Mariana Behoteguy: Bailando me siento consecuente con mis ideales
Proviene de una familia de estirpe político. Solo un dato: es nieta de Ñuflo Chávez Ortiz. Ella se fue de Bolivia buscando nuevas experiencias en la danza que la llevó a alcanzar un sentimiento de libertad espiritual y de reflexión política. La joven bailarina ha logrado trabajar para compañías importantes de España. No obstante, como ella asegura, su éxito no está condicionado al espacio geográfico. Busca incesante nuevas experiencias políticas, sociales y antropológicas, a través del cuerpo y el alma.
Con la compañía de danza, “Arte sin frontera”, Mariana ha alcanzado un compromiso con las causas sociales. En esta etapa madura de su carrera, teatro y danza conjugan una filosofía del movimiento universal y transformación espiritual. La experiencia de esta expresión se basa en sabidurías ancestrales y la resistencia de los pueblos. Así, la última obra donde Behoteguy se presentó es “María Libre”. Una pieza que recrea la lucha de una mujer en la guerra.
¿Qué es María Libre? Cuenta la historia de una mujer que podría ser de cualquier nacionalidad; ya sea kurda o palestina, o bien, Mapuche. El personaje de esta obra que interpreto vive un conflicto bélico que amenaza a su pueblo. Esta pieza de danza es una respuesta a la agresión colonial y capitalista de grandes potencias cuando invaden a los pueblos a través de la intervención armada.
¿Quiénes colaboran contigo en María Libre? José Manuel Armas, una leyenda como bailarín y ahora coreógrafo que guía mis movimientos, él traduce mi ideología en pasos. También conté con la colaboración de la actriz Natalie Chávez, de origen boliviano y griego. Ella recita el poema, “las tonalidades de la Ira” de Rafeef Ziadah, poetisa palestina que nos dio la valentía y la fuerza de reivindicar con palabras la libertad de la vida.
¿Qué te motivo salir del país? La muerte de mi padre, un ser al que amo y admiro. Él era un viajero y seguí sus pasos. Me fui buscando técnica, nuevos estilos y visiones de la danza. Contemplo la posibilidad de regresar algún día a Bolivia y a Latinoamérica. Antes, me gustaría ir a Japón para cerrar un ciclo de búsqueda espiritual en mi danza y así retornar fuerte en mi arte y convicciones.
¿Cómo la has logrado en un mundo tan difícil y competitivo? No creo que la danza sea competitiva. La visión capitalista nos vende la idea de la competencia. Para mí la danza es todo lo contrario: libre y comunitaria.
¿Cómo has logrado lo que has conseguido? Siendo autocrítica, al vivir al margen del sistema. Procuré ser lo más libre y consecuente con mis ideales.
¿Cuáles han sido tus mejores presentaciones? Las que realicé en la compañía de “José Manuel Armas”. “Ofelia” me marcó mucho. “Isadora” fue una experiencia única donde aprendí a ser la música y a conectar con el espíritu de esas mujeres. No obstante, fueron “Arte sin frontera”, “Malinche” y la descolonización de “María Libre” las que dieron un giro de 360° a mi búsqueda en la danza, con la incursión de la “danza política”.
¿A quiénes o a quién le debes tu éxito en la danza? A la tierra, a lo espiritual, a tantas personas que me apoyaron y financiaron mi pasión. Tuve mucha suerte. Son incontables las personas que me apoyaron, entre ellas, mi familia. Por lo cual, me siento agradecida y creo en la humanidad
¿Consideras que eres una bailarina exitosa? El poder de bailar libre, al margen del sistema, me da un compromiso político. Danzar por de la resistencia de los pueblos originarios, la energía renovable, la problemática global, la descolonización y el respeto a la Pachamama, es lo que conecta mi danza con la tierra.
¿Qué consejos les darías a las mujeres que están en el mismo camino? Ser libres, bailar sin prejuicios ni competencia. Nutran su pasión con disciplina y perseverancia. Transmitan sus ideales espirituales. Vuelen, amen y reflexionen sobre lo que hacen y por qué lo hacen.
¿Cuáles son los momentos más duros que has enfrentado en tu carrera? Para mí la danza es lo que me hace permanecer en la tierra. Danzar es mi evasión a la realidad, me cura. Lo más duro fue dejar a mi amor, mi compañero sentimental, por continuar bailando por el mundo.
¿Dónde radicas, qué país te ha acogido y al que le debes agradecimientos y por qué? Ahora mismo soy nómada. El viento guía mi danza. Viví muchos años en España. Tengo un gran amor a Madrid, que me hizo fuerte. Las Palmas de Canaria me ayudaron a encontrarme a mí misma. En cierta medida, me vi reflejada en su cultura ancestral. A la vez, estar aquí despertó mi necesidad de descolonizarme. Comprendí lo importante que es liberarme y retornar a mis orígenes. Ahora me muevo con “Arte sin Frontera”, un proyecto de co-creación colectiva que reivindica la Danza política. CHDV