado”, pero que le resultaba “desafortunadamente imposible”. “Respetamos la decisión de Bob Dylan aunque es poco corriente”, señala el comunicado. El músico se suma a otros ilustres nombres que no acudieron a recibir el galardón en el pasado como Doris Lessing (por cuestiones de edad), Harold Pinter (por estar hospitalizado) o Elfriede Jelinek (por sufrir fobia a los actos públicos).
Para sorpresa de muchos, el músico, ganador también del Pulitzer y Premio Príncipe de Asturias de las Artes, recibió el mayor galardón de las letras mundiales el pasado 13 de octubre “por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción”.
Mientras crecía la expectación sobre su posible asistencia a la ceremonia que se celebrará en Estocolmo el próximo 10 de diciembre, el cantautor aseveró en una entrevista en el diario The Telegraph que la noticia sobre el Premio Nobel le dejó “sin palabras”. Y añadió que iría a recoger el premio, si podía. Antes de conocerse esta decisión y mientras se esperaba algún comunicado del músico, el miembro de la Academia y escritor Per Wästberg reprochó al cantautor no responder a las llamadas ni darse por aludido y dijo en la televisión pública sueca SVT: “Creo que es justo decir que su reacción hasta el momento ha sido descortés y arrogante”.
Entre los mensajes ambiguos del músico y malestar manifestado por Wästberg, la secretaria permanente de esta institución, Sara Danius, defendió la decisión de la Academia resaltando la condición de poeta de Dylan y recurrió al ejemplo de los antiguos bardos griegos como Homero, que escribían poesía para ser escuchada e interpretada. La jefa de relaciones públicas de la Fundación Nobel no ha querido valorar las palabras de Wästberg ni el ambiente en la Academia ante la actitud del premiado.
Esquivo e imprevisible, Dylan siempre se ha caracterizado por su alergia a los actos públicos y las relaciones sociales. La última ceremonia a la que asistió fue a la gala que en febrero del año pasado se organizó en su nombre por MusiCares, la organización benéfica que ayuda a los músicos necesitados. Ese día fue presentado por el expresidente estadounidense Jimmy Carter y mostró un perfil muy distinto al de ahora. Dio un largo discurso, repleto de recuerdos personales, homenajes artísticos a sus ídolos de juventud y mentores y reproches a los críticos musicales y detractores.