Editan un libro póstumo sobre la carta de suicidio de Violeta Parra

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El 5 de febrero de 1967, la compositora de Gracias a la vida escribió una carta dirigida a su hermano Nicanor y luego apoyó la pistola en su sien derecha. Cuatro meses antes había publicado Las últimas composiciones. Entre otros temas, el disco recoge Run run se fue pa’l norte, La cueca de los poetas y Gracias a la vida. Considerado su obra cumbre, el álbum es también el testamento musical de Violeta Parra: en él exhibe de modo superlativo la maestría y madurez artística que había alcanzado. Pero aquellas no fueron sus últimas palabras.

La cantautora de Los Andes había decidido acabar con su vida en su aposento, junto a la carpa de La Reina. Sin nada que decir con su guitarra, estaba obstinada en liquidar todo, no sin antes dejar una confesión. Tras 50 años de reserva por parte de su familia, se revelaron finalmente fragmentos de la carta de despedida de Violeta Parra. Uno de los 13 perfiles que integran el volumen Extremas de la periodista Sabine Drysdale, devela partes de esta carta, en el capítulo, “Violeta Parra: la violenta Parra”.

La cantautora se dirige en la misiva a su hermano Nicanor, con quien almorzó un día antes de su muerte. Los motivos de su decisión se plasman en esta carta, que parece hablar desde el ámbito privado hasta el político. Durante décadas, se creyó que Violeta Parra se había quitado la vida por el desengaño que sufrió con Gilbert Favre. Un joven suizo antropólogo, que gracias a ella había aprendido a tocar instrumentos de viento, y a viajar por todo lo ancho y largo de la música nacional y latinoamericana, al haber llegado incluso a formar parte de la banda de Nestor Cavour.

Sin embargo, el romance terminó en cuanto el compañero sentimental de Parra se vino a Bolivia para tocar en la Peña Nayra, y al encontrar a una sustituta. Relación que Parra quiso rescatar al venir tras él a la ciudad de La Paz. En cambio, se encontró con un hombre cambiado, distante. Ese hombre ya no era suyo y en vano intentaba reclamarle entre palizas y discusiones que ambos se dieron, cuando estaban borrachos. Desilusionada, como después de una inputil batalla, retornó a Chile. Cansada de la vida, un domingo de verano, decidió dar un largo viaje, no sin antes despedirse del que fuera su confidente más cercano, su hermano, el poeta Nicanor Parra. En la misiva, la cantautora, poeta y recopiladora de la tradición, confesó su desencanto por la mediocridad de todo lo que le rodea, desde el amor hasta la política. «Dice uno por ahí que los Parra son cortados a una misma tijera. El que lo dice debe haberlo cortado por un serrucho. (…) Yo no me suicido por amor. Lo hago por el orgullo que rebalsa a los mediocres”

Agradecida a Nicanor Parra, se muestra no obstante más dura con su hermano Roberto. Asimismo, con decepción se refiere a sus hijos, en especial Ángel e Isabel, así como a su madre.

 

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