Cuando Steve Jobs quiso operarse del cáncer era tarde
Conviven con nosotros desde tiempos inmemoriales y quizás por ello confiamos en ellas. Pero la realidad es que el tiempo no ha servido para que consigan demostrar su eficacia. Se trata de las medicinas alternativas (como la homeopatía, las flores de Bach, la aromaterapia, la acupuntura, la quiropráctica, el ayurveda, la fitoterapia y un largo etcétera). Contra ellas carga sin miramientos José Miguel Mulet, profesor de biotecnología de la Universidad Politénica de Valencia en su libro «Medicina sin engaños».
Mulet no es médico y lo aclara en las primeras líneas de su libro pero ha hecho un riguroso repaso de aquellas prácticas que no forman parte de la medicina convencional e incluso carga contra algunos médicos y farmeceúticos que «dan información que no es cierta ni rigurosa». «Puedes tener un título y tener determinadas creencias… y en el caso de las farmacias, vender un producto homeopático es mucho más caro y por ende, más rentable que un remedio genérico», explica.
El argumento para escribir un libro sobre estas prácticas y echarlas por tierra es sencillo: «Si tuvieran un mínimo aval ya se hubieran incorporado a la práctica médica», señala. Sí rescata algunas prácticas que comenzaron siendo tradicionales y posteriormente, se incorporaron al mundo de la medicina: «Por ejemplo, la corteza de una planta, llamanda cinchona que era usada por indígenas del Amazonas se emplea porque de ella se extrae la quinina. Ha superado las pruebas y se ha comprobado que tiene un principio activo con utilidad farmacológica. Lo mismo con el curare, un producto químico que se extrae de plantas y que se utiliza en cirugía como relajante muscular. ¿Por qué? Porque ha superado las pruebas», ejemplifica.
La que no ha pasado las pruebas es la homeopatía, la gran señalada por Mulet. «La homeopatía es la que está de moda y la que más presencia mediática tiene. Es inocua porque no tiene que demostrar eficacia pero si tienes una enfermedad grave y tomas productos homeopáticos estás perdiendo el coste de oportunidad: si haces el tratamiento que no funciona es peligroso porque te hace perder tiempo». Si de perder un tiempo muy valioso se trata, Mulet cita el caso del genio de Apple, Steve Jobs. «Él tenía un cáncer de páncreas, que son muy graves pero el suyo era operable. Se trató con zumos naturales en vez de cirugía y cuando quiso operarse ya era tarde».
Mulet no niega que la medicina convencional también acumula recuerdos muy poco agradables como el de la talidomida, el fármaco del laboratorio alemán Grünenthal para las naúseas del embarazo que produjomalformaciones congénitas. O el caso del Vioxx, el medicamento de la farmaceútica Merck, que se retiró por su comprobadoriesgo de infarto. «Las farmaceúticas han tenido comportamientos poco éticos, pero una cosa no justifica la otra y además se ha tratado de casos puntuales», señala.
Toxicidad
Reconoce también los graves efectos secundarios de algunos fármacos. «Hay efectos secundarios conocidos, sabes que si estás tomando un medicamento quizás no puedes tomar otro, si estás embarazada también tienes que tomar precauciones. Pero los productos alternativos no tienen efectos secundarios porque tampoco tienen primarios». En resumen, no hacen nada. Y si lo hacen, es malo. En este sentido, también señala que hay que tener cuidado con ciertas plantas. «Si te tomas una infusión de plantas también puede tener efectos secundarios pero no hay consejo médico que te lo diga. Por ejemplo, hay una clase de salvia que es tóxica. Otros ejemplos son la aristoloquia o el hipérico, indicado para los dolores de cabeza que interacciona con la pantilla anticonceptiva», advierte.
Mulet incluso niega aquellos casos en los que algún paciente ha confirmado que ha mejorado probando plantas o similares. «El conocimiento médico no se hace con casos individuales. Cuando digo que la quimioterapia funciona no es porque tenga un familiar al que le haya servido, sino porque hay estudios que confirman que le ha servido a los pacientes. Cuando se hace un estudio sobre algún fármaco se realiza un “doble ciego”, es decir, un grupo toma el fármaco y a otro grupo le dicen que lo toma pero no es así. Ni el médico ni el paciente saben en qué grupo está cada uno para evitar sesgo humano. Si la gente piensa que se está tratando esa actitud crea un efecto beneficioso. Cuando se hace doble ciego con homeopatía, los productos funcionan igual para el que lo toma y para el que no: son placebos. ¿Es lícito entonces que una farmacia te venda un placebo de 20 euros cuando no tiene efectos?», se pregunta.
Publicidad engañosa
A su juicio, el principal caballo de batalla de la homeopatía es decir que funciona porque las dolencias se van. «Si me dices que la homeopatía te para el resfriado, yo te digo que me los curo yendo a trabajar. Se trata de cosas estacionales como también puede serlo la alergia que se van después de determinado tiempo y se argumentan que es gracias a la homeopatía. Hacen publicidad engañosa», zanja.
Mulet critica también a los herbolarios que no tienen licencia o las ferias medievales donde se venden plantas para curar graves afecciones. «Las plantas, como cualquier organismo vivo tienen como objetivo principal reproducirse, no curarte», señala. «Se venden cosas que no han probado su eficacia, de cara al consumidor eso es un fraude», concluye
Medicina tradicional china e india
En el caso de la medicina tradicional india critica el ayurveda, «que se basa en una energia vital que nadie ha visto ni medido», en el caso de la china, critica la acupuntura, o la moxibustión, entre otras, que consiste en quemar plantas. Aunque le ofrece el beneficio de la duda a la primera. «Siendo muy generosos la única que se ha desmotrado que tiene cierta eficacia es la acupuntura para dolores lumbares muy localizados. El problema es que también tiene truco. Si vas al acunpuntor te dirá que se basa en canales de energía, pero el estudio sobre el tema comprueba que se tiene el mismo efecto si haces acupuntura con alguien que sepa o con alguien que no y te coloca las agujas al azar».
Quiropráctica
Mira con recelo la quiropráctica o la osteopatía. «Si te giran el cuello violentamente puede que te lo rompan, aunque el que lo haga lleve una bata blanca y diga que es quiropráctica. Es una de las muchas técnicas presuntamente milenarias que se supone que recoge la sabiduría ancestral de los componedores de huesos, pero en realidad se le ocurrió a un señor (Daniel David Palmer) en una fecha en concreto (1895)».
Pero la voz de alarma va sobre todo, contra aquellos dudosos tratamientos que dicen curar graves enfermedades como el sida o el cáncer. «Se ha llegado a decir que el ébola se cura a base de plantas, o que no hay que vacunarse. Otra tendencia, por ejemplo, se basa en asumir que los cánceres pueden curarse con alimentación. Ahora la última moda son los fans de la dieta alcalina, que señalan que hay que comer alimentos alcalinos y que el cáncer se puede curar con bicarbonato. En el caso del sida, hay casos igualmente sangrantes como el del alemán Matthias Rath que afirmaba haber descubierto unas vitaminas a base de ajo y remolacha que curaban la enfermedad. Curiosamente, valían más caras que la terapia convencional, como suele pasar con las pseudomedicinas», zanja.