Uruguay, un buen ejemplo de educación durante la pandemia

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Foto: AFP - PABLO PORCIUNCULA

Mientras en junio del año, países como Colombia, Perú, Argentina o Chile tenían cerradas sus escuelas por cuenta de la pandemia, Uruguay regresaba a la educación presencial en los colegios y, en esta primera semana de marzo, después de las vacaciones de verano, los alumnos de jardines infantiles y escuelas regresaron a las aulas una vez más.

Esto ha sido posible gracias tanto al buen manejo del Covid-19 por parte del gobierno de este país, apoyado en un sistema de salud estable desde años atrás, como por la integración de todos los actores del sistema educativo para privilegiar el regreso a las aulas frente a la educación virtual.

El uruguayo Alejandro De Barbieri, psicólogo clínico y laboral, director del Cela y escritor, cuenta que parte de este trabajo también se logró gracias a que psicólogos, médicos y psiquiatras dieron muchas charlas y conferencias en escuelas y en los medios de comunicación sobre la importancia de regresar a las aulas.

Él fue uno de estos profesionales y explica que en sus intervenciones comunicaba tres ideas centrales. La primera es que en muchos casos es más riesgoso quedarse en casa que ir a la escuela por la violencia intrafamiliar, el abuso, el estrés y la ansiedad por parte de los padres. Según sus palabras, “podían estar protegidos del Covid -19, pero desprotegidos de otras cosas”.

El segundo concepto era que, si los padres tenían miedo enviarían a sus hijos a estudiar con miedo, y que eso les ayudaría a protegerse con el tapabocas, el lavado de manos y el distanciamiento social; y la tercera idea era que también es bueno que “los chicos estén fuera de la mirada de los padres para que puedan crecer, ser auténticos y desarrollar su autoestima”.

Conceptos como estos ayudaron a que muchos padres optaran por enviar a sus hijos a los colegios. Según De Barbieri, al principio fueron pocos y cada vez aumentaron más. El regreso de los estudiantes a las escuelas es decisión de los padres, el Gobierno nunca lo definió como obligatorio y al inicio solo la mitad de los alumnos de un curso estaban en el salón de clase.

De acuerdo con información de ANEP, Administración Nacional de Educación Pública, la presencialidad plena en las escuelas creció de un 29% el año pasado, a un 87% este año.

Los padres enfrentaron no solo el miedo al contagio cuyo riesgo se reduce con el tapabocas, el lavado de manos y el distanciamiento social, sino el miedo a los riesgos del clima en invierno pues las clases debieron dictarse en salones abiertos y ventilados.

Según De Barbieri, la posibilidad de ir al colegio también les ayudó a los adultos con el teletrabajo en sus casas, pues podían concentrarse en este y no estar recargados con el cuidado de las clases de sus hijos y las tareas escolares.

Un grupo asesor para el manejo de la pandemia

Uno de los aciertos de Uruguay en el manejo de la pandemia es que el Gobierno del presidente Luis Lacalle Pou formó al Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), encargado de asesorar al Gobierno durante la pandemia.

Este grupo puede trabajar con expertos de otras áreas para estudiar qué hacer y fue así como también contó con el aporte de profesionales de las ciencias humanas, lo que incidió en buena parte en el manejo de la educación, explica Lidia Barboza Norbis, doctora en educación, directora del posgrado en educación de la Universidad de Montevideo y profesora de investigación educativa en formación docente.

La experta menciona que también ha existido una muy buena integración entre los maestros, los directores de instituciones educativas, padres de familia y el Gobierno. “Uruguay tiene una gran alineación de todos los actores que toman decisiones en política educativa y de la propia ciudadanía, que entiende que son muy importantes la educación y la presencialidad, por lo tanto, los protocolos sanitarios están articulados con los planes de reingreso a las aulas”.

Barboza ha hecho seguimiento a 90 centros educativos del país, desde los roles de directores y, según su experiencia, “hay una consciencia muy clara de parte de los directores, los maestros y los padres de que es necesario cuidarse en la pandemia, pero también hay que vivir al ritmo de las nuevas generaciones, que requieren la educación como derecho”.

Buena parte del éxito en la apuesta por la educación presencial también ha estado soportada por el plan Ceibal de este país, el cual le ha otorgado a cada estudiante un computador, con lo cual, durante el tiempo que no hubo clases presenciales, todos los niños y jóvenes tuvieron acceso a la educación.  El plan Ceibal ha hecho posible integrar poco a poco la tecnología a la educación en el país.

Como formadora de docentes, Barboza cuenta que fue testigo de cómo los maestros se apersonaron de lograr que todos sus alumnos tuvieran conectividad. “Nadie quedaba por fuera, el seguimiento educativo se ha hecho a partir de los propios docentes y esto ha sido un proceso admirable”.

Este plan Ceibal también es una tranquilidad a futuro, porque si fuera necesario volver a cerrar las aulas por cuenta de la pandemia, la educación para niños y jóvenes estaría garantizada.

Respecto a las universidades, según Barboza, estas comenzaron la virtualidad al inicio de la pandemia “a la velocidad de la luz” y lograron trasladar a este modelo todas las carreras que eran presenciales.

Uruguay es un país de cerca de 1.500.000 habitantes, de los cuales la mayoría están ubicados en Montevideo y cuenta, según datos de ANEP, con 700.000 alumnos en todos los niveles educativos y más de 47.000 docentes.

La pandemia deja lecciones para el futuro de la educación

Alejandro De Barbieri sostiene que esta pandemia está dejando importantes lecciones para la educación y una de ellas es el valor del ser humano. “Gracias a la virtualidad hemos reducido el riesgo de contagio, pero también nos ha confirmado que el ser humano es irremplazable, el docente, el vínculo, el cariño. No hay robot que nos vaya a sustituir en esa tarea”.

El psicólogo también menciona que un aprendizaje ha sido valorar lo importante que es desconectarse del computador y compartir y asegura que el constante contacto por videollamadas también les ha hecho pensar a las personas en la necesidad del contacto cara a cara.

Sin embargo, el experto menciona una investigación realizada por la Universidad Católica de Uruguay, que sostiene que a pesar de lo positivo, ha habido un retroceso en el nivel educativo, tanto en el lenguaje como en la comprensión.

Barboza, por su parte, señala que la virtualidad también ha mostrado “que se han abierto posibilidades para que los niños y los adolescentes puedan tener clases en ámbitos ofrecidos por diferentes instituciones culturales que no necesariamente son las escuelas y liceos”, lo que enriquecería su educación con la articulación de diferentes actores.