Cómics para enfrentar la censura en Venezuela

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Rafael Uzcátegui es el coordinador de la organización venezolana de derechos humanos Provea, una de las más antiguas (nació a finales de los ochenta) y visibles. Aunque su causa es apoyar jurídicamente a sectores vulnerables y documentar y denunciar los abusos de poder, han tenido que incluir entre sus labores lo que se supone que debería hacer la prensa de ese país. Uzcátegui, de paso en Bogotá en un encuentro del centro de estudios DeJusticia que reunió a activistas, habla del reto de enfrentar la censura en Venezuela.

Este año, según el Sindicato Nacional de Trabajadores de prensa han sido cerrados 49 medios de comunicación. En menos de dos semanas, los canales colombianos Caracol y RCN han sido eliminados de las emisiones televisivas por suscripción de Venezuela y las emisoras 92.9 FM y Mágica 99.1 FM salieron del aire por decisión del Gobierno de ese país. “Las dificultades te obligan a actuar. Hay hegemonía y censura en la prensa local y eso nos ha impulsado a buscar otras formas de informar”, dice Uzcátegui. El activismo digital, a pesar de que no hay buen Internet en Venezuela, ha mostrado a una generación que no se quiere quedar callada. “En abril, cuando empezó el ciclo de protestas, un grupo jóvenes que quería contar lo que estaba pasando, pero le daba miedo hacerlo con su nombre, nos pidió ayuda para difundir los cómics”, cuenta. Desde entonces trabajan en equipo para contar lo que ocurre con imágenes y frases cortas.

El contenido está basado en lo que pasa en el país, en lo que no se cuenta en los canales oficiales. Muchos son adaptaciones de comunicados de prensa de organizaciones como Provea. “Gracias a las redes sociales se ha mantenido constante la difusión de contenidos que los medios locales coartados por el Gobierno no tocan”, asegura el venezolano.

La creatividad y la falta de opciones también han impulsado a que un grupo de periodistas hagan adaptaciones de los noticieros dentro del transporte público. Bus TV es una iniciativa que lleva la información a los pasajeros de Caracas. Los comunicadores se suben a los autobuses y cuentan las noticias como si estuvieran en un set. Buscan combatir la falta de información sobre lo que pasa en el país. WhatsApp también ha sido útil para hacer lo que algunos medios tradicionales no pueden. Varios locutores se han unido para grabar diariamente un informativo y ponerlo a circular por chat. Se han aferrado a internet porque es lo que único que les queda. “Nos gustaría imprimir volantes, pasar de lo digital a lo analógico para llegar a sectores que no tienen herramientas interactivas, pero la crisis económica lo impide”, lamenta el director de Provea, que en su visita a Colombia denuncia el miedo que se vive entre defensores de derechos humanos en su país.

La Asamblea Nacional Constituyente tramita una ley para castigar los crímenes de odio y a través de esta muchos temen ser perjudicados, así no haya pruebas. Los medios oficiales han señalado a Provea de fomentar ese tipo de crímenes después de que lanzaron el proyecto Nombre y vergüenza, que documenta con foto e identificación a los violadores de derechos humanos en Venezuela. El ataque al proyecto terminó tumbando la página en Internet e intimidando a los defensores. “Ante la falta de garantías en la justicia fue la única forma que encontramos para denunciar. Llevamos 120 casos reportados”. Como era de esperarse algunos sectores se incomodaron y empezó el ataque. “Somos una organización en riesgo. Hemos tenido que instalar cámaras de seguridad, cambiar nuestras rutinas diarias. En mi caso no puedo usar el transporte público”. Los medios oficialistas le hacen eco a las acusaciones sin fundamento hacia quienes denuncian irregularidades del gobierno. “Estamos en un momento de incertidumbre. Sentimos el riesgo a que haya restricciones a la cooperación internacional, acciones judiciales contra la organización, más intimidaciones”, advierte.

Los defensores de derechos humanos en Venezuela se mantienen porque cree que lo que no lograron las movilizaciones de hace unos meses, lo hará el escándalo de corrupción que empieza a tocar a ese país. “Hay mucha indignación entre la población y un sector del chavismo. La esperanza es que lo que no hizo la protesta, lo hagan las denuncias que involucran al gobierno”, concluye horas antes de viajar a su país.