Spotlight ganadora del Oscar a la mejor película, enaltece al periodismo investigativo

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Poseer un equipo de periodistas que disponen de meses para trabajar apenas en una materia es un lujo que poquísimos periódicos poseen alrededor del mundo. Ese trabajo está lejos de ser sencillo como deja claro la película  Spotlight – Primera Plana, que resultó ganadora a la mejor película en las últimas nominaciones de los premios Oscar de la academia de Hollywood

El largo metraje dirigido por  el cineasta Tom McCarthy acompaña el equipo del sector Spotlight, formada por cuatro peridistas que trabajan en un esquema sigiloso, con la tarea de investigar casos cabelludos, durante el tiempo que fuere necesario para el periódico americano The Boston Globe. A pesar de la aparente falta de plazos, el grupo trabaja con intensidad sin importar las horas por la noche, de madrugada; sin importar el tiempo con el propósito de descubrir la verdad; como consecuencia de esta secuencia ve que la vida personal del profesional es afectada. Al final el proceso es válido, especialmente con el material que es producido que más tarde se hará acreedora de uno de los más importantes galardones del periodismo: el premio Pulitzer

El equipo Spotlight es compuesto  por el editor Walter ‘Robby’ Robinson, interpretado por un sobrio Michael Keaton, y por los reporteros Michael Rezendes (Mark Ruffalo), Sacha Pfeiffer (Rachel McAdams) y Matt Carroll (Brian D’Arcy James). Rezendes es el responsable de colocar las fuentes en la pared con insistencia y a veces con agresividad ya que Sacha se muestra demasiado experta y a la vez obsesionada.  Ya Carroll es el encargado de la pesquisa en los archivos y de pensar en cómo los datos se van entremezclando y relacionando para dar objetividad a la investigación.

El reportaje comienza con la llegada de un nuevo editor -jefe a la redacción del Boston Globe, Marty Baron (Liev Schreiber), periodista judío transferido de Miami para Boston. Ya en la primera  reunión de trabajo con el grupo, Baron pregunta por qué el periódico no había profundizado las acusaciones relacionadas al padre John Geoghan, que habría “molestado” a más de 80 niños cuando estaba encargado de una parroquia en los años 1970 y 80. Los periodistas tratan el asunto como irrelevante y sugieren que el abogado responsable por el caso no tiene opciones de demostrar lo contrario. En la primera reunión del grupo de tarea con el nuevo editor también se muestra la primera evidencia de una larga tradición de las instituciones de la ciudad de tratar el caso apenas como una especulación o un chisme Baron insiste, y una pauta cae en manos del equipo de Robby.

Las primeras evidencias llevan meses de trabajo y toma proporciones inimaginables. Lo que comienza con un caso aparentemente aislado, se desvenda en una red de abusos encubiertos por los abogados especializados en pretender librar a los eclesiásticos y ocultar los procesos manera ilegal.

La película se esfuerza en no combinar  fe y religión. Expadres y hasta antiguas víctimas intensifican sus diferencias por mantener sus creencias espirituales, a pesar de los traumas vividos con la institución. En una de las escenas más impactantes, un muchacho afirma que la agresión no es solamente sexual, pero también espiritual, porque afecta la relación con la Iglesia y, luego con Dios. Más tarde, otro hombre narra la experiencia se rasca los brazos marcados por el abuso a las drogas, resultado de una infancia  traumática. Caso parecido con otros testimonios: un joven  que sucumbió al alcoholismo. Ellos son llamados de “sobrevivientes”, ya que muchas víctimas mueren en la juventud.

Al contrario de otras películas en que las investigaciones periodísticas son el lema, Spotlight prefiere amortiguar el tono de heroísmo de la profesión y pone a la prensa en el grupo de los culpados, que asiste a la proliferación del crimen con los ojos vendados. La historia rebotaba hace décadas al frente del mismo periódico, ya que uno de los padres acusados trabajaba en una de las instituciones educativa al frente de la misma calle donde estaba ubicada la redacción de Boston Globe. Es un puñete en el estomago, en el buen sentido de la palabra.

Tras recibir la estatuilla dorada a la mejor película en la entrega de los premios Oscar 2016 muchos críticos señalaron el galardón como muy merecido.