Niki Lauda, adiós a un ídolo de la F1

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El tres veces campeón de F1 falleció luego de una sesión de diálisis renal en Suiza a los setenta años de edad Andreas Nikolaus Lauda, más conocido como Niki Lauda, fue uno de los más grandes ídolos de la historia de la F1. Este gran corredor nacido el 22 de febrero de 1949 en Viena, Austria, llegó a ser respetado y admirado por sus pares, pero amado por el público.

Conocí a Niki Lauda a comienzos de 1976. Entonces no sabía que la vida mi iría a regalar años más tarde una profesión en la carrera de periodista. Por aquellos años la primera prueba de F1 se disputaba en el Autódromo de Buenos Aires, Argentina. Coincidimos en enero de ese año en el Sheraton justo con la primera carrera del año y los pilotos llegaron al mismo hotel donde un amigo y yo nos hospedamos durante nuestro viaje. La devaluación del dólar como ocurre siempre en el país nos permitía ciertos lujos. Siempre fui un apasionado por las carreras de autos. Fue increíble compartir entonces de cerca con los legendarios corredores de la máxima categoría. Estaban James Hunt que por entonces se había convertido en el principal oponente de Lauda, Ronnie Peterson, Carlos Alberto Reutemann, Alan Jones y muchos otros que confeccionaban la élite de este millonario deporte. Me llamó la atención de Lauda que se paseaba descalzo. Me cruce con él en uno de los ascensores del hotel. Guardo el recuerdo a simple vista porque nunca fui devoto a los autógrafos. Lo saludé y el me devolvió con una amplia sonrisa.

Quien diría que en agosto de ese mismo año su bólido se estrellaría durante el Gran Premio de Alemania dejándolo al borde de la muerte con graves quemaduras que deformaron su rostro y sus manos. “Salvó la vida por milagro” fue el titular más utilizado por la prensa para calificar su retorno un año después. Lauda perdió el control de su monoplaza al comienzo de la prueba en el circuito de Nurburgring e impactó a alta velocidad contra los guardarrieles de la pista, quedó atravesado en medio del asfalto completamente envuelto en llamas. Desde que tuve la oportunidad de conocerlo trataba de no perder una sola carrera de F1. Lauda, claro, era mi preferido. Fue muy impactante ver su bólido ardiendo en llamas. Recuerdo que enjugué hasta las lágrimas; los pronósticos de que saliera con vida eran escasos. El accidente le provocó quemaduras graves de tercer grado en la cabeza, cara y manos y le hizo inhalar gases tóxicos que dañaron gravemente sus pulmones. En ese momento se pensó lo peor y tras ser ingresado de emergencia en el hospital llegó a recibir la extremaunción.

Pero con él sucedió un milagro. Lauda se recuperó y regresó tan solo 40 días después del accidente para reanudar la lucha por el título mundial que mantenía desde el comienzo de la temporada frente al británico James Hunt. El día de su retorno afirmó que había superado sus miedos “de manera rápida y limpia”. Aunque posteriormente en su biografía escribió que esa declaración pudo ser una mentira. “Hubiera sido tonto jugar en favor de mis rivales confirmando mis debilidades. En Japón estaba tieso del miedo”.

En 1977 logró un nuevo título mundial que lo consagró como uno de los más talentosos pilotos de la F1. “Sus logros como deportista serán inolvidables, su incansable entusiasmo por el deporte, su sencillez y su valentía siguen siendo un modelo a seguir y un punto de referencia para todos nosotros”, dijo la familia en el comunicado en que anunció su fallecimiento. Durante su carrera, Lauda ganó el título mundial con Ferrari en 1975 y 1977, y con McLaren en 1984.

Vida de película

Su extraordinaria historia y rivalidad con Hunt fue traslada a la gran pantalla en 2013, sirviendo de inspiración para la aclamada película Rush. Después de retirarse como piloto de carreras, se transformó en un exitoso empresario y, más recientemente, en presidente no ejecutivo del equipo Mercedes de F1. Dentro de la escudería alemana cumplió un papel crucial para la contratación del piloto británico Lewis Hamilton, quien suma cinco títulos mundiales en una de las eras más dominantes en la historia de la categoría.

“Tenía una personalidad única, áspera sin lugar a dudas, pero también un sentido del humor mordaz y una mente independiente”, recordó Andrew Benson, especialista de F1 de la BBC. Su muerte ocurre solo nueve meses después de que el mítico piloto se sometiera a un trasplante de pulmón. En enero pasado, pasó unos 10 días en el hospital afectado por influenza.

 

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