Hay artistas que maduran como un fruto en cada cambio de estación. Creadores que en su evolución son capaces de adaptarse a los cambios del tiempo, sin necesidad de seguir tendencias o esconder su edad, por la presión mediática o comercial. Bajo sus propias reglas, esta clase de músicos son dueños de una identidad que marca épocas y escenarios. Morrisey, Sting, Pet Shop Boys, Rolling Stones, Bruce Sprinsteen, Paul McCartney, Charlie García, The Cure, Rammstein, Korn y los desaparecidos David Bowie, Spinetta y Prince, son algunos de esos músicos que han perseguido más su crecimiento que las imposiciones de un mercado, en el transcurso de su carrera. Ejemplo de vigencia, a lo largo de las décadas, que además de revolucionar la música, siguieron su propia intuición al crear álbumes icónicos, e hitos en la historia musical.
Madonna es una artista con cuatro décadas en la industria de la música. La maestra de la reinvención, que a través de conceptos visuales y de baile hizo del género una influencia apoteósica para las cantantes solistas que vendrían más tarde. Se constituyó asimismo en símbolo de liberación sexual y religiosa. Icono de la comunidad LGBT, Madonna se convirtió, a lo largo de 14 discos, en un ejemplo camaleónico de estilos que anudaron a su paso un discurso provocador y profundo.
Si bien fue polémica por sus desnudos, bailes sugerentes, un álbum de fotografías erótico, así como por sus reinterpretaciones icónicas del cristianismo en sus shows, no dejó de generar expectativas y ovación en cada presentación, por muy política que fuera. Ray of Light, bajo la mano del productor William Orbit en 1998, sería la cúspide de una carrera musical, que con un estilo maduro, fresco, electrónico y místico, posicionaría a Madonna en la cumbre de la originalidad.
21 años después de este logro, Madonna parece entrar a la década de los 60 cansada, con un estilo repetitivo y pobre, que busca emular el trap, reggeaton y rítmos tropicales de los artistas decadentes de hoy. Ya su colaboración con el colombiano Maluma en “Medellín” dejó mucho que desear, cuando su voz robotizada con efectos de estudio en autotune, revelaron además una presentación vulgar y poco apta para su edad en los Premios Billboard.
El pasado sábado 18 de mayo, el show de Eurovisión, que presentó en Tel Aviv (Israel) decepcionó también con una actuación desafinada, cuando interpretó su legendario éxito “Like a prayer”, como si fuera una cabra. Al abrir su canción con un coro que evocaba a los cánticos gregorianos, y con una coreografía medieval de guerreros cruzados, ella apareció en el escenario como una mercenaria que interpretaba su lucha cristiana y social, a través de la música. Si bien el mensaje de la artista fue que el mundo se integre a través del arte, estuvo lejos de despertar las emociones de antes.
Pese a tener autotune y realizar un show en vivo, con buen porcentaje de playback, sorprendió por su salida de tono a lo largo de toda la canción, en compañía de algunos gallos y notas que parecían resquebrarse como si se tratara del desempeño de una principiante. Lo cual dejó más sorprendida y en shock a su audiencia.
A modo de realizar una transición favorable, fue rescatable la continuación del tema “Future” de su último trabajo, “Madame X”, que recién verá la luz el 14 de junio. No obstante, esta parte del show se robó la atención de los medios más por la controversia que por la destreza musical, cuando dos de sus bailarines se abrazaron de espaldas al público, al final de la canción. Uno portaba la bandera azul y blanca con la estrella de David (Israel), mientras una mujer llevaba la insignia de Palestina. La ministra israelí de cultura, Miri Regev, consideró con indignación un gran error que la cantante mezclase política con actuación.
Al parecer, según los medios, a la reina del pop le cuesta envejecer. Más está interesada en presumir belleza y provocación política, que en esforzarse por brindar calidad. Recientemente estrenó el video de su canción, “Crave”. La colaboración con el cantante Swae Lee, rapero del duo Rae Sremmurd, deja de lado el trabajo detallado que solía invertir en sus canciones, para dar paso a una canción común de trap. Ya sea por oportunismo o por miedo a quedar rezagada, Madonna demuestra retroceso musical, que al parecer marca el epílogo de su carrera.