Pablo Groux: La UNESCO no es una espada de Damocles

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Pablo Groux habla sobre su período como Representante ante la UNESCO y su actual desafío en el Ministerio de Culturas y Turismo

¿Usted tuvo un lugar destacado dentro la Unesco?

Fui presidente de la Asamblea de Patrimonio Mundial, con un consenso absoluto, lo cual me dio posibilidad de trabajar muy de cerca en los temas de mucho interés nacional. Está claro que Bolivia tiene un peso específico dentro del contexto global siempre y cuando trabajemos mediante objetivos concretos y desde la altura que nos corresponde sin subestimarnos. La Unesco tiene interés en las instancias correspondientes respecto a Bolivia apreciando muy efectivamente el patrimonio de nuestro país referente al desarrollo y la generación de empleo como también el posicionamiento a nivel mundial. Mi condición de ex ministro me dio  una ventaja comparativa, respecto a anteriores representantes embajadores.  Fui posesionado como Embajador  en torno al tema cultural y al tema patrimonial.  Es  por ese precedente que al final acabo presidiendo precisamente la  Asamblea General de Estados de preservación del patrimonio mundial y conformando equipos de trabajo con México, Brasil, Argentina para trabajar por la convención de lucha contra el  tráfico ilícito de  bienes culturales o participando para las convenciones  de diversidad cultural. Se me ha posesionado  por el antecedente que  tenía en el país. Fue una gran ventaja que me abrió múltiples opciones de trabajo y experiencias que a mi retorno y ahora en el Ministerio de Culturas pongo a disposición de Bolivia seguro de que el país tiene opción de ubicarse en un contexto de 194 países con las mismas aspiraciones y mismas oportunidades.

¿El patrimonio de un país es un tema que sobrepasa los temas estrictamente partidarios y políticos?

Por supuesto. Sin importar quien gobierna un país los planes y proyectos de cuidado de patrimonio de los países son un tema cotidiano de la Unesco, a largo plazo y en caso de los países Latinoamericanos y el Caribe, son un tema de reconocimiento, su existencia y su identidad. Es curioso que en los países europeos, la proporción de su patrimonio, respecto al resto del mundo, hace que su valoración sea menor. Por ejemplo, una catedral en Francia es una catedral más. Sin embargo, un sitio como Tiwanaku  o Mach Picchu  en Latinoamérica es realmente un sitio de relevancia cultural e histórica transcendental.  Ambos tienen una declaración de patrimonio mundial y un certificado específico en un continente emergente importante y fuerte en la Unesco como es el Latinoamérica y el Caribe.

¿Qué países de nuestro continente tienen mayor presencia en la UNESCO?

México sin duda porque tiene una tradición diplomática en la Unesco de mucha historia e importantes políticas de Estado en los temas de patrimonio; Brasil sobre todo en los últimos años por su desarrollo que lo ha llevado a posicionarse en un escenario multilateral.

¿Cuáles son los puntos más importantes en la Unesco para Bolivia: Tiwanaku, el Cerro Rico de Potosí? ¿Se habla sobre la posibilidad de que Bolivia pierda el apoyo de la Unesco?

Tiwanaku y Potosí son elementos críticos, pero no precisamente definitivos.  Hay  un antecedente que es bueno que se sepa: existen 936 patrimonios de la humanidad en 40 años de existencia de esta convención, en esos 40 años y de esos 936 solo 2 patrimonios en el mundo han perdido esa condición y en ambos casos un país árabe y un país africano por decisiones de sus propios estados de relegarles esa cualidad patrimonial. En un caso porque querían hacer una carretera y el otro porque  querían construir un edificio.

La Unesco no es un árbitro, no es un juez mundial que da y quita. En nuestro nivel imaginario se plantean amenazas de pérdidas de la condición en torno a Tiwanaku y Potosí. Son imaginarios, amenazas reales  no existen.

Lo que hace la Unesco es acompañar la conservación y manejo de los sitios patrimoniales y ese es el punto en el que estamos con Tiwanaku y Potosí. La Unesco nos presiona, nos insiste, nos manda notas, convoca a nuestro delegado para que resolvamos los problemas pendientes y logremos las condiciones para que no se arriesguen vidas en el Cerro Rico por ejemplo o que Tiwanaku tenga una gestión patrimonial eficiente. En los otros patrimonios hay un permanente acompañamiento dependiendo del estado crítico en el que se encuentren. Hay un proyecto para hacer un trabajo de conservación en la roca del fuerte de Samaipata pero ese es como el mérito que tiene un sitio cuando es declarado patrimonio. El mundo, a través de la Unesco, presta atención: manda científicos, destina recursos, promueva el sitio; por eso es  importante tener un patrimonio. El mundo  acompaña las iniciativas. Es muy importante saber  utilizar la política estratégicamente y entender la lista de un patrimonio cuando esta el peligro cuando no está siendo conservado  y tiene problemas medioambientales. Pongo como ejemplo el caso de Galápagos en Ecuador; el Estado y la Unesco decide pasar el patrimonio a la lista de  patrimonio en peligro, eso significa mucho dinero para apoyar ese patrimonio en peligro, mucha investigación y trabajo de gestión. Hay que perderle el  miedo a la Unesco en el sentido de que es un juez o una espada de Damocles que esta sobre nosotros y asumir responsabilidades sobre la conservación de nuestro patrimonio.

A mi me preocupa mucho cuando llegan al ministerio solicitudes para declarar patrimonio de danza, fiestas, edificios y sitios. No es solo la declaración, tenemos que aprender en Bolivia que esa declaración nos está cargando de una responsabilidad que en muchos casos implica también asignar recursos, definir temas administrativos y otros.

¿Tiwanaku tiene muchos problemas de administración?

Antes de dejar el Ministerio dejé condiciones para crear una nueva política y consenso de resolver el tema de Tiwanaku. Nadie en Bolivia, ni los arqueólogos, ni las instituciones y menos el sistema político quiere hacer de Tiwanaku un parque  temático. En Tiwanaku necesitamos un director de sitio que ordene la investigación, que ordene la conservación  y la administración de recursos. Tiwanaku genera cada año medio millón de bolivianos solo en entradas por visitas. Este dinero es suficiente  si tendríamos una administración adecuada; con un buen mayordomo, un buen administrador ese monto se multiplica. Estoy convencido de eso y esta es una de las principales tareas que yo me he trazado. Hay que negociar permanentemente con las 23 comunidades campesinas, con las tres juntas de vecinos, con una Alcaldía que ha tenido permanentes cambios y ahora bajo una nueva  institucionalidad que implica aquel marco autonómico con gobernaciones y un propio ministerio.

Veo en el Gobierno del que formo parte, que ha habido como una maduración en el entendimiento de la importancia que tiene el sector cultural en el país. Tal vez han sido las dificultades también propias que hemos vivido todos en estos últimos años: los artistas haciendo huelga para que no se les cobre impuestos, escritores o gestores culturales que no reciben premios. Esa crisis ha hecho que políticamente se llegue a la conclusión que el tema cultural es un tema que se vive todos los días y que tiene grandes necesidades y demanda una atención efectiva.

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