La última exposición de la pintora Patricia Mariaca. Una reflexión necesaria que toma consistencia en la tierra y vuela al espacio sideral.
Los métodos y formas de creación han cambiado desde que se desató la pandemia del coronavirus. El nuevo lenguaje visual incorpora una herramienta esencial para el activista en tiempos de múltiples crisis ante las que los artistas tiene respuestas dejando volar ideas en sus diversas expresiones, el color y el cuidado de la conceptualización del planeta tierra, optimista por la irrupción de pequeñas dosis de esperanza con los objetos con los que se trabaja. Unos lentes redondos de montura negra ancha, arrebatan el aspecto de Patricia Mariaca. Durante el encierro por la pandemia ella anunciaba en sus plataformas a todos los que requerían comprar productos de una huerta, su huerta. Podría ser nada original pensando en que los anuncios de venta de hortalizas cultivadas por sus propias manos no tendrían más valor de los cientos de anuncios de productos que podían llegar a los compradores. Sin pensar dos veces se dedicó a trabajar la tierra, aunque quizá nunca se imaginó, aun por la percepción de sus sentidos, que esa noble tarea acabaría plasmándose en su obra; la proyección de elementos vitales tales como el agua vital, la tierra que da vida al núcleo de otro ciclo vital como las plantas y un magneto incorporado para redondear el ciclo ¿Qué hago, no puedo dejar de regarlas? se preguntaba y no tuvo mejor idea que regarlas con los pinceles que encantaron en un estado de conciencia.
Ella descubrió a través de la investigación, una de las pocas formas instintivas de sobrevivencia que algo estaba dando vueltas en su cabeza, mientras trabajaba el aparejamiento de su vida propia y natural.
Una mañana, cuenta, se despertó como movida por esa revelación y se impregnó del acto que veían sus ojos. Una maceta interior que contenía una esperanza –nombre de la flor-; un haz de luz atenuaba sus colores. Ese rayo fue como el de Franklin. Desde entonces no paro. Ya había descubierto antes en sus ensayos a inicios de su carrera, que la naturaleza muerta esa que adorna los comedores esperpentos de los palacetes de los reyes, aguijoneaban en su interior la transmutación del espacio adornado que provenía de voces de afuera, de un mundo exterior que al descubierto no era otra cosa que el cosmos. Qué tal pensó si esta naturaleza muerta cobra vida. Y fue cuando percibió que estaba provocando la fotosíntesis colorida de las plantas en su habitación.
Así que sin más vueltas se puso a descubrir el significado de este hecho ingenuo, pero a la vez revelador y etéreo; los colores, fragancias y sensaciones desde la simiente. Un capullo interior envolvía el proceso. El resultado es sorprendente: Patricia Mariaca, una de las pocas artistas plásticas que hace años logró una paleta de colores que llevan su nombre, desplegó la tarea radiante de concebir “Corazón botánico”, su nueva, última y más reciente exposición.
De la semilla fecunda en la tierra se dio cita el universo. Y ella tuvo el equilibrio emocional de acoger con amor a lo que sus ojos estaban viendo; sus manos ágiles del reinado animado de las plantas, las flores, las hojas el agua que las alimenta. Ella explica su contacto con la tierra que ha devenido en un tema inusual: El ciberespacio del color. “Esta exposición la he ido preparando fuera del cuadro, no desde el cuadro, no desde el lado intelectual, sino de lo físico de preparar la tierra desde como las semillas van cobrando vida. Es interesante porque hace 4000 años que los humanos hacemos esto (cuidar los jardines)”. Seguidamente, Patricia expone las sutiles diferencias. Explica: “El jardín es ornamental, se compara con la pintura, lo haces porque realmente quieres sin nada entre medio -este cuadro, por ejemplo, dice volteando su cuerpo y señalándolo- es un homenaje a los primeros jardines egipcios que se hicieron en el mundo; desde entonces siempre es igual, primero conservas lo que es tuyo y después te importa las semillas que mientras más lejos vuelen mejor”.
“Tú puedes entender una cultura a través del jardín bien representado en la pintura, en los griegos, por ejemplo, este es un cuadro en homenaje a sus jardineros y a sus pensadores. La explicación es que las semillas guardan una memoria, lo más bello de las semillas es eso. El filósofo francés Gilles Clement piensa que si no hay semillas no hay pensamientos y si no hay pensamiento no podemos dejar de pintar, porque en la memoria conceptual de las semillas está el pensamiento”.
“Cultivar un jardín nos permite relacionarnos con distintas especies, no solo plantas sino también con otros seres vivos terrestres y aéreos, al intervenir en sus vidas ellos también lo hacen en la de uno, si ayudaste a que vuelvan las abejas a tu espacio seguro te sentirás muy bien”.
Explícanos eso de la semilla y su memoria.
Es bello pensar eso. Yo estoy tratando de hacer mi pequeño microclima en La Paz donde vivo, porque pienso que cada uno tiene que cuidar el espacio en el que habita, el lugar donde llegué prometía mucho, el lugar es precioso, pero no había nada porque estaba descuidado, entonces casi en dos años -el proceso es lento- he logrado que no solo crezcan flores, sino mariposas y abejas. En eso, cierta mañana me levante, deberían haber sido las 5 de la mañana y sobre un florero llegaba un rayo de luz, era algo fascinante, lo tome como un llamado, me di cuenta que lo que tenía que pintar era eso; no el florero ni las flores, sino las sensaciones que te provoca.
¿Esa luz te inspiro?
Si, entonces cuando el cuadro está terminado quiero saber si realmente trasmite eso o no, sigo trabajando hasta sentir que se está acercándose a las sensaciones. Ese ha sido el proceso de creación de esta exposición, el concebir algo bueno en tu cuerpo, que veas por un minuto y respires la memoria de las semillas.
¿Quién define el público que ve o tu sin importar lo que ve?
Define el público, yo busco hasta el punto de pensar que está funcionando, pero son las personas las que completan la obra, por eso uno expone, de lo contario tendrías tu trabajo guardado. El cuadro se complementa con la otra mirada.
En un periodo tan complicado que nos toca vivir a todos con nuevos paradigmas aún por resolverse si es que se resuelven, guerras, crisis alimentaria, energética, medioambiental y muchas otras, el concepto para el receptor de tu obra cambia, es una forma distinta de ver el universo y la vida en la tierra.
Creo que nos han pasado cosas muy duras, no a nivel personal sino mundial, cosas para las que de repente no estamos preparados ni de asimilar, es como cuando estudiaba la Edad Media; cómo cambió el mundo justamente por la salud; algo así nos está pasando. Hay artistas como miles de personas que tienen diferentes maneras de acceder al mundo. Hay artistas que denuncian las crisis que estamos pasando, siendo constantemente atacados, artistas que se interesan por otros temas mundiales, personales, sexuales; hay de todo, pero a uno le toca una varita que no sé de dónde llega para tratar de dar esperanza por un lado y la conexión sideral porque todo lo que genera una flor flota en el universo. No es nada estático.
¿Y en los pensamientos igual?
Claro –dice Patricia alcanzado su mano para presentar otro de sus cuadros al que lo ha llamado ´Pensamiento Azul´- porque la flor se llama Pensamiento, es su nombre, volviendo a lo anterior creo que los pensamientos acaban siendo muy frágiles, viven una vida fugaz; vive unas horas intensamente y después desaparece.
La exposición es una respuesta a lo que estas sintiendo tú en este momento que no es tan fugaz pues estamos en esto desde hace por lo menos tres años.
Es cierto, así como hay distintas épocas para cada persona; a mí me dicen ´pero, ya no estas pintando como antes´ y me da ganas de decir: ´tú tampoco eres como antes´. En los que hacemos pintura se nota posiblemente más porque generamos un efecto visual, a lo que me voy es que todos cambiamos constantemente.
No estaba equivocado al haber definido tu exposición como espacial, universal o si quieres ciberespacial. “Esta perfecto” –señala la artista volcando su mirada bajo los prismáticos de montura negra que se reflejan en sus ojos. Estamos presenciando una pintura que titula ´Bajo las estrellas´.
¿Cómo nace el título de una obra?
Ehhh, los títulos vienen después de que los pinto, incluso después de que está montada la exposición comienzo a entender mejor lo que he hecho, porque trato de que sea subconsciente. Si trataría de reproducir un dibujo de mis cuadernos de apuntes a un cuadro, no funciona; cada cuadro fluye o trato de que fluya y ese proceso es difícil porque no sabes hacia dónde va a ir. El título viene de la conexión, pero no deja de ser importante como la última pincelada; hay flores que se abren a las estrellas en la noche y en el día se cierran, esa es la conexión que me interesa poner nombre.
¿En qué han cambiado tu contacto con las plantas? Cuando eres pintor eres muy táctil porque trabajas con la materia de la pintura, todo es tocar; lo mismo ocurre con la tierra y con las plantas, tienes que tener una sensibilidad en tus propias manos para saber si una semilla debe ir más arriba o más adentro de la tierra que nadie te puede explicar, es una sensación que acaba siendo material. Yo aconsejaría que toquen la tierra todos los días, porque ese ejercicio se hace un compromiso con la vida; está el tema de escases de las fuentes de agua que no deja de preocupar. Si te has hecho responsable de esas plantas hay que alimentarlas con agua, hablar con ellas, escuchar música con ellas. Además, las plantas te avisan su cambio, nacen de una forma y color y se transforman, me gusta la transformación.
¿Tienes preferencia por algún cuadro de tu exposición? No todas ocupan el mismo lugar, porque también toda exposición es como la guía de un libro, hay una lógica que a veces no la puedes explicar, pero tengo la ilusión de que la exposición te guía por un camino, desde la semilla, el jardín, el huerto y la necesidad de meter las flores dentro de la casa, uno no se queda tranquilo con que estén fuera, entonces pasas a los objetos, por eso hay floreros y frascos.
¿El cuidado del jardín es un concepto femenino?
Ese concepto es muy occidental, eso ha venido con el patriarcado que ha separado las cosas de manera crucial, en otras culturas no había esa separación, la verdad es que antes había unión. Hay algo que me llamó la atención mientras investigaba para la exposición y es que el Machu Picchu existía uno de los mayores jardines del mundo, biólogos han encontrado muestras documentadas de 300 especies de orquídeas, ubicadas en un jardín recién señalado.
No quiero entrar en eso de patriarcado recuerdo el pasaje de una obra universal en la que un niño recuperado de las manos de ciertos ladrones, abusos y malos tratos, salía al campo a recoger flores para adornar la casa en señal de agradecimiento. Es no hace diferencia al género.
Si ese es un tema aparte, pero además en la Historia del Arte encuentras que hubo un periodo en el que no se dejaba que las mujeres pintaran a no ser flores y eso traba y genera perjuicios y auto limita. Todo esto me ha llevado a estudiar el proceso botánico. Creo que explorar el mundo botánico te puede llevar una vida; puedes sacar miles de reflexiones a través del proceso. Hay cuadros coloniales que cuentan una imagen bíblica donde las flores están flotando sin una aparente relación con el cuadro, ves el manto, las flores siguen la lógica de las curvas flotando.
¿Se te pasó asociar la inteligencia artificial con tu obra?
Yo tengo una relación con lo tecnológico en el que llego a la conclusión que nos va a servir, es como cuando inventaron los trasmisores que dieron paso a los teléfonos la gente se quería morir pensando en el fin del mundo; poco lo mismo nos está pasando con esto, algo bueno que no sabemos dónde nos llevará, pero hay cosas que no se van a poder sustituir, puedes diseñar, pero pintar es pintar, no hay vuelta.
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