Destaco de Bolivia su propuesta del cine comunitario e indígena

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POCHO ÁLVAREZ, CINEASTA Y REALIZADOR ECUATORIANO

El realizador, quien es uno de los invitados de la Semana del Cine de Ecuador 2015, habló de su incursión en el séptimo arte y del valor del documental.

“Me encantaría conocer a Evo Morales, pero después,  cuando no sea Presidente”, dice sonriente  el cineasta  ecuatoriano Pocho Álvarez, quien   llegó ayer  a La  Paz para presentar sus filmes en la Semana de Cine del Ecuador.
Sencillo, Álvarez contó que  al arribar al aeropuerto de El Alto se quedó sin palabras al contemplar el crecimiento de esa urbe. “Hace más de una década  filmé en Bolivia junto a un equipo alemán. Era  en Tarabuco (Sucre) y era un filme sobre  las madres adolescentes en algunos países de América Latina. Regresar a Bolivia fue una verdadera sorpresa. Me impresionó ver  la cantidad de casas”, comentó. 
¿Qué significa para usted regresar a Bolivia y presentar sus  películas?
Es muy significativo regresar a Bolivia porque  ratifica un encuentro con una memoria que se ha ido forjando  entre ambos países gracias a Jorge Sanjinés y Jorge Ruiz, quienes  filmaron en Ecuador.  Tenemos una   amistad desde hace mucho tiempo con estos cineastas, quienes  trabajaron en los años 60 y 70 con varios de nuestros cineastas. Por eso, pienso que regresar a Bolivia es una forma de recordar un lazo permanente de amistad que ha existido a través de las cámaras.
En varias entrevistas usted afirma  que el rol del cine es mostrar  lo que el poder oculta. ¿Mantiene esa postura?
Creo que ése es el sentido del arte:  develar,  develar no sólo ese universo interno del artista, del tema, del colectivo que le inspira, sino develar aquello que el poder  busca ocultar. Entonces, no es una consigna, es una actitud de vida. 
El cineasta cubano Santiago Álvarez  decía que “el cine documental, más que un género, es una actitud frente a la vida”. Por eso, creo que  el sentido de  mi peregrinar frente a la cámara  es el descubrir aquello que al  poder le estorba, mostrar aquello que  debe ser mostrado, no porque yo lo diga,   sino porque la gente debe  conocer.
Usted  empezó a  rodar  en  los años 70. ¿Qué lo   motivó   a inclinarse por  realizar   un cine de denuncia y de temáticas sociales?
Creo que prácticamente lo que mueve a un artista  es esa necesidad que tiene su colectivo de cantar sus  esperanzas y desesperanzas. Un cineasta no  puede estar ajeno a la realidad social, uno tiene que estar inmerso en eso.  Uno tiene que profundizar lo que uno hace, pero no en función de los escenarios, sino en función de las esencias.
Varios de sus trabajos fueron censurados por el poder. ¿Qué lo ha motivado a seguir con su obra a pesar de la censura? 
Pienso que ésa es y ha sido  una experiencia  que ratifica lo que tienes que hacer, lo que debes hacer. A ti te pueden callar, pero el trabajo camina solo. Cuando  me censuraron  no me callaron a mí, buscan  callar  una realidad. No se  puede censurar el libre tránsito de las obras de arte, se puede censurar al  autor, pero las obras caminarán solas. 
Ha  rodado varios  filmes sobre problemáticas sociales de Latinoamérica,  ¿cuáles cree que son los retos y los  temas pendientes de  las nuevas generaciones? 
Es complejo señalar los retos porque cada generación tiene que encontrarse y saber qué es lo que su esencia le demanda. A mí,  por ejemplo, mi componente humano, nacido en las luchas sociales de los años 70, me demanda  develar esa continuidad de lucha por un mañana justo, por la  utopía de la democracia,  la igualdad y  esa utopía de que el otro existe y porque el otro existe yo soy. Entonces,  existe racismo, discriminación,  no sólo en mi país, sino en América Latina en general. En la medida que eso exista, esos problemas,   mi cámara seguirá filmando. Les digo a los demás que sean auténticos y sinceros con su caminar.  Además,  que sean  coherentes con lo que piensan  y con lo que  dicen. 
Usted ha optado por apoyar la piratería de sus filmes, ¿por qué ha tomado esa decisión?
Es una decisión personal y eso es porque hay  la idea en el mundo indígena  que cuando a uno le toman una foto te roban el alma; entonces, a partir de ahí mi reflexión es: lo que  hago yo es pedir prestado las imágenes de un tema, de un sueño y al dejar piratear mis trabajos las devuelvo. Ése es mi sentimiento, estoy devolviendo algo prestado para reconstituirlo en lo que es esta película,  pero en realidad las películas no son del artista,  son de esa comunidad, de ese pueblo, de esa colectividad que a uno le inspira.  No hay cosa más hermosa que el público se apropie de aquello que le pertenece.
¿Qué referencias tiene del cine boliviano?
No conozco mucho del cine boliviano, pero destaco  de Bolivia su propuesta del cine comunitario y del cine indígena porque ayudan a  que surja una nueva crítica, una nueva manera de contar desde las comunidad

 

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