Dilma Rousseff: América Latina está regresando al neoliberalismo

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Foto: Yuri cortez / AFP

La expresidenta brasileña Dilma Rousseff ha cargado este lunes en la Ciudad de México contra las políticas “neoliberales” que, a su juicio, está siguiendo el Gobierno “ilegítimo” de Michel Temer y que se están extendiendo por el resto de América Latina. Acompañada por Cuauhtémoc Cárdenas, el patriarca de la izquierda mexicana, y por Pablo Gentili, secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Rousseff ha defendido su legado y el de Lula da Silva y ha negado que el caso Odebrecht comprometa la democracia en la región.

“No es una cuestión única de Brasil: toda América Latina está en un proceso de vuelta al neoliberalismo”, ha aseverado la exgobobernante. “Han aprovechado la crisis emergente para llegar al poder. Sin habernos culpabilizado de la crisis económica no lo habrían conseguido”. En su crítica hacia este giro conservador en la región, Rousseff ha llegado a equipararlo en algunos puntos con las dictaduras militares que sacudieron Latinoamérica en la segunda mitad del siglo pasado. “Pero, a diferencia de entonces, ahora el pueblo sabe que es posible distribuir renta”. La nueva “ola conservadora”, término que ha repetido en varios tramos de su comparecencia, “también busca un nuevo modelo de relación unilateral, sobre todo con EE UU, en detrimento de la multilateralidad”, ha advertido.

Preguntada por las ramificaciones del caso Odebrecht, un auténtico tsunami de corrupción que amenaza a gobernantes de toda América Latina y señala a su predecesor y gran mentor, Luiz Inácio Lula da Silva, la exmandataria ha negado que “comprometa” la democracia en la región. “El problema de la corrupción es muy grave y muy diverso. No hay corrupción si no hay recursos concentrados en algunas manos”. Rousseff, que se ha referido a la crisis de las hipotecas subprime de 2008 y 2009 como “el mayor escándalo de corrupción de los últimos años”, ha subrayado que en Latinoamérica “siempre ha habido corrupción”. “Se hace con el dinero no contabilizado para no pagar impuestos. Para erradicarla hay que combatir los paraísos fiscales, que es donde está ese dinero. Si no, no se estará yendo al fondo del problema: primero hay que entender de qué se trata”.

La expresidenta brasileña ha incidido en las “mentiras” que, a su juicio, desembocaron en su destitución parlamentaria, en mayo de 2016. “Se decía que había que retirarme porque el país quebró. Eso no es cierto: quebró en 2002, bajo Gobierno de Fernando Henrique Cardoso. La causa fundamental de mi impeachment fue volver a encuadrar a Brasil en el neoliberalismo”, ha remarcado. Rousseff ha recordado que cuando su predecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, llegó al poder “el FMI todavía estaba presente en el país” y ha reivindicado las reservas de moneda que dejaron como legado los Ejecutivos de su formación, el Partido de los Trabajadores (PT): “Son de las mayores del mundo y el Estado tiene un gran colchón de liquidez y capacidad de endeudamiento”.

Defensa de su política económica

En materia económica, Rousseff también ha defendido las políticas contracíclicas que llevó a cabo cuando estaba en el poder y que permitieron, a su juicio, asegurar el consumo y la inversión tras la crisis económica mundial de 2008 y 2009. “Lo conseguimos durante un tiempo, hasta el punto de que en 2014 el desempleo tocó un mínimo histórico. Pero ahí llegó la crisis emergente: la desaceleración de China, la caída de las materias primas, la salida de EE UU del plan de estímulo monetario y una gran sequía. A eso, en el caso de Brasil, se sumó una gran crisis política: fui elegida en noviembre y en marzo el impeachment ya estaba encima de la mesa”, ha aseverado.

“He vivido dos golpes en Brasil: uno militar, en 1964, y uno parlamentario. Hoy, Brasil está dividido y por primera vez en mi vida veo una propuesta clara de extrema derecha”, ha apuntado la exmandataria. “En mi país, las transiciones de la dictadura a la democracia y del imperio a la independencia han sido manejadas por las élites. Y hoy hay que poner al pueblo en el centro, con procesos democráticos”. En ese sentido, Rousseff ha abogado por un cambio en el sistema político: “Cardoso solo precisaba del apoyo de tres o cuatro partidos para gobernar. Lula, de seis a doce. Yo, 20”, ha resumido. “Hay una fragmentación de los partidos políticos y cuantos más hay, menos gobernable es un país”.

Las referencias a su gran mentor, Lula da Silva, no se han quedado ahí. “No pueden tirar a Lula del proceso [electoral], a pesar de dar gran espacio en los medios para destruir su biografía, es el más apoyado”, ha apuntado sobre la posibilidad de que el histórico líder del Partido de los Trabajadores vuelva a concurrir como candidato. “Tras él, el siguiente en apoyos es de extrema derecha”, ha remarcado. Horas antes de su encuentro con los medios, la expresidenta brasileña había afirmado en una entrevista a La Jornada que “solo con medios neogolpistas” podrán evitar el triunfo de Lula en las elecciones, “que invaliden un proceso de elección libre, directa, donde se respete el voto popular”.

Las mayores críticas de su discurso en México han sido para su sucesor, Michel Temer: “El Gobierno ilegítimo está implementando políticas como la congelación del gasto a 20 años vista; eso supone la congelación de los gastos de educación y sanidad que se ceba con los más pobres”, ha dicho. “Sin inversión en ciencia y educación no vamos a poder entrar en la economía del conocimiento”, ha remarcado al tiempo que denunciaba la “precarización” del trabajo en su país, “una de las características fundamentales del neoliberalismo”.

En contraposición a esta realidad, Rousseff situó a los Gobiernos populares, “que aplicaron medidas para salir del ciclo neoliberal; se afanaron en reducir la esxclusión social y la desigualdad. No fueron Gobiernos populistas; fueron Gobiernos populares”, ha zanjado en referencia implícita a su propio Ejecutivo.