Katharine Gun, la traductora que reveló las sucias estrategias de EEUU sobre la guerra de Irak

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Katharine Gun estaba sentada frente a su escritorio en la agencia de inteligencia del Reino Unido, GCHQ, cuando recibió el correo electrónico que cambiaría su vida.

Era un viernes en pleno invierno británico, en febrero de 2003. El remitente del misterioso mensaje era un tal Frank Koza, por entonces miembro de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA, por su siglas en inglés).

Su contenido horrorizó a quien era una simple traductora de 28 años: los estadounidenses le solicitaban a GCHQ su cooperación para espiar a las delegaciones de los seis países que en ese momento eran miembros temporales del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU), Angola, Camerún, Chile, México, Guinea y Pakistán.

La campaña secreta -que implicaba interceptar teléfonos domésticos y oficiales, además de correos electrónicos-, tenía como objetivo ganar votos a favor de la guerra contra Irak.

Para atacar al país de Medio Oriente, el entonces presidente de Estados Unidos, George Bush, y el primer ministro británico, Tony Blair, buscaban una resolución específica de la ONU que los autorizara a invadir. En caso contrario, corrían el riesgo de que la guerra fuera tildada de ilegal.

Por eso, conseguir el apoyo de estas seis naciones era clave.

La filtración

Pero el plan de inteligencia se esfumó cuando Frank Koza, de la NSA, presionó el botón “enviar”: quien estaba al otro lado de la pantalla no quedó indiferente ante tal petición de espionaje.

“Me enojé y me horroricé con el contenido del correo electrónico. Ni siquiera era una solicitud, sino que esperaban que GCHQ cooperara para recopilar información doméstica y oficial de los seis delegados de la ONU”, recuerda hoy Katherine Gun.

En conversación con BBC Mundo, la informante agregó que “el propósito era usar esa información en su contra con el fin de asegurar la segunda resolución de la ONU que autorizaría la invasión a Irak”.

Las horas pasaron y Katharine no lograba sacarse de la cabeza el correo electrónico. Entonces, cuando llegó a su casa, decidió contactar con un conocido que tenía contactos con la prensa.

Su decisión ya estaba tomada: filtraría al mundo las pretensiones de la inteligencia estadounidense, arriesgando todo lo que tenía.

“Secretos oficiales”

La historia de Katharine Gun será llevada a la gran pantalla en la película “Official Secrets” (Secretos Oficiales) que se estrenará en octubre próximo. La traductora será interpretada por la conocida actriz Keira Knightley.

El director del largometraje, Gavin Hood, ha dicho que se interesó en su historia pues pasó de ser una joven común y corriente a realizar algo “extraordinario”.

Y, en efecto, se podría decir que su papel en la guerra de Irak fue casi un accidente. Ella nunca planeó una carrera de inteligencia ni jamás se imaginó que se vería envuelta en una historia como esta.

De hecho, la mujer llegó a GCHQ por un anuncio en el periódico y luego de que le resultara difícil encontrar trabajo como lingüista. Nacida en Taiwán (pero de padres británicos), Katharine sabía hablar mandarín y japonés pues los había estudiado en la Universidad de Durham, en Inglaterra.

En la agencia de inteligencia británica, la intérprete se dedicaba a traducir mandarín al inglés. Y en eso estaba cuando, un día como cualquier otro, recibió el controvertido correo electrónico.

A pesar de lo riesgoso que podía ser filtrar una información tan delicada como esta, nunca pensó en las consecuencias.

“Yo era como un caballo con anteojeras. Mi único pensamiento era retrasar o detener la guerra, dice.

Tres semanas después de haber filtrado la información, el diario británico The Observerpublicó de forma íntegra el memorándum enviado por Frank Koza. En el reportaje, se acusaba a Estados Unidos de estar conduciendo una operación secreta con “trucos sucios”.

Como era de esperar, el impacto fue total. Autoridades de Estados Unidos y Gran Bretaña tuvieron que salir a dar explicaciones mientras diplomáticos de México y Chile ante la ONU proporcionaban más pruebas que demostraban que sus misiones fueron espiadas.

La agencia GCHQ inmediatamente comenzó una investigación interna para aclarar quién había filtrado la información.

Katharine no pudo fingir y confesó a los pocos días. Fue arrestada y retenida en la estación de policía en Cheltenham durante 24 horas. Ocho meses después, fue acusada de violar la Ley de Secretos Oficiales.

Cuando llegó el momento del juicio, sin embargo, la fiscalía abandonó el caso sin ninguna explicación. Hoy se sabe que lo hicieron porque sería imposible continuar con el proceso sin arriesgar la seguridad nacional.

El rol del periodista de The Observer

Martin Bright es el periodista del diario The Observer al que le llegó el correo electrónico con la información filtrada por la intérprete.

“Lo primero que pensé fue: esta es una historia extremadamente importante porque si el correo electrónico es cierto, entonces se demostraba que el gobierno estadounidense y el británico decían una cosa y hacían otra”, dice a BBC Mundo.

El periodista -que en la película será interpretado por el actor Matt Smith– recuerda que lo más difícil fue verificar que la información fuera real. En eso pasó tres semanas, llamando a sus fuentes en inteligencia y asegurándose de que el lenguaje del correo fuera consistente.

Más tarde, cuando supo de la detención de Katharine Gun, se sintió aliviado.

“En un principio, me puse contento porque era una prueba de que nuestra historia era cierta, era correcta. Además, yo tenía mucha curiosidad por saber quién era la informante, porque no tenía idea. Ella nunca había estado en contacto directo conmigo”, recuerda.

Y aunque finalmente la filtración no detuvo la guerra -una coalición liderada por Estados Unidos junto a países aliados como Reino Unido y España invadieron Irak en marzo de 2003- con el argumento de que el país estaba desarrollando armas de destrucción masiva-, Martin Bright asegura que la información de Katharine fue crucial para la decisión final del Consejo de Seguridad de la ONU de no apoyar la ocupación.

“Como resultado de lo que hizo Katharine, Chile y México se opusieron a la guerra y dejaron claro que no la apoyarían”, afirma. “El embajador de Chile estaba realmente molesto y ofendido por intentar ser manipulado de esta manera”, agrega.

Hoy, Martin Bright recuerda este artículo como el más importante de su carrera. “No todos los días se realiza una película de Hollywood sobre tu historia”, dice, entre risas.

Y concluye: “Este reportaje ahora es parte de la historia y eso es muy importante para mí. Es el sueño de todo periodista”.

Katharine Gun, en tanto, vive tranquilamente en Turquía. Tras el escándalo por la filtración, fue respaldada públicamente por diversas personalidades. El actor Sean Penn, incluso, la calificó de “heroína”.

Preguntada por si volvería a filtrar el correo electrónico si pudiera retroceder en el tiempo, la intérprete no duda:

“En las mismas circunstancias, sin saber el resultado de la guerra, sí, lo haría.