Las sospechas sobre Moro detonan una interna en la Justicia brasileña
Un ala de la Corte Suprema busca aprovechar el escándalo en torno al ex juez para dar un mensaje contra los “cruzados” del Lava Jato. Se juega la libertad de Lula.
A pesar que el habeas corpus planteado por la defensa del expresidente Lula da Silva ha sido negado por el Supremo Tribunal Federal (STF) el pasado 25 de junio, el escándalo desatado en Brasil alrededor del ex juez Sérgio Moro dejó expuesta una interna judicial por la Operación Lava Jato que se viene arrastrando desde que Lula fue encarcelado en abril de 2018. Un grupo de jueces del Supremo Tribunal Federal (STF) busca aprovechar las sospechas de parcialidad de Moro para dar un mensaje contundente sobre su disgusto con la actuación del hoy ministro y de la fuerza de tareas del Lava Jato en Curitiba. Un ala del Supremo Tribunal Federal (STF) presiona para que el tribunal tome posición sobre el contenido de los mensajes de chat entre Moro y el fiscal Deltan Dallagnol, filtrados por el sitio The Intercept, de los que surge que el ex juez habría dado orientaciones a Dallagnol para su acusación por corrupción contra Lula.
La ley brasileña prohíbe que los magistrados intervengan en el proceso acusatorio y establece que, si un juez se compromete con alguna de las partes, debe ser suspendido y apartado del caso. Apenas aparecieron las filtraciones, el juez supremo Gilmar Mendes anunció que la segunda sala del STF, analizará la suspensión de Moro en el caso del tríplex de Guarujá por el que el expresidente fue condenado a prisión. El objetivo de los abogados de Lula es lograr la anulación de la condena bajo el argumento de que Moro no fue imparcial. Mendes suele ser señalado como el más político de los jueces de la Corte, aunque no precisamente cercano al Partido de los Trabajadores (PT) del expresidente Lula da Silva. Mendes siempre tuvo, además, sus reservas sobre la actuación de los “cruzados” judiciales de Curitiba, de quienes Moro es el exponente más famoso. Cuando se publicaron los chats, Mendes salió a declarar que las acusaciones contra el ex juez federal y el fiscal Dallagnol constituyen “un hecho muy grave”. “Algunos integrantes del STF evalúan en reserva que las conversaciones reveladas refuerzan los argumentos de Lula, aunque todavía ninguno se anime a aventurar si el pedido de suspensión (de Moro) tendrá éxito o no”, publicó el diario brasileño Folha. Se presume que Mendes y Ricardo Lewandowski, quien ha expresado dudas sobre los fundamentos de la acusación contra el ex presidente, apoyarían la suspensión de Moro.
Si bien el habeas corpus fue negado lo que se ha puesto en debate en la interna del STF es una eventual liberación de Lula y, con ella, una serie de implicancias políticas que deberían preocupar al Gobierno de Jair Bolsonaro, del que Moro hoy forma parte como ministro de Justicia. Lula fuera de la cárcel no solo rearticularía a la oposición detrás de su liderazgo: también sería un duro golpe a la marca Lava Jato y a la idea de una Justicia llamada a depurar los vicios de la “vieja política”. Consciente de eso, Bolsonaro salió a blindar a su funcionario estrella. “Le di un beso heterosexual a nuestro querido Sérgio Moro”, declaró. Es que, mientras lucha para conseguir los votos necesarios para aprobar varias reformas en el Congreso, al Gobierno se le abrió un frente judicial con el que nadie -tampoco el infalible Moro- contaba hace algunos días.