El ministro de la Presidencia Yerko Nuñez ha cometido dos gafes interminables. Primero, pide “disculpas” por el “vuelo solidario” del que ya sabemos lo que pasó. Luego, sale a decir que los “periodistas no deben preocuparse” tras el anuncio de los decretos contra la libertad de expresión. La ingenuidad del ministro hace pensar que nos miente o en verdad no sabe lo que hace. Si es lo segundo, estamos frente a un cuadro muy severo de anomia que hace dudar de su propia ingenuidad.
Permítanme que vuelva sobre lo mismo, lo hago salvando las distancias en las peculiaridades de cada país. El sábado se conoció que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, invitó a su equipo íntimo a una parrillada en medio de un drama que sube la temperatura por el arrebato de la emergencia sanitaria. Sao Paulo ha declarado desastre. La red pública de salud ha colapsado en varias ciudades con 800 a 1000 muertos diarios. “¡Y que!”, sentencia Bolsonaro.
El Ministro de Gobierno, Arturo Murillo, quien propicio la apertura de las investigaciones en la Fiscalía General contra el expresidente Morales y hasta mostró grilletes para detenerlo. La cárcel, según él, el lugar que le corresponde al expresidente, acaba de enviar una conceptuosa nota en la que le pide a Evo que evite generar convulsión en el país. El mismo Murillo amenaza, sin ser de su competencia, destituir al exdirector del Fondo Indígena por haber participado de una reunión en el campo en plena cuarentena. Dos semanas más tarde, la presidenta Añez destituye a Quispe y 24 horas después el propio Gobierno anuncia su designación en algún otro cargo.
En Trinidad, la gente sigue esperando ya cansada, aunque más molesta que cansada, la remontada para enfrentar al Covid 19. Hace más de dos semanas el Gobierno ofreció un hospital de campaña que hasta ahora no llega. Las pruebas para detectar contagios tampoco llegan. A cambio, todos los días se perifonea desde movilidades en las calles trinitarias que ¡la salvación es el reino de Dios!, mientras la población se está muriendo.
En Cochabamba se vive un ambiente de pre agitación que en minutos podría llegar a encender la mecha. En La Paz, la mismísima plaza del Estudiante sirve de escenario de protestas. A pocos pasos del Ministerio de Salud, médicos, asistentes, enfermeras y auxiliares desafían a la policía. “¡Deténganos coronel qué espera!”. Reclaman ítems, condiciones de seguridad y empleo.