Cosmos Digitalis: un bestiario de la Era Conectada

Una exploración al estilo naturalista decimonónico que cartografía la peligrosa fauna del ecosistema digital, este manual clasifica más de 25 “psicoespecies”, revelando sus tácticas de caza, hábitats y señales de alerta. Una brújula para navegar la selva virtual y al mismo tiempo un espejo incómodo: atrapados en las redes, somos presa y depredador al mismo tiempo.
Hacia finales del siglo XVIII, el naturalista Alexander von Humboldt se adentró en las selvas de América para cartografiar la exuberante vida que bullía en su interior. Hoy, dos siglos después, otra selva —tan vasta, intrincada y peligrosa como aquellas— se extiende ante nosotros: el continente digital. Sus ríos-flujos de datos; sus montañas con riscos de algoritmos inescrutables; y su fauna, una colección de psicoespecies cuyos comportamientos rivalizan en complejidad con los de cualquier ecosistema natural.
Este territorio, iluminado por pantallas y alimentado por pulsos eléctricos, alberga criaturas que no poseen dientes ni garras, pero cuyas armas —el insulto venenoso, la indignación performativa, el rumor veloz como viento huracanado— dejan heridas que no sangran, pero que alteran el curso de vidas enteras. Aquí el depredador no acecha entre ramas, sino entre timelines; la manada no ataca con rugidos, sino con hashtags; el camuflaje no es cuestión de piel, sino de avatares, nicknames pueriles y deepfakes ponzoñosos.
Sobre el Método de Observación
Como Humboldt en su Tableaux de la Nature, documentamos estas especies tras años de expedición paciente por foros, hilos y timelines. Algunos especímenes —el Troll vulgaris, el Botus repetitivus— son tan abundantes como los insectos en la copa de los árboles. Otros, como el Gaslighter obscurus o el Expositor privatus, requieren paciencia para ser avistados, pues operan en la penumbra de chats cifrados y perfiles falsos.
Para navegar la selva digital, primero hay que reconocer sus peligros… y aceptar que, en algún momento, atrapados en las redes, todos hemos sido presa y depredador
Cada entrada en este bestiario incluye:
- Nomenclatura binomial: Su nombre en español y su apelativo anglosajón o latín vulgarizado, pues esta fauna es cosmopolita.
- Habitat digitalis y modus operandi: Plataformas donde medra y tácticas de caza, reproducción y supervivencia.
- Señales de alerta: Frases, emojis o patrones que delatan su presencia.
Advertencia al Lector
Así como Humboldt advirtió sobre los peligros de las serpientes de cascabel o las plantas venenosas, debo prevenirle: estas criaturas pueden infectar al observador. Bajo ciertas condiciones —la fatiga, la ira, el ansia de validación—, incluso el más lúcido de los usuarios puede mutar en un Keyboard warrior (AmL. guerrillero del teclado) o en un Posturero moral. La línea entre el naturalista observador y el espécimen es más delgada que un cable de fibra óptica.
Anhelamos que este volumen sirva tanto de brújula como de espejo. Para navegar la selva digital, primero hay que reconocer sus peligros… y aceptar que, en algún momento, atrapados en las redes, todos hemos sido presa y depredador.
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Extractos del diario de campo del Dr. Msafiri wa Maonyesho ya Pori (naturalista digital), que formaría parte del libro “Viaje a las regiones equinocciales del Continente Sociodigital”, año 2025
(Nota para la persona lectora: el Dr. Msafiri, como tantos otros doctores, no existe. Aparece aquí como parte de las referencias a Humboldt, como homenaje a Mir Bahadur Alí y como una reverencia quijanesca. “Msafiri wa Maonyesho ya Pori” en suajili significa “Viajero de espectáculos salvajes”)
Prólogo del Traductor
Al preparar esta breve edición castellana del Bestiarium Digitalis, me he encontrado con un desafío singular: cómo traducir criaturas que, apenas descritas, ya han mutado en nuevas formas. Algunos términos —como ‘troll’ o ‘doxxear’— se han naturalizado en nuestro idioma como hipopótamos en la Amazonia; otros, sin embargo, exigen equivalencias creativas, pues no existían palabras para lo que aún no habíamos nombrado.
Pequeña criatura anfibia con piel gruesa y mirada fija. Vive bajo puentes de comentarios, donde espera el pasar de su presa para lanzarle piedras verbales
He procurado conservar el rigor del original, aunque advierto al lector que, en este reino de sombras y likes, hasta las definiciones más precisas tienen la vida útil de un tuit. Muchas de estas especies han sido descritas antes y después, pero omitimos la referencia a la autoridad con fines de lectura, pues han sido establecidas en tiempo real por una red de autores anónimos difíciles de rastrear.
Que esta obra circule, como aquellos manuscritos de Humboldt, entre curiosos y escépticos. Porque en la era digital, el primer antídoto contra la fauna tóxica es nombrarla.
NaturaDigitalis
(desde algún lugar del fediverso)
El Bot (Botus repetitivus)
Se asemeja a un enjambre de luciérnagas que parpadean en intervalos exactos. No respira, no piensa, no se desvía: solo repite sonidos hasta llenar el aire.
Advertencia: No intente dialogar; su zumbido robótico llena por completo el ambiente de toxicidad.
El Troll (Trollus vulgaris incendiaris)
Pequeña criatura anfibia con piel gruesa y mirada fija. Vive bajo puentes de comentarios, donde espera el pasar de su presa para lanzarle piedras verbales.
Advertencia: Alimentarlo con atención provoca su reproducción inmediata.
El Operador de Troll Center (Trollus orchestrator sj.)
Humano domesticador de trolls, capaz de mover docenas de ellos como un titiritero hábil. Su guarida es oscura y llena de pantallas.
Advertencia: Su ataque es silencioso; cuando lo notas, ya es tarde. Se alimenta tanto de fondos públicos como privados.
El Hater (Negativus schneiderus)
Mamífero inquieto que se orienta siempre hacia lo que detesta. Vive en manadas donde se refuerzan mutuamente la bilis.
Advertencia: No confundir con críticos legítimos; este ataca por instinto, no por análisis.
El Guerrillero de Teclado (Bellator clavium)
Esbelto y nervioso, siempre armado con un teclado como escudo. Jamás se le ha visto luchar fuera de su nido digital.
Advertencia: Si se le enfrenta en persona, suele desaparecer en humo de excusas.
El Mentis Distortor (Gaslighter obscurus)
Ser translúcido, con voz sedosa y memoria selectiva. Dobla la realidad hasta hacer a las víctimas dudar de sus propios recuerdos.
Advertencia: Mantenga un registro escrito y visual; su presa favorita es la mente distraída.
El Activista de Titulares (Crusader rubricus)
Ave migratoria que vuela de un titular a otro sin detenerse a alimentarse de contexto.
Advertencia: Fácil de confundir con el Activista genuino; para distinguirlos basta observar si lee más allá del titular antes de opinar.
El Guerrero TL;DR (Eques breviloquus)
Criatura veloz que atraviesa artículos como flechas, pero solo mira el primer renglón.
Advertencia: Sus juicios son tan rápidos como su olvido. Su gruñido característico es “Muy largo, no lo leí”.
El Contextofóbico (Clipus truncatus)
Pez ciego que nada solo en aguas recortadas. Sobrevive de convenientes fragmentos, incapaz de procesar el río completo.
Advertencia: Lejos del resto del ecosistema, sus conclusiones suelen ser venenosas.
El Hot-Take Machine (Opinus rapidus)
Bio-mecanismo brillante que expulsa opiniones calientes como vapor de caldera.
Advertencia: Bello de observar, difícil de atrapar, inútil para calmar incendios.
El Muerde-Anzuelos (Baitbiter impulsivus)
Pequeño y torpe roedor que salta ante cualquier carnada, indignado por instinto.
Advertencia: No será necesario dejar trampas visibles; acudirá solo.
El Fakedere (Mendacium vorax)
Vive en madrigueras llenas de papeles falsos. Su dieta es tan tóxica que con sólo tocar a otros los contamina.
Advertencia: Importante portar guantes de verificación.
El Secuestrador de Hashtags (Tagus parásitus)
Parásito que se adhiere a etiquetas populares con el fin de inyectar su propio veneno temático.
Advertencia: Retirar delicadamente con pinzas; nunca a mano limpia.
El Circle Jerk (Laudator circulus jb.)
Grupo de aves que cantan en ronda la misma nota. Desde lejos parecen miles, pero son siempre los mismos cinco.
Advertencia: Su canto coordinado puede llegar a confundir a observadores inexpertos.
El Doxxer (Expositor privatus saramagus)
Dedicado depredador que rastrea huellas digitales para llegar a la guarida física de su presa.
Advertencia: Evitar dejar migas de pan a la vista.
El Cazador de Archivo (Archivus excavator)
Arqueólogo oportunista que busca en ruinas de tweets para encontrar artefactos comprometedores.
Advertencia: El contexto es su primer sacrificio. Se le puede identificar por su famosa frase “siempre hay un tuit”.
El Clout Chaser (Famae venator)
Pequeño pero ágil felino oportunista que suele saltar sobre cualquier escándalo para robar atención.
Advertencia: No darle cámara; es su único alimento.
El Posturero Moral (Virtutis ostentator)
Pavón de engañoso plumaje vistoso, cuyo canto puede escucharse en toda la selva ya que grita “Mírenme, soy bueno”.
Advertencia: El plumaje cae rápido bajo escrutinio.
El Anónimo Virulento (Phantasma toxica jl.)
Sombra con voz. Ataca y huye, dejando un olor agrio en la conversación tras su partida.
Advertencia: No mirar demasiado tiempo; se fortalece en la oscuridad.
La Cuenta Marioneta (Sockpuppetus duplicatus)
Mariposilla que al desplegar sus alas se asemeja a peligrosos depredadores. Su disfraz le permite aparentar multitud o sembrar temor entre otras especies.
Advertencia: Identificable fácilmente por su rastro de detritus.
El Mártir Fabricado (Victimus artificialis)
Zarigüeya del método que se autoinflige daños digitales para culpar a otros y ganar aplausos.
Advertencia: No hay que preocuparse por esta especie ya que es totalmente inofensiva.
El Saltador de Plataformas (Hopper transmediaticus)
Saltamontes nómada que transporta peleas de un hábitat digital a otro.
Advertencia: El sigilo es su veneno.
El Granjero de Interacciones (Engagement luisguillermus)
Campesino que desmonta la selva para sembrar polémicas y cosechar reacciones.
Advertencia: No confundir con productores legítimos; este sólo planta cizaña.
El Publicador FOMO (Urgentia compulsivus)
Hormiga que se mueve rápidamente en grupos de forrajeo, publicando compulsivamente sólo por convivir.
Advertencia: Suele regurgitar rumores sin masticar.
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Nota final:
En el mundo virtual, como en la naturaleza, nada es estático. Las especies evolucionan, las tácticas se refinan, y lo que hoy es una curiosidad, mañana puede ser una plaga. Observad, pues, con ojos críticos y mente fría.
Así como en los bosques tropicales el aullido de un mono puede desencadenar pánico en toda la manada, en la plaza digital un solo gesto —un tuit, un gif, una captura sacada de contexto— basta para que los roles se intercambien con vorágine shakespeariana. El Troll muta en Mártir; el Clout Chaser en Justiciero; el Gaslighter en Victimus. La coreografía es tan fluida como las mareas del Orinoco: hoy actor, mañana cómplice, pasado espectador.
estas danzas, ejecutadas por apenas una docena de cuentas, generan la ilusión óptica de una vox populi universal
Mas he aquí el fenómeno más insidioso: estas danzas, ejecutadas por apenas una docena de cuentas, generan la ilusión óptica de una vox populi universal. ¿No observamos acaso cada mañana cómo un titular malinterpretado —como esas semillas que los pájaros llevan lejos de su árbol original— echa raíces en el campo de la “verdad colectiva”?
El naturalista que esto escribe no propone extinguir el fuego (pues toda plaza pública arde desde los tiempos del ágora), sino medir su calor con termómetro de resistencia de platino: aprender a distinguir —entre las sombras chinescas de la pantalla refulgente— los movimientos espontáneos de aquellos que obedecen a la mano invisible del algoritmo, pero también identificar la chispa que busca incendiar la pradera.
In fine, solo queda elegir: retirarse a la atalaya silenciosa, donde el humo ya no quema los ojos y se puede ver sin participar, sumando el silencio al ecocidio de ideas, o integrarse al carnaval Ewok de las indignaciones rotativas y reiterantes, pero con cuidado de no bailar sin antes identificar a los ejecutantes de la música.