Astor Piazzolla 100 años

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Foto: Revista dat0s 237

Astor Pantaleón Piazzolla nació el 11 de marzo de 1921 en Mar del Plata. Sus padres fueron “Nonino” y “Nonina”, Vicente Piazzolla y Asunta Manetti ambos descendientes de italianos. Se llamó Astor por Astor Bolognini, un amigo de su padre y Pantaleón por su abuelo paterno.

Cuando nació Astor Piazzolla, su madre estuvo llorando toda la noche por- que descubrieron que tenía la pierna derecha hasta la rodilla, más delga- da que la otra, el pie creció con normalidad, pero algo torcido para adentro. Doña Asunta decidió no tener más hijos. En su infancia fue operado varias veces para mejorar el desarrollo de su pierna. Los médicos nunca tuvieron un diagnóstico claro.

Su primer bandoneón se lo regalaron cuando tenía seis años. Su padre siempre quiso que sea músico y lo hacía escuchar a la orquesta de Julio de Caro. Pero cuando se apareció con una caja, Astor pensó que eran los patines con los que soñaba. A “Nonino” le había costado 19 dólares en una casa de compra y venta de objetos usados. Piazzolla cuenta en sus memorias que los conservó toda su vida.

Alguna vez declaro: “tengo una ilusión que mi obra se escuche en el 2020. Y en el 3000 también”. La primera mitad de su deseo se cumplió con creces. Además de otras, “El gordo triste”, la operita “María de Buenos Aires” y “Balada para un loco” fueron las obras más importantes que compuso con letra de Horacio Ferrer, su principal socio compositor.

Piazzolla en Nueva York

Cuando Astor tenía cuatro años, su familia se instaló en Nueva York. A los seis años, ya lo habían echado de dos escuelas. Ese ambiente violento le enseñó a pelear y solía reconocer que “acaso haya marcado también mi música”. Allá se ganó el apodo de “Lefty” (zurdito) por su buena trompada.

A los nueve años, sus padres decidieron regresar a la Argentina y volvwer a Mar del Plata, aunque por poco tiempo. Sus mejores recuerdos de aquel regreso a Mar del Plata fue comenzar a tomar clases de bandoneón con Homero Pauloni. Un año y medio después, volvieron a Nueva York y se instalaron en Little Italy. Su mayor audacia ilegal fue robar una armónica, de la tienda Macy’s. El plan armado con su amigo Stanley salió bien, hasta que los sorprendieron en la puerta e intentaron arrearlos hasta una dependencia policial. Lograron escaparse corriendo. Aprendió la lección. “Nunca más se me ocurrieron cosas parecidas”.

En Nueva York conoció a Carlos Gardel y participó como canillita en la película “El día que me quieras”. Un día se animó a tocar el bandoneón ante Gardel. Y el “Mudo” le dijo: “Pibe, vos tocás el bandoneón como un gallego”. Un domingo, los Piazzolla invitaron a Gardel a comer a su casa. Doña Asunta se mandó una raviolada y buñuelos de manzana como postre.

Piazzolla en el tango

Piazzolla se enamoró del tango escuchando al Sexteto de Elvino Vardaro. Su primer trabajo como músico fue en la orquesta de Gabriel Clausi, luego en la de Francisco Lauro. De la experiencia con Lauro le quedó el rechazo por el cabaret donde explotaban a las mujeres. “Y eso que no soy ningún santo”, solía decir. También durante esa época, probó cocaína. “No me pareció que me llevara al paraíso. Fue una buena vacuna, me salvé”, explicó. En esos primeros tiempos comenzó a frecuentar la orquesta de Aníbal Troilo. Mientras tocaba con Troilo, tomó clases con su primer gran maestro, Alberto Ginastera, quien le enseñó, que el músico no puede quedarse sólo en su arte, sino que también tiene que saber de cine, de teatro, de pintura, de literatura… En 1944, Piazzolla decidió irse de la orquesta de Troilo y a “Pichuco” no le gustó nada. Se enojó mucho. Piazzolla tenía apenas 23 años, pero estaba cansado del cabaret y de que le tacharan todos los arreglos.

En 1946 formó su propia orquesta, con la que realizó presentaciones y grabaciones hasta 1949. Por su audacia y exigencia, no era muy popular, y la disolvió por falta de trabajo. Entonces, comenzó a realizar arreglos para otros compositores. También compuso música para películas a lo largo de toda su carrera. Desde “Bólidos de acero” o “Con los mismos colores”, pasando por “Con alma y vida”, “El infierno tan temido”, “Llueve sobre Santiago”, “Lumiere”, “La camorra”, “El exilio de Gar- del” y “Sur”, entre muchas otros. En 1953 estrenó la obra “Tres movimientos sinfónicos” y “Sinfonietta para Orquesta de Cámara”.

Nadia Boulanger, su maestra

Se fue a vivir a París, en 1954 a estudiar música con Nadia Boulanger, que había sido condiscípula de Maurice Ravel. Un día, su maestra le reconoció que todo lo que le llevaba “estaba bien escrito, pero le faltaba espíritu”. Piazzolla no le había contado ni que tocaba tango, ni que su instrumento era el bandoneón. Dos días después, comenzó a sincerarse. Nadia le pidió que tocara uno de sus tangos. Astor se disculpó porque no tenía su instrumento y tocó “Triunfal” en el piano, a pesar de que no dominaba bien el instrumento. No lo dejó terminar. “Astor, esto es hermoso, me gusta mucho, aquí está el verdadero Piazzolla, no lo abandone nunca”.

A su regreso a la Argentina tras sus estudios con Boulanger, su primera formación musical fue el Octeto Buenos Aires, que duró muy poco. Sus otras formaciones musicales importantes fueron la Orquesta de Cuerdas, el Quinteto, el Nuevo Octeto, el Noneto, el Conjunto electrónico y el Quinteto Jazz Tango. También grabó discos con Gerry Mulligan, Gary Burton, Roberto Goyeneche, Edmundo Rivero y Jorge Luis Borges, Horacio Ferrer y Mina. Decía que el disco con Gerry Mulligan “Reunión cumbre” era una de las cosas más lindas que había hecho en su vida. Cuando falleció su papá en 1959, le hizo un gran homenaje. “El teléfono me explotó como una bomba atómica. Unos días después, pedí que me dejaran solo y en menos de una hora compuse ‘Adiós Nonino’. Entonces lloré como pocas veces he llorado en mi vida”, contó. Decía que ‘Adiós Nonino’ es el mejor tema que compuso. “Me propuse mil veces hacer uno superior y no pude”.

La obra y la pelea con Jorge Luis Borges

Con Jorge Luis Borges tuvo una relación muy tirante. En 1965 se unieron para el disco “El Tango”, donde Piazzolla musicalizó poemas del gran escritor, cantados por Edmundo Rivero y recitados por el actor Luis Medina Castro. Se cuenta que mientras esperaban que llegara Rivero, Piazzolla le mostró partes de la obra, y fue Dedé Wolff, su esposa pintora, quien interpretaba las partes cantadas. Luego llegó Rivero y grabaron. Cuando le preguntaron a Borges qué le había parecido lo que había escuchado, contestó “‘Sí; claro; por supuesto; pero qué quiere que le diga, Piazzolla, a mí me gustaba más cómo lo cantaba la chica'”. La relación con Borges terminó muy mal. El escritor dijo que Piazzolla no sabía nada de tango, y Astor le replicó que no sabía nada de música y que era sordo.

Piazzolla y la política

También fue amigo de Julio Cortázar, pero el autor de Rayuela le retiró el saludo por haber cenado con el dictador Jorge Rafael Videla. Piazzolla cuenta en sus memorias, que no le dejaron opción. “¿Qué invitación? Me mandaron a buscar, que es distinto. Vinieron dos tipos de negro con un sobre y una carta donde decía que el presidente Videla me esperaba tal día a tal hora (…) En ese momento me di cuenta que hacerse el machito no servía de nada”.

Otra de sus definiciones al respecto es que “a nosotros, los argentinos, nos faltó un personaje como (Augusto) Pinochet. Un poco de fascismo en un momento de su historia”.

Tommy Gubitsch, guitarrista de Invisible, fue llamado por Piazzola para integrar su octeto electrónico con el que se fue de gira por Europa en 1977. Astor les pidió a los músicos que no hablaran mal de lo que pasaba en la Argentina, porque los irían a escuchar oficiales de la embajada argentina. Tanto Gubitsh como Osvaldo Caló, respondieron que “no criticamos ni al país ni a los argentinos, sino a la junta militar”. La relación entre el bandoneonista y los músicos estaba rota. Durante la introducción que el guitarrista hacía en cada concierto de la obra de Piazzola “Libertango”, esa noche realizó una variación improvisada de “Hasta siempre, comandante” canción de Carlos Puebla dedicada al Che Guevara. En la cena con Videla dijo que esos músicos eran “ególatras, drogadictos e izquierdistas”. Por años, Gubitsch no pudo volver a Argentina.

“No me gustaban los métodos ni las reverencias que había que hacerles a Perón y a Evita para poder trabajar”, dijo. “Lo que sí debo reconocer es que durante el Gobierno de Perón se alentó la música argentina. No es casual que el tango haya tenido un gran auge hasta 1955, que es cuando termina en mi opinión la famosa época del 40´”.

Tocar el bandoneón de pie

Fue el primer bandoneonista que tocaba el bandoneón parado. La teoría indica que tocando parado, las dos cabezas donde están los teclados tienden a caerse hacia los costados, lo que obliga a un esfuerzo extra para sostenerlos. Piazzolla ignoró esta dificultad- el bandoneón pesa como 10 kilogramos- y además es capaz de estar dos horas parado, tocando con la misma eficiencia de la primera a la última nota. Hasta en eso fue distinto a todos” Piazzolla empezó a tocar parado cuando se convirtió en solista. “Sentí la necesidad de buscar otra posición, que se adecuara más a mi personalidad. Sentado, me daba la sensación de estar atado. Desde entonces, toco con las tripas sobre el ‘fueye'”, explicó.

La viuda de Aníbal Troilo, Zita, le regaló un bandoneón de ‘Pichuco’. Astor decía que no era ‘tocable’ para él, porque “era como un auto que maneja una tía a 40 kilómetros por hora. Cuando se lo acelera a fondo, no responde. Lo mismo me pasa con el fueye de Troilo, lo tengo que tocar suavemente. Y yo no acaricio nada. Mis dedos son una ametralladora. (…) lo guardo como una reliquia”.

En 1970 grabó “Volver” y “El motivo” a dúo con su viejo amigo Aníbal Troilo. Una vez, Piazzolla quiso sorprender al pianista Dante Amicarelli, porque el músico tenía la gran virtud de leer a primera vista la partitura más exigente. Un día le escribió un arreglo de “Adiós Nonino” “que lo va a dejar de cama; si lo toca de primera, me corto las venas”, dijo Astor. Amicarelli logró tocarlo sin pifiar, y Piazzolla no cumplió su promesa.