Lo último de Orson Welles

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Uno de los directores más importantes de la historia del cine y también uno de los más difíciles de lidiar, Orson Welles, pasó los años finales de su vida  empeñado en lanzar lo que podría considerarse su obra prima. Filmado entre 1970 y 1976, “The Other Side Of The Wind” nunca llegó a ser editado. Son casi 10 horas de material que sumaron alrededor de 1.083 rollos de negativos, los que se quedaron trancados en un almacén del suburbio de Paris en cuanto los derechos de autor eran disputados judicialmente. Esa serie de disputas legales impidió el lanzamiento de la película hasta la muerte del director en 1985, situación que no debe ser revertida apenas ahora. Uno de los inversionistas de la película, Mehdi Bushehri, llegó a pelear con Welles quedándose con los negativos, aunque una copia de cerca de 45 minutos permaneció en las manos del director. Con el tiempo, las leyes francesas le otorgaron a Beatrice Welles, hija del director, los derechos sobre los negativos nuevamente.

En octubre del año pasado, la Royal Road Entertainment, productora de Los Angeles, anunció haber llegado a un acuerdo por los derechos de la película que deberá presentarse este mes de mayo durante el Festival de Cannes, en el día del nacimiento de Welles. Frank Marshall, uno de los dos productores de la película original, está empeñado en montar las imágenes al lado de Peter Bogdanovich, director de cine y amigo personal de Welles, que también participó como actor de la producción. Algunas escenas aisladas del largo metraje circularon todo este tiempo; disponibles en extras de DVDs de las películas de Welles y hasta en YouTube, pero nunca llegaron a ser exhibidas públicamente en un montaje coherente, con un hilo conductor de principio y fin.

Las imágenes mezclan diferentes formatos: super-8, 16 y 35 milímetros, con escenas en colores y otras en blanco y negro. El guión entre tanto circuló en impresiones clandestinas, sin autorización  legal, hasta haber sido finalmente publicados íntegramente en 2005 por la revista francesa “Cahiers du Cinéma” en sociedad con la organización del festival internacional de cine de Locarno.

La historia de la trama se desarrolla alrededor de la fiesta de cumpleaños de los 70 años de Jake Hannaford (interpretado por John Huston). Así como el gran clásico de Welles, “Ciudadano Kane”, la historia comienza con la muerte de Hannaford al día siguiente de la fiesta y pasa desde ese momento por una serie de flashbacks mostrando la noche anterior. A pesar de ser nítidamente autobiográfico, el personaje de Hannaford es inspirado en Ernest Hemingway, que Welles conoció en 1937. Los dos se hicieron amigos después de una pelea marcada por ofensas de ambas partes, en la que Hemingway se refirió a Welles como uno de los “muchachos afeminados de teatro”.

La película hace diversas referencias a Hemingway, desde el nombre Jake, el mismo del  protagonista de “El Sol También se Levanta”, hasta la fecha de su cumpleaños, que sucedió el mismo día de la del escritor, además de la pasión del personaje por España y el hecho de que su padre hubiera cometido suicidio.

Ya la película dentro de la película es una especie de sátira a los directores más experimentales del llamado Nuevo Hollywood, entre los que se encuentra Dennis Hopper. En escenas cargadas de sexo y  violencia contiene además referencias de algunos de los principales cineastas europeos de la época, como  Michelangelo Antonioni. Resta saber si el resultado final hará justicia a un cineasta que pasó la vida entera peleando con productores para tener derecho al corte final de sus películas, y que rodó buena parte de su filmografía en Europa para no tener que lidiar con los magnates de Hollywood.

Megalómano y egocéntrico como sus personajes, Welles era alguien que no sabía oír un “no”, y fue así que, para bien o para mal, imprimió su nombre entre los grandes del cine.