Violencia: mujeres y niñas encerradas con sus agresosres en la cuarentena

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Foto: FUAD LANDÍVAR/ El Deber

 

Según el informe Edición 2020 del Estado Mundial de la Población, publicado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), entre las prácticas nocivas y alarmantes están el abuso físico y sexual en entornos muy cercanos a la niña, como la familia. La casa dejó de ser un espacio seguro.

Otras prácticas son la maternidad temprana y los matrimonios forzados. El resultado es que cada día cuatro menores se hubieran embarazado en Bolivia. Según las cifras registradas por el Ministerio de Salud, solo en los cinco primeros meses de este año se dieron 663 embarazos en menores de 15 años.

Y si se suman los embarazos en adolescentes hasta los 19 años en el mismo periodo, se superan los 13.000 casos, es decir, 89 embarazos en niñas y adolescentes por día.

Estos datos se obtuvieron de las niñas que acudieron a la consulta prenatal en los centros de salud. Si se considera el contexto de la pandemia, según Unfpa, probablemente hay un subregistro mayor de los casos de niñas que no asistieron a un control prenatal por el confinamiento.

“Unfpa expresa su preocupación sobre la gravedad de esta condición de las niñas, adolescentes y mujeres, que en esta situación de pandemia se ha tornado más crítica en cuanto a violencia física y la violencia sexual. Unfpa apoya a gobiernos municipales para que los servicios de salud y los servicios de atención de violencia sigan funcionando, pero la crisis sanitaria está demandando personal y recursos para ser atendida y lamentablemente se están poniendo en riesgo estos otros servicios. La emergencia por el Covid-19 amenaza con revertir los logros alcanzados”, dice el informe.

Datos departamentales

De acuerdo con la información preliminar reunida por el Ministerio de Salud, las cifras departamentales más altas están en Santa Cruz y Beni, cada uno casi con el 23% de casos de embarazos en niñas reportados hasta mayo de 2020.

Cochabamba registró el 16,6% y La Paz 14,8%. Con notoria distancia les siguen Potosí, con el 6,3%; Pando, con el 4,8%; Chuquisaca y Tarija, cada uno con 4,4%; y, por último, Oruro, con el 3%.

En el caso particular de Beni se detecta una alta incidencia de embarazos en menores, ya que, si bien ese departamento solo concentra al 4,6% de niñas entre 10 y 14 años del país, acapara el 23% de los embarazos.

Se puede decir que en los primeros cinco meses de este año (150 días), cada día se embarazó una niña en ese departamento.

El abuso sexual

Según Celia Taborga, oficial a cargo de Unfpa-Bolivia, la amplia mayoría de los embarazos en menores de 15 años suele ser resultado de la violencia sexual, de acuerdo a diversos estudios realizados en el país y en la región.

No existen registros exactos al respecto en Bolivia porque la violencia sexual hacia niñas no siempre se denuncia o cuando están embarazadas y van a sus controles prenatales a los centros de salud, no siempre se indaga sobre las características de ese embarazo”, argumentó.

Taborga reconoció que, durante la pandemia, esta situación de vulnerabilidad de las niñas se ha agravado por la cuarentena, el encierro con sus agresores, y las limitaciones en el funcionamiento de los servicios de denuncia y de salud sexual y reproductiva.

La representante de la organización internacional hizo un llamado. “Es importante señalar que pese a las limitaciones y la demanda y necesidad de atención de los casos de Covid-19, no se debe dejar de lado el funcionamiento de los servicios de salud sexual y reproductiva, tampoco de los servicios de atención y prevención de violencia hacia niñas y adolescentes”, exhortó.

Entre las muchas recomendaciones que da Unfpa en su informe, está el cumplimiento de la normativa nacional e internacional con respecto al tema de los derechos de los menores y el abuso sexual.

La organización pone especial énfasis en la promoción de la igualdad de género y los derechos de las mujeres, que aborde las causas originales, especialmente las normas sociales/culturales de discriminación de género.

Asimismo, instó a apostar por la educación sexual integral en centros educativos y en los hogares, con los niveles comunitario, institucional y social en general.

Otro de los llamados apunta a reconvertir las masculinidades hegemónicas y a reestructurar los sistemas económicos y legales, para garantizar una igualdad de oportunidades a las mujeres.