Philip Goldberg, el controvertido embajador que Donald Trump quiere enviar a Colombia

0
380
Foto: Getty Images

“Queda declarado como persona no grata en Bolivia”, dijo Evo Morales.

Así, el presidente boliviano expulsó a Philip Goldberg, el embajador de Estados Unidos en La Paz de ese entonces, el 12 de septiembre de 2008.

El experimentado diplomático, a quien ahora Donald Trump quiere enviar a Colombia, era acusado en esa época de conspirar con la oposición de ese país contra Evo.

Sin embargo, no fue el único episodio controversial en el que Goldberg, de 63 años, se vio involucrado y aún así no deja de ser un reconocido y vigente diplomático en el Departamento de Estado.

Después de su expulsión en La Paz, por ejemplo, le tocó ser el representante estadounidense en Filipinas y Cuba.

Antes de Bolivia pasó por Kosovo en mitad de la guerra en la ex Yugoslavia .

En ninguna de esas escalas tuvo perfil bajo y tampoco estuvo libre de controversias.

De hecho, ya tiene experiencia en Bogotá porque a principios de siglo fue coordinador del polémico Plan Colombia que Estados Unidos promovió en este país.

Diplomático reconocido

En un comunicado enviado a BBC Mundo por la embajada estadounidense en Bogotá se señala que Goldberg “ha recibido un premio presidencial de Rango Distinguido, dos premios presidenciales de Rango Meritorio y la Medalla de Plata del Sello Nacional de Inteligencia”.

El nominado por Trump, además de su paso por diferentes países, fue subsecretario de Estado en Inteligencia e Investigación y el coordinador de Washington para las sanciones de Naciones Unidas contra Corea del Norte.

“Es un alto funcionario del servicio diplomático, con el rango de embajador de carrera”, añade el documento de la embajada de EE.UU. sobre su representante.

La desconfianza de Bolivia

Goldberg generó desconfianza desde su desembarco en La Paz, en 2006, a pocos meses de la asunción de Evo Morales a la presidencia.

Su pasado como jefe de la misión estadounidense en Kosovo, justo en la época en la que se separaron Serbia y Montenegro, despertó muchas susceptibilidades en un país que en ese momento vivía una crisis política donde regiones se encontraban enfrentadas.

Bolivia en ese tiempo se hallaba dividida entre los partidarios de Evo, atrincherados en los departamentos andinos, y las ciudades de tierras bajas que rechazaban al nuevo presidente.

“Separatista” y “divisionista” fueron dos términos con los que autoridades bolivianas tildaron a Goldberg en aquel entonces.

“Conocía perfectamente lo que son las luchas interétnicas y los conflictos nacionales al interior de un mismo Estado”, relató el actual ministro de la Presidencia de Bolivia, Alfredo Rada, en el documental “Invasión USA” (2014).

La autoridad añade que el embajador sostuvo reuniones “políticas y no solo diplomáticas” con los líderes más notables de la oposición de ese entonces con afanes “desestabilizadores“.

Dos años duró el estadounidense en La Paz, hasta que Evo Morales anunció su expulsión desde el Palacio de Gobierno.

Estados Unidos no ha tenido embajador en Bolivia desde aquel episodio de 2008.

Con Duterte

En Filipinas, Goldberg tuvo un paso complicado, fundamentalmente por las controversias con el presidente de ese país, Rodrigo Duterte.

Aterrizó en Manila en 2013, durante la administración de Barack Obama, un gobierno que no se llevó muy bien con el mandatario filipino.

Washington cuestionaba que en Filipinas no se respetaban los derechos humanos y señalaba que se producían ejecuciones extrajudiciales.

Duterte, quien llegó al poder en 2016, afirmó que Goldberg era un “hijo de puta” y que no lo soportaba, en una alocución transmitida en la televisión de ese país y frente a sus militares.

El filipino acusaba al estadounidense de entrometerse en las elecciones que en ese momento se llevaban a cabo en ese país a través de sus declaraciones ante los medios.

El Departamento de Estado señaló que los dichos del presidente de Filipinas eran “inapropiados e inaceptables“.

Después de ese episodio, Goldberg terminó su misión en Manila y fue condecorado por el Congreso estadounidense.

La Habana y su pasado en Bogotá

Un par de años después, el diplomático asumió una nueva misión ya con Donald Trump como presidente.

En febrero de 2018 llegó a La Habana, luego de que el actual presidente de EE.UU. anunciara que revisaría y congelaría el acercamiento entre los dos países que había llevado a cabo Obama.

Estuvo menos de seis meses en la isla y en ese tiempo fue uno de los denunciantes de los llamados “ataques sónicos” que personal de la oficina de intereses de Estados Unidos habría sufrido en Cuba en 2016.

La prensa oficialista de La Habana no dudó en recordar su pasado en Kosovo y fundamentalmente su expulsión de Bolivia, una década antes.

También se recordó su función como coordinador estadounidense del Plan Colombia.

Aquel programa fue diseñado para combatir el tráfico de drogas proveniente de las selvas colombianas hacia EE.UU. y permitió la acción de militares enviados desde Washington en este país, además de millonarios envíos de dinero a título de cooperación.

El Plan Colombia fue cancelado por el gobierno de Juan Manuel Santos en los primeros meses de 2016.

Goldberg, quien habla español de manera fluida, fue, una vez más, protagonista de aquella controversial operación estadounidense en América Latina.

Su posible nuevo desembarco en suelo colombiano dependerá de la aprobación del congreso de EE.UU. y la luz verde que pueda darle Colombia.