La importación de papa, tomate y cebolla se dispara

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Foto: El Diario

Las importaciones de papa, tomate y cebolla se dispararon entre 2000 y 2016, revela el  estudio  Tendencias de producción y consumo de los alimentos básicos en Bolivia, del economista José Gabriel Espinoza.
El análisis, con base en datos oficiales del INE,  da cuenta  que las compras de papa en el exterior pasaron de un promedio de 5.000 toneladas en 2000 a 25.000 toneladas para 2016 (cinco veces más).
Las de tomate, de 2.000 toneladas en promedio a 12.000 toneladas (seis veces más) y de cebolla de 308 toneladas a 4.950 toneladas (16 veces más).
Las cifras revelan que el país no es autosuficiente en la producción de estos alimentos.
Según  el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), el déficit  de papa en 2014 fue de 36.000 toneladas, lo que es cubierto con 31.000 toneladas de papa fresca y 5.000 toneladas de derivados del tubérculo traídas del exterior.
Según datos del Ministerio de Desarrollo Rural,   la producción de papa el año 2015 fue de  893 mil toneladas y para 2016 se proyectaba  superar  las 983 mil toneladas, mientras que en  2014 la oferta fue de  más de un millón de toneladas del tubérculo.
Según el estudio, la reducción de la producción de papa,  tomate y  cebolla  se debe a diversos  factores, como el aumento de la demanda, la migración a las ciudades y la poca disponibilidad de tierras en áreas cercanas a las ciudades, así como otros motivos relacionados al cambio climático y la adopción de actividades más lucrativas.
“En un país en el cual se está dando un crecimiento demográfico en las ciudades, la demanda aumenta , pero la disponibilidad de tierra para producir en lugares cercanos a los centros de consumo está bajando”, observó Espinoza.
De acuerdo con cifras del Censo de Población y Vivienda 2012, el 70% de los bolivianos vive en ciudades, esto habría incrementado la presión sobre los agricultores, que cambian sus cultivos tradicionales por otros más rentables.
“Hemos cambiado de la agricultura tradicional, familiar y campesina a los cultivos de gran escala que responden al modelo de agronegocio, que produce plantas que si bien son comestibles, no están destinadas al consumo en los hogares”, sostuvo.
Añadió que las legumbres   y frutas provenientes del exterior  se han terminado instalando en los mercados en desmedro de la producción local.  Por ejemplo, la importación de frutas pasó de 21.700 toneladas en el año 2.000 a 53.000 toneladas en 2015.
Cambio de tendencia   El autor del documento explicó que si bien la importación de alimentos en general bajó en los últimos años, si se observan los datos desagregados, se puede verificar  un  cambio en la composición de las compras.
Entre 2000 y 2005, la internación de alimentos llegaba en promedio  a 270 mil toneladas, en 2014 subió a 308 mil toneladas y en 2015 a 54.000.
El experto señala  que el año  2000 los granos y cereales representaban el 85% de las compras externas de alimentos y la de verduras y frutas  el 7% cada una.
Sin embargo,  para 2016 los granos, las frutas y verduras frescas, cada una representan el 33% de las importaciones de alimentos.
“Es decir que los alimentos que uno va  a comprar al mercado son cada vez más importados, de ahí la sensación de que en realidad Bolivia está produciendo cada vez menos”, sostuvo.
Este cambio de tendencia se justifica también porque en el país hubo un incremento en la producción de arroz, cebada y otros granos que han pasado a ser productos de cultivo con alta tecnificación.
Para que el país deje de importar, el experto considera que se deben impulsar programas de apoyo y de diversificación de la oferta, que vayan acompañadas de mayor tecnología, así como también programas  para mitigar el cambio climático.
Las cadenas de frío son fundamentales,   porque una gran parte de la producción de tomate se pierde entre el campo y la ciudad, agregó.
Bolivia, lejos de alcanzar la soberanía alimentaria
Según el economista José Gabriel Espinoza, se debe hacer una diferenciación entre seguridad y soberanía alimentaria, conceptos que en muchos casos son usados indistintamente.
De acuerdo con el experto, la seguridad alimentaria se refiere al nivel de ingresos con el que los habitantes del país cuenta para cubrir la canasta familiar y poder cubrir sus necesidades alimentarias.
“Este es un indicador engañoso, ya que si bien se ha presentado un incremento en los ingresos de las familias y éstas han podido  comprar más alimentos, esto no dice nada sobre la calidad de los mismos, así como sobre su contenido nutricional”, añadió.
Este término tampoco dice nada acerca del origen de los alimentos que se consumen en los hogares.
Por otra parte, soberanía alimentaria se refiere a la capacidad de un país de poder cubrir la demanda interna de alimentos con su propia producción, señaló el experto. “Por ejemplo, el Gobierno indica que solo nos falta incrementar la producción de trigo para ser soberanos, pero la realidad muestra que debemos mejorar la  producción de muchos otros productos”, observó.
Según Espinoza, Bolivia está bien encaminada  en seguridad alimentaria, sin embargo, los niveles de importación de alimentos de los cuales antes  se era  autosuficiente muestra que estamos lejos de la soberanía.
“Si estamos importando tanto alimento, cómo podemos garantizar la seguridad y soberanía alimentaria, que son lineamientos que forman parte de la planificación estratégica nacional”, dijo.