A menos de un mes de las elecciones presidenciales del 7 de octubre en Brasil el Partido de los Trabajadores (PT) cambió de candidato.
El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, encarcelado por corrupción, renunció a su candidatura y anunció como su sustituto al exalcalde de Sao Paulo Fernando Haddad.
Forzado a cambiar de candidato el PT, la gran pregunta es si Haddad -que hasta ahora competía por el cargo de vicepresidente- heredará los votos de Lula.
Muchos analistas políticos consideran que a pesar de estar entrando de forma muy retrasada a la disputa, Haddad será un candidato fuerte porque heredará parte del apoyo de Lula.
Y es que el expresidente contaba con el favor de casi el 40% del electorado, según las encuestas.
Un tema importante, sin embargo, es si habrá tiempo suficiente para esa transferencia de votos, ya que el PT optó por aplazar hasta último momento el cambio de candidatos.
Los analistas recuerdan que Lula pudo transferir con éxito sus votos en 2010 para que la entonces ministra de la Casa Civil, Dilma Rousseff, fuera elegida presidenta.
Su candidatura, sin embargo, fue preparada con dos años de antelación, periodo durante el cual Lula, entonces un presidente con alta popularidad, viajaba con su pupila por el país, llamándola “madre del PAC”, el megaprograma de infraestructura del PT.
“La transferencia de votos entre un liderazgo y su apadrinado es algo común, un fenómeno bien documentado (por la ciencia política). La cuestión es si alcanza el tiempo dadas las circunstancias actuales y con las limitaciones de propaganda: Lula no puede grabar (vídeos), abrazar al candidato, viajar por Brasil con él”, afirma Pablo Ortellado, profesor de Gestión de Políticas Públicas en la Universidad de Sao Paulo (USP).
Además del poco tiempo, con menos de un mes para las elecciones, también está el asunto de la migración de votos de Lula para los demás candidatos.
Según la última encuesta de Ibope, la ambientalista Marina Silva, del Partido Red Sustentabilidad, sería la más beneficiada.
Qué dicen los sondeos
Una encuesta del instituto Datafolha realizada el lunes muestra que Haddad fue el candidato que mejoró su intención de voto en relación a la encuesta anterior del 22 de agosto, subiendo del 4% al 9%.
No obstante, eso lo deja detrás de otros tres candidatos: Ciro Gomes del Partido Democrático Laborista (PDT), que pasó del 10% al 13%; Marina Silva, que cayó del 16% al 11% y Geraldo Alckmin del
Partido de la Social Democracia (PSDB), que osciló entre el 9% y el 10%.
El sondeo muestra que el candidato de ultraderecha Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal (PSL), mantiene el liderazgo, con el 24% de las intenciones de voto, frente al 22% en el sondeo anterior.
Bolsonaro fue acuchillado el pasado jueves, durante un acto de campaña en Minas Gerais, y está internado en Sao Paulo. No se sabe aún cuándo será dado de alta.
Las encuestas sobre una posible segunda vuelta electoral indican que, en el actual escenario, Bolsonaro perdería contra Ciro, Silva y Alckmin y empataría con Haddad.
Ciro también vencería a Silva y Alckmin, mientras que Haddad perdería con ambos.
El problema del “voto útil”
Si ese escenario se mantiene, deja al candidato del PDT como el más competitivo en una segunda vuelta contra Bolsonaro.
Por ello, Haddad corre el riesgo de perder a electores de izquierda para un posible “voto útil” en apoyo a Ciro.
Para la analista política María Hermínia Tavares, del Centro Brasileño de Análisis y Planificación (Cebrap), las encuestas indican que parte del electorado de izquierda ya comenzó a migrar antes de la definición del nuevo candidato petista, mostrando un “problema de timing” en la sustitución.
No obstante, Tavares resalta que “cualquier candidato nombrado por el PT tiene potencial para crecer y es competitivo”.
Además, señala que la disputa fragmentada reduce el porcentaje mínimo de votos necesarios para llegar a la segunda vuelta, de modo que Lula no necesita transferir el 100% de su apoyo para llevar un sustituto a la etapa final.
Y destaca que el PT tiene una estructura nacional mayor y más tiempo de propaganda electoral que el PDT de Ciro y la Red Sustentabilidad de Marina Silva, lo que le da una ventaja en la disputa por el voto de izquierda “huérfano” que podría dejar Lula.
Perfiles muy diferentes
Otra duda sobre Haddad es si su personalidad distante y su perfil académico, tan diferente al de Lula, podría ser un obstáculo para que herede votos del exmandatario.
Mientras que Lula viene de un origen pobre y se lanzó a la política a partir del movimiento sindical, Haddad tiene trayectoria académica y trabajó en el sistema financiero cuando fue analista de inversiones de Unibanco.
Es licenciado en Derecho, con maestría en Economía y tiene un doctorado en Filosofía.
El cargo más alto a nivel nacional que ocupó Haddad fue como ministro de Educación (2005-2012), puesto al que renunció para postularse como alcalde de Sao Paulo.
Ganó esas elecciones en 2012. Fueron los únicos comicios que ganó. La segunda vez que disputó elecciones fue en 2016, para ser reelegido, pero perdió ante João Dória del PSDB, en medio del desgaste del PT por las denuncias de corrupción y el “impeachment” de Dilma Rousseff.
Algunos también atribuyen la derrota a una falla de la gestión Haddad.
Para Tavares, no está claro si esa diferencia de perfil en relación a Lula perjudicará a Haddad.
“Con excepción de Marina Silva, ningún candidato (entre los más competitivos) tiene cara de pueblo, son todos hombres blancos, así que Haddad estará disputando votos con candidatos de perfil similar”, analiza.
Denuncias de corrupción
Otro factor que podría perjudicar a Haddad es una denuncia presentada en los últimos días por el Ministerio Público de Sao Paulo, que lo acusa de corrupción pasiva, asociación criminal y lavado de dinero.
Los denunciantes dicen que Haddad recibió dinero de la empresa UTC en 2013 para pagar deudas de su campaña de 2012.
El exalcalde lo niega y sostiene que se trata de una acusación falsa realizada por el expresidente de UTC Ricardo Pessoa en venganza por el hecho de que cuando asumió como alcalde, suspendió un contrato de esa empresa por sospechas de sobrefacturación.
Además de esa denuncia, Haddad también enfrenta otro proceso por el presunto fraude en la construcción de uno de los tramos de la ciclovía de Sao Paulo, cargo que también niega.
Según los analistas entrevistados, la alta intención de votos de Lula, que está condenado por corrupción pasiva y lavado de dinero, muestra que las denuncias no tendrán un peso determinante en la elección.
Resaltan que hoy hay muchos políticos acusados que siguen sin castigo, lo que alimenta en parte del electorado la percepción de una persecución a Lula.
“Estas denuncias y la recesión económica pesaron mucho sobre el PT en 2016 (en las elecciones municipales), pero ahora hay políticos acusados de corrupción en diferentes partidos y la crisis sigue peor, entonces el escenario cambió en esta elección”, considera Tavares.