La urgencia; de leer a Savater

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Foto: Cortesía Google

Mañana viernes Fernando Savater, uno de los filósofos más reconocidos y leídos en el mundo de habla hispana, recibirá el Premio Internacional de Poesía y Ensayo Octavio Paz 2012.

Autor de una larga serie de ensayos, artículos, conferencias y hasta una novela multipremiada, no es el clásico filósofo encerrado en una biblioteca que desentraña los misterios de Schopenhauer o piensa en las afinidades de Platón y Kant. Ejerce la educación, la comunicación y la palabra. Y, como todo amante del conocimiento dedicado a filosofar, sí que le interesan los primeros principios y las últimas consecuencias de las cosas. Pero prefiere la ética a la metafísica.

Después de tan altas palabras, puede producirse una confusión muy baja. Baste aclarar que la metafísica nada tiene que ver con el horóscopo ni los amuletos, ni la ética con los juicios de moral. Ética es el intento de buscar los mecanismos adecuados, ha dicho en sus conferencias, para relacionarnos con los demás, siendo razonables y no sólo racionales.

“Por la vía de lo racional -ha escrito Savater- resolvemos problemas técnicos, científicos, podemos buscar lugares confortables donde vivir. La racionalidad avanza tremendamente, pero lo razonable no termina de despegar, la exigencia de ser razonable es tratar sujetos, no objetos y el tratar a los sujetos como tales, y no como objetos”.

Además de la ética, en la obra de Savater destaca una evidente e inevitable atención hacia los jóvenes. Interés por la educación. Aunque tampoco podría decirse que es un maestro encerrado en un salón de clases con su palmeta, El discurso del método y su regla T. Es, en todo caso, un educador que escribe libros.

Nótense tres de los más notables: Ética para Amador, Política para Amador, El arte de educar y El contenido de la felicidad, para no dejar afuera al mejor de los sentimientos (y también, por supuesto, habrá que mencionar como imprescindible su Ética de urgencia, que ha sido traducida a varios idiomas, recibido el reconocimiento de académicos, especialistas y público en general, además de haber planteado correctamente cuánto y qué tan definitivamente nos falla todo lo ético en nuestro desempeño vital).

“Con los hombres nunca puede uno estar seguro del todo, mientras que con los animales o con otros seres naturales sí por mucha programación biológica o cultural que tengamos, los hombres siempre podemos optar finalmente por algo que no esté en el programa (al menos, que no esté del todo). Podemos decir «sí» o «no», quiero o no quiero” escribe Savater en Ética para Amador. Y habrá que decir que se trata de su hijo.

También vale la pena reproducir el inicio para no creer que Savater es capaz de chantajear a sus lectores con sentimentalismos engañosos: “Este libro no es más que eso, sólo un libro -escribe en el Prólogo-. Personal y subjetivo, como la relación que une a un padre con su hijo; pero por eso mismo universal como la relación entre padre e hijo, la más común de todas. Ha sido pensado y escrito para que puedan leerlo los adolescentes: probablemente enseñará muy pocas cosas a sus maestros. Su objetivo no es fabricar ciudadanos bienpensantes (ni mucho menos malpensados) sino estimular el desarrollo de librepensadores”.

Una vez aclarados tales puntos le dice a su hijo Amador que, aunque a veces tiene ganas de contarle muchas cosas se las aguanta porque “bastantes rollos” le tira en su oficio de padre como para añadir otros y que comprende que la paciencia de los hijos también tiene un límite.

Tiene toda la razón. Porque, todo fuera como eso, uno muchas veces se despierta, como Hamlet, diciéndose la frase justa de Shakespeare que cita Fernando Savater al inicio de su libro Política para Amador: “¡El mundo está desquiciado! ¡Vaya faena, haber nacido yo para tener que arreglarlo!”

El Economista.mx