Por qué las piezas antiguas y las reinterpretaciones de clásicos se han convertido en tendencia de moda.
La alfombra roja de las grandes fiestas del espectáculo, termómetro de lo que visten o vestirán famosos y modelos, confirma el regreso de modelos del pasado. En 1935, cuando el perfume Chanel Nº 5, el vestidito negro y sus trajes de tweed estaban en su apogeo, la diseñadora francesa Coco Chanel (1883-1971) decretó una aversión al aspecto más desechable del mercado en el que actuaba. “Estoy en contra de la moda que no dura. No me imagino tirando ropa sólo porque es primavera”, dijo. Casi 100 años después, el pensamiento del creador nunca ha sido tan actual y oportuno. Creaciones del siglo pasado, de la propia Chanel o de otras casas importantes, lanzadas entre los años 1920 y 1990, e interpretaciones de prendas icónicas y populares de otras épocas encajan en una de las tendencias más candentes de la moda contemporánea: el vintage. En la era de la tecnología y la reproducción a escala, el valor reside en los modelos del pasado y en la artesanía de la alta costura.
La alfombra roja de las grandes fiestas de espectáculos, barómetro de lo que visten o vestirán celebridades y modelos, confirma el regreso de los viejos diseños, con pompa y circunstancia. Lo que llama especialmente la atención es el atractivo que estas prendas tienen entre las generaciones más jóvenes. Marina Ruy Barbosa apareció en Cannes luciendo un modelo clásico de Chanel de 1987. En la Met Gala, la actriz Zendaya, la favorita del momento, llamó la atención con su impresionante vestido de estilo victoriano diseñado por John Galliano en 1996. Anya Taylor-Joy, la Furiosa por el cine, llevó a la fiesta de los Oscar una reinterpretación de dos de los diseños más famosos de Christian Dior, los vestidos Junon y Venus. Los originales de alta costura, de 1949, forman parte de la colección del Museo Metropolitano de Arte, de Nueva York.
Las celebridades son los principales referentes para los jóvenes de la generación Z, que no han llegado a los 30 años. Rescatan piezas olvidadas de tiendas de segunda mano y armarios de abuelas y ayudan a viralizar un movimiento en las redes sociales. En TikTok, el tema vintage ya cuenta con más de 20 millones de reproducciones. “Vivimos en una época de mezcla de épocas, en la que las experiencias de boda entre lo antiguo y lo nuevo están aumentando”, afirma el consultor de moda Manu Carvalho. Valorar lo viejo, en definitiva, un movimiento que comenzó en los años 70 con los hippies, es un contrapunto necesario al consumismo excesivo actual. En otras palabras, y no sólo en el mundo del estilo: conocer el pasado es una forma de reflexionar sobre el futuro. “No es sólo una tendencia, sino un rastro de referencias”, afirma Manu.
Tampoco se trata sólo de nostalgia, sino de un pensamiento que implica expresión de identidad, conciencia global y la construcción de un estilo que resonará más allá de las estaciones a través de tres puntos fundamentales de la moda actual, tan genérica y pasteurizada: durabilidad, sostenibilidad y exclusividad. Los dos primeros, evidentemente, hacen referencia a la aportación del vintage a la llamada moda circular, ya que la ropa no acumula polvo en el armario y no se desecha fácilmente. El privilegio de la exclusividad es un recurso de marketing y publicidad, vinculado a personajes famosos. Así de sencillo, aunque casi siempre muy caro: “Quiero uno así”.
Otro movimiento, un truco evidentemente exitoso, es aparecer en eventos muy populares con prendas que ya han sido objeto de conversaciones y clics de los paparazzi en otras fiestas. La historia rescatada fue un recurso utilizado en las pasarelas parisinas, que revisitaban las creaciones de diseñadores de décadas pasadas. De la mano del origen de todo, la lista incluye algunos de los nombres más importantes de la industria, como Chanel, Dior, Balenciaga, Balmain, Schiaparelli e Yves Saint Laurent.