iPhone X: ¿innovación tecnológica o fetichismo consumista?

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Foto: JOSH EDELSON / AFP

El pasado miércoles, Tim Cook, una vez más disfrazado de Steve Jobs y con los Beatles como banda sonora, presentaba los 3 nuevos iPhones de la compañía de Cupertino. Entre ellos, el esperadísimo iPhone X que el mismo Cook definía como el “smartphone de la próxima década”. Un terminal que en el hardware no presenta absolutamente nada nuevo (la pantalla infinita, el reconocimiento facial o la cámara dual están presentes en la mayoría de los terminales de la gama alta) y aunque el software siempre fue el fuerte de los de la manzana, la pregunta que el mercado se hace es si este será lo suficientemente diferencial para justificar la enorme diferencia de precio con sus competidores y hasta con otros terminales de la compañía: el iPhone X cuesta 250 euros más que el 8 y 140 más que el 8 plus, también presentados el miércoles. La respuesta me parece bastante sencilla: da igual. Apple ha creado un producto que no se comprará por su hardware ni por su software

Por mucho que Cook se disfrace, su Apple nada tiene que ver con la de Jobs. La que un día fuera una compañía de innovación disruptiva es hoy una compañía de mercadotecnia y estrategia comercial. Lo más atrevido, disruptor e innovador de iPhone X es su precio; no solo porque sea el terminal más caro jamás lanzado por la compañía (con mucha diferencia) sino por una política de precios internacional con diferencias que pueden superar el 33%. Cierto es, que esta política no es nueva en Apple que parece tener precios para listos y para tontos en la que España está en el segundo grupo. Comprar un iPhone X en Barcelona, Madrid o Bilbao costará un 30% más que hacerlo en Chicago, New York o Tokio.

Este dato podría indicar que el iPhone X se posiciona como un smartphone en ciertos mercados (EE UU o Japón por ejemplo) que debe competir en precio con sus rivales pero que en otros mercados, como el español, lo que quiere ser es un producto de lujo fuera de las leyes de la elasticidad del precio. Apple parece empeñada en demostrar que en países como China, India, España o Italia ( por poner algunos ejemplos) el aumento de precio no supone un descenso de la demanda; el iPhone como paradigma del bien inelástico que dicen los economistas. Dicho de otra forma, Apple está convencida de que una parte muy significativa de sus clientes seguirá comprando sus productos sea cual sea el precio de estos.

¿Cómo explicar que el precio de iPhone X en India sea un 30% más alto que en Japón o EE UU cuando el poder adquisitivo es enormemente inferior? Simple. En Japón o EE UU, el iPhone X es un teléfono para aquellos que valoren sus prestaciones. En India (o en España) es un artículo de lujo para un público más preocupado por la presunta exclusividad del producto que por su hardware o su software y, para ellos, el precio es irrelevante siempre que sea lo suficientemente alto para que solo unos pocos puedan permitírselo.

Por mucho que Cook insista, el iPhone X no será el teléfono de la próxima década para la mayoría. Eso sí, desgraciadamente, una inmensa minoría lo comprará solamente por eso, porque la mayoría no pueden tenerlo. Decía Zygmunt Bauman que, en la economía neoliberal, consumir era invertir en la propia pertenencia a la sociedad. Para algunos esos 1.159 euros que cuesta iPhone X será un precio de entrada a un determinado grupo. Puro fetichismo consumista.