De entre la oscuridad de la profundidad del océano emerge una criatura de nariz respingada. Ondula hasta llegar a un verdel muerto en un palo, cuidadosamente puesto ahí por científicos desde la superficie, y usa sus mandíbulas.
Es una especie de pez caracol o baboso, y nunca había sido vista por los humanos. Los peces babosos lucen como anguilas gordas y cortas, y viven en varios lugares del océano, desde sitios rocosos superficiales hasta las fosas más profundas. El llamado pez baboso azul por sus descubridores vive en el fondo de la fosa de Atacama, una gran brecha en el suelo oceánico de casi 8 kilómetros de profundidad, cerca de la costa de Chile y Perú.
El grupo de la Universidad de Newcastle que lo observó lanzó un explorador, que incluía una cámara, un verdel muerto y otras piezas de equipamiento hacia la profundidad a través de un cable a principios de este año. Ahora el grupo ha anunciado en la Conferencia Challenger para Ciencias Marinas que también descubrieron dos especies adicionales de pez caracol, llamadas por ahora pez baboso rosa y morado.
El pez baboso del océano profundo es una bestia extraña. Sobre todo, es muy blando.
“El tejido es prácticamente gel”, dijo Thomas Linley, un investigador asociado en la Universidad Newcastle que trabajó en el proyecto. “Realmente se sostienen por el agua alrededor de ellos”.
Sus dientes y los diminutos huesos en el oído interno son las partes más duras de sus cuerpos y extraer a los peces babosos de las profundidades puede sentirse como un ejercicio fútil. Sin la presión del agua y el frío del océano profundo, se derriten al llegar a la superficie.
“Se deshacen a nivel molecular”, dijo Linley. “Es como un fantasma que desaparece frente a tus ojos”.
Eso hace aún más emocionante que el equipo logró atrapar a un pez baboso morado. Han mantenido el cuerpo en un ambiente cuidadosamente controlado para mayores estudios.
Los descubrimientos confirman una corazonada que el equipo tuvo: que si miras a cualquier fosa del océano profundo, habrá al menos una nueva especie de pez baboso.
Hasta el momento, el mismo grupo ha descubierto el pez baboso de las Marianas y el pez baboso etéreo en la fosa de las Marianas en el océano Pacífico occidental, y también existe una especie de pez baboso en la fosa Kermadec en el Pacífico sur.
Esto se puede deber a que los peces babosos de aguas poco profundas sufren adaptaciones que les permiten prosperar en el océano más profundo, en donde tienen abundantes presas. Sin embargo, debido a esos cambios fisiológicos, los peces son incapaces de subir a menores profundidades para salir de ahí, por lo que nunca habían sido vistos por humanos.
“Es una buena decisión, pero es un compromiso absoluto. Es comprar donde vives en vez de rentar”, dijo Linley sobre adaptarse a la vida en la fosa.
El grupo todavía no ha publicado el artículo sobre estos hallazgos, pero trabajan en documentar con mayor detalle el espécimen de pez baboso morado. Fotografías y tomografías del cuerpo serán el primer paso, debido a su fragilidad.
“Realmente nos estamos tomando nuestro tiempo, porque solo tenemos uno”, dijo Linley.