Los Rolling Stones le sacan la lengua a AL

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Los Rolling Stones una de las bandas de rock más famosa del planeta inició su gira por Latinoamérica en conciertos memorables. Aunque el grupo dijo que esta no será la última vez que pisan suelo latinoamericano, muchos que se dieron cita a verles tocar creen que es la despedida del grupo de inglés que después de más de 50 años sigue sonando y sus canciones coreadas por cientos de miles de espectadores. Hasta el cierre de la presente edición habían acudido a sus conciertos cerca al millón de personas. Es que Latinoamérica los trata de maravilla y porque los Stones se hacen querer.

La gira América Latina Olé Tour se inició en Santiago y concluirá en México después de haber recorrido siete países. En el Estadio Nacional, tocaron ante 60.000 bienaventurados fanáticos.

Unos días después la cita fue en La Plata, en tres espectáculos que revolucionaron el ambiente y movieron algo más de 180.000 almas que bailaron a pesar de las noches copiosas, húmedas pero muy calientes. Allí se dio cita Humberto Montesinos uno de los corresponsales de dat0s para relatarnos sus impresiones del concierto.

Viajar de La Paz a Buenos Aires para luego dar un salto a La Plata y ver a este fabuloso grupo fue una experiencia excitante. Acompañado de amigos con sus esposas o en mí caso con mi hijo y ver a una querida amiga con su papá rockero es impagable e irrepetible. El recital arrancó con “Start Me Up” ante el delirio de los fans presentes. Apenas pasadas las nueve de la noche se apagaron las luces y comenzó el show.  “Qué bueno estar de nuevo en la Argentina y por primera vez en La Plata. Tardamos tanto en llegar que pensamos que tocábamos en Montevideo”, bromeó Mick Jagger, antes de pasar al segundo tema de la lista, “It’s Only Rock N’ Roll”.

El show siguió con “Tumbling Dice”, “Out Of Control”, “Street Fighting Man” (la más votada por el público local a través de internet), “Anybody Seen My Baby” y “Wild Horses”. El cantante volvió a dirigirse al público hablando en español para contar que la banda había pasado “unos días maravillosos en la Argentina”. “Fuimos a Caminito, practicamos tango, en la Costanera Charlie comió choripan con chimichurri”, reveló.

Después de “Honky Tonk Woman”, Jagger presentó a la banda y Keith Richards, que vestía una remera con su propia cara, fue el más ovacionado. “I love you, muchas gracias”, dijo sorprendido por el cariño del público y tocó “Can’t Be Seen”, tema del disco Steel Wheels (1989) y “Happy”, de Exile on Main St. (1972) en los que se encarga de la voz líder. Después de “Miss You”, que fue coreado por el estadio entero, Jagger dijo: “Son muy buenos cantantes”. También sonaron “Gimme Shelter”, “Brown Sugar”, “Sympathy For The Devil”, “Jumpin Jack Flash”, estas últimas dos entre fuegos artificiales.

En “You Can’t Always Get What You Want” la banda estuvo acompañada por un coro que nos pareció una grabación y… ¡eran reales! Y para el cierre con “(I can’t get no) Satisfaction”, la gente se quedó coreando el famoso riff, como si no quisiera que terminara el show. Al espectáculo asistió Charly García, que siguió las secuencias desde un palco, ovacionado por el público.

Las puertas del estadio se abrieron poco después de las cinco y bajo una incipiente llovizna, que luego se convirtió en chaparrón que en ningún momento fue un impedimento para los fanáticos de la banda.

Su gira Olé Tour los llevó más tarde a Montevideo, después de diez días inolvidables en que los músicos entablaron un nuevo romance con tierras argentinas. Además de tres conciertos colmados en el Estadio Único de La Plata en los que convocaron a más de 160.000 asistentes, el grupo británico se paseó por Buenos Aires en su tiempo libre desatando una larga y divertida serie de imágenes e instantáneas sociales para el recuerdo.

El romance del público argentino con los Stones fue correspondido; no pudieron ocultar en sus rostros lo bien que la estaban pasando, ya sea en incursiones en famosas parrillas o en paseos tradicionales como el del cantante Mick Jagger al Cementerio de Recoleta o el del baterista Charlie Watts a la costanera porteña o recorriendo un poco de historia en el cementerio de la Recoleta

La presencia de Mick Jagger y Ron Wood en la casa de Marcela Tinayre en una cena exclusiva, la asistencia de ambos a un show de Charly García en el Hotel Faena o de Jagger a un número de tango en Palermo fueron otras imágenes que giraron en revistas y noticieros.  Además el presidente Mauricio Macri los recibió en una cena exclusiva junto a amigos en su residencia particular. Keith Richards dijo que cuando viene a la Argentina vuelve a sentir la locura como ocurría en la década de 1960. Añadió que para él la fiesta empieza cuando se baja del avión y termina cuando sube al avión para irse.

Como despedida formal, los Rolling Stones difundieron en sus redes un video de dos minutos con el registro en vivo local de Paint it black, en el que se alternan los dos primeros shows que el grupo dio en La Plata. El último selló la cuarta visita del grupo británico después de 1995 con el Voodoo Lounge Tour, 1998 con Bridges to Babylon y 2006 con A Bigger Band.

“Qué pena que es el último, vamos a volver pronto”, dijo Jagger al promediar el recital final. La banda tocó además en Uruguay, Brasil, Perú, Colombia y México. En cada uno de estos países se montaron gigantescos escenario de largo y profundidad, con pasarelas para estar cerca de los fans que pagaron hasta 800 dólares por verles, también se instalaron  gigantescas pantallas. Se calcula que en cada uno de sus conciertos 140 empleados estaban pendientes de ellos.

 

Sus Majestades Satánicas

Los vestuarios del Estadio Único de La Plata se convirtieron en cuatro camarines “temáticos”. Alfombrados y amueblados en la gama de los colores crema, con sillones tapizados con lino de la India y decorado con rosas, cientos de rosas, blancas y amarillas. Así dicho parece el camarín de Adele, pero no.

Jagger pidió vinos blancos italianos y franceses y un “running area” -donde se precalientan los jugadores- que usó para hacer ejercicios antes de salir a escena. “Que no haya nada raro ni excéntrico me parece un signo de madurez”, dijo, la encargada del armado de los camarines, que trabajó cuatro meses para que esos espacios sean perfectos. “Hay muebles que conseguimos en los mercados de pulgas y otros en mercados de lujo. Cada cosa la fuimos chequeando con sus asistentes, porque cada uno tenía un pedido distinto acorde a su perfil. Fue como hacer un scouting para una publicidad de arte”, contó.

Los muebles clásicos que pidió Jagger, incluida una mesa de hierro gastado, se consiguieron en mercados de lujo, pero el pedido de Keith Richards se consiguió hurgando en mercados de pulgas: sillones chester de cuero, una mesa de mármol blanco, lámparas a tono. “Lo más raro para mí fue el pedido de comida. Richards pidió un Shepherds pie, que es parecido a un pastel de papas. Es muy importante hacerlo bien porque es una cábala, lo come antes de cada show. La mayoría de las bandas, como Pearl Jam, U2 o Muse vinieron con sus propios chefs. Ellos no, nos mandaron la receta. Así que la empresa de catering ensayó y sus asistentes hicieron una degustación a ver si aprobaron”.

En el camarín de Richards habrá un espejo de 1,8 metro de alto. También cervezas, para él y para los suyos. “Todos tenían a sus ex mujeres en las listas. Viajaron unas 50 personas en el charter, eso incluye también a amigos, hijos y nietos”. Cada Stone tuvo durante la gira a dos personas fijas para su seguridad.  Aunque algunas de sus exigencias no se cumplieron. Por ejemplo los porrones de Heineken porque no se encontraron en los supermercados argentinos. Tampoco Red Bull sin azúcar, como en Londres, y hubo que notificarles ese detalle para que se trajeran las latas de energizante light de casa. Además, hubo que reemplazar algunos pedidos: pidieron agua Fiji, que viene de las islas del mismo nombre. Les consiguieron agua de manantial local, marca Palau. También pidieron frutas orgánicas, arándanos y frambuesas.

Así como Jagger pidió rosas, Richards encargó flores silvestres. El camarín de Ron Wood fue muy parecido al de Richards pero el cuero no en la gama del negro sino de los marrones. 1.500 personas trabajaron en el armado del show. Entre ellas, 40 que montaron el escenario sin gestos de sufrimiento: sacando la lengua y sacando selfies. A la gente que se quedó sin entradas se la vio afuera del estadio con reposeras y cerveza a la vereda. Saben -lo comprobaron cuando tocó Pearl Jam- que la música se escucha a cuatro cuadras de distancia. “Si pudiera, lo pagaría”, dice un joven que oye el dato al pasar. “Es una oportunidad histórica -sigue-: tienen más de 70 años, quizás sea la última vez”.