El 21 de septiembre de 1866 nació Herbert George Wells, el escritor inglés que junto a Julio Verne, fue considerado uno de los padres de la ciencia ficción.
H. G. Well (1866 – 1946) fue el tercer hijo de una familia de clase media baja que tenía una tienda en la que vendían artículos de deporte y loza fina. Gracias a una rotura de pierna cuando tenía apenas 8 años se dedicó a la lectura de los libros que poseía su padre. Su niñez transcurrió en medio de dificultades económicas de la familia lo que los obligó a él y a su hermano a trabajar para el sustento diario. Su experiencia en una tienda textil se vería reflejada más tarde en sus libros The Wheels of Chance (1896) y Kipps: The Story of a Simple Soul (1905).
La vida en familia de los Wells fue turbulenta esto porque su madre era protestante y su padre, un librepensador. La situación económica tampoco contribuí al bienestar. Empleada doméstica en una casa de campo, a la madre de Herbert no se le permitía vivir con su familia. Esta situación contribuyó a aumentar los problemas personales del muchacho que tampoco se destacaba en sus empleos en el ramo textil y luego como empleado en una farmacia.
Los inicios en la literatura
Ya desde corta edad se convirtió en un apasionado de la lectura, pasaron por sus manos muchos libros como la República de Platón, Utopía de Tomás Moro y casi todas las obras de Daniel Defoe. A pesar de las penurias económicas fue una persona de suerte. Tanto que sus 18 años obtuvo una beca para estudiar biología en la Normal School of Science, una parte del Imperial College de Londres. Durante los años de su permanencia en el instituto marcarían su iniciación en el socialismo. El joven fue uno de los fundadores de la revista escolar The Science School Journal; en la que expresó sus puntos de vista sobre la literatura y la sociedad. Su socialismo se basó en la idea de que el progreso de la humanidad pasaba por la necesidad de erradicar la pobreza e incrementar la cultura. Creía que la educación era el arma principal para la transformación del mundo. A diferencia de otras doctrinas como el comunismo el hombre para el Estado o el cristianismo el hombre para Dios, Wells resumió sus ideas “El hombre para el hombre”. Es de esas ideas que probó fortuna con la ficción y en apenas cuatro años publicó sus novelas más emblemáticas, muchos años después llevadas al cine: La máquina del tiempo (1895), La isla del doctor Moreau (1896), El hombre invisible (1897) y La guerra de los mundos (1898), esta última sea probablemente la más emblemática por el enorme impacto que provocó en el público, que llegó a creer que el planeta estaba siendo invadido por extraterrestres.
En 1891, instalado en Londres mantuvo una actividad frenética dedicado a la academia, la investigación como profesor auxiliar en una escuela donde se le recuerda como un maestro exigente, preparado y dotado de excelentes condiciones para la enseñanza.
Su obra de ficción fue creciendo con los años y entre 1893 y 1894, escribió un relato fantástico llamado Los eternos argonautas, que aparecería de forma periódica en la revista National Observer. En 1894 se casó con una antigua alumna, Catherine Rollins. A partir de entonces, Wells colaboró en diversas revistas y periódicos, lo que unido al tremendo esfuerzo y a las estrecheces económicas por las que pasaba provocó que su salud se resintiera gravemente –enfermó de tuberculosis y llegó a pesar cuarenta kilos –. En ese momento abandonó la enseñanza y dedicó su tiempo a colaborar en prensa, al mismo tiempo que dirigía una sección de Ciencias Naturales en una academia de enseñanza por correspondencia. Una práctica que en el futuro realizará de forma habitual.
Las estrecheces económicas y su inagotable esfuerzo por el trabajo debilitaron su salud y los médicos le diagnosticaron tuberculosis
En el año 1909, Wells publicó Tono-Bungay, una sátira sobre la sociedad inglesa de finales del siglo XIX. A ésta le siguieron Ann Verónica (1909), La historia de Mr. Polly (1910) y Matrimonio (1912). Posteriormente se inclinó por la novela sociológica o didáctica y publicó: El nuevo Maquiavelo (1911) y El mundo liberado (1914), en la que describe una guerra europea con bombas atómicas y radioactividad.
Científico antes que escritor
A pesar de los riesgos inherentes a los avances tecnológicos, Wells fue un científico antes que un escritor, y un ferviente creyente y defensor de las posibilidades que ofrecía la ciencia para mejorar las condiciones de vida del ser humano. A pesar de esto, Wells no se limitó a escribir historias futuristas como otros contemporáneos suyos; fue un pensador polifacético capaz de publicar obras como El esquema de la historia, de 1920, en la que relata de forma amena la historia de nuestro planeta y de la humanidad desde sus orígenes hasta el presente.
H.G. Wells fue ateo, socialista y un hombre comprometido con toda una serie de nuevas y revolucionarias ideologías, y un adelantado a su tiempo
Wells fue ateo, socialista y un hombre comprometido con toda una serie de nuevas y revolucionarias ideologías. Fue un adelantado a su tiempo –y, al parecer, también un Don Juan– que supo compaginar de una forma más o menos tranquila su trabajo con su vida familiar. Enfermó de cáncer y un 13 de agosto de 1946, como si su vida se hubiera preparado para su muerte, se recostó, pidió un pijama limpio y media hora después Herbert George Wells, primer cronista de la guerra de los mundos, fallecía en su finca de Easton Glebe.
Wells ha sido considerado como uno de los grandes escritores británicos del siglo XX, el escritor francés Anatole France lo definió como: “La mayor fuerza intelectual del mundo de habla inglesa”