Después de Cristina, Pedro (Castillo) regala un espectáculo degradante al sentido común

Por Carlos Rodriguez San Martín
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Pedro Castillo, Cristina Fernandez
Foto: Internet

Qué escándalos más nos podrían regalar los líderes populistas que encabezaron gobiernos de izquierda presumiendo que gobernarían para todos; qué más tras una serie de terror donde se exponen una y mil fantasías de corrupción que se quedan cortas a los ojos de una incrédula inclusive capacidad de análisis.

Cómo fue, cómo había sido, quiénes los seguirán en la mala hora, que se vayan a la cárcel, aunque de allí saldrán a disfrutar los millones de los millones del dinero que robaron con la mirada fija en los brillantes billetes verdes antes de poner el ojo a las necesidades de la gente que alguna vez creyó en ellos. Que ingenuidad, el panteón de los Olimpos que se tiñe de verde ante tanto robo.

Hace un par de meses una mujer valiente Patricia Benavidez, había dispuesto una investigación en su calidad de Fiscal General de la Nación del Perú que se la entregó al Congreso para que abra causa contra el expresidente Pedro Castillo que hoy se debe estar lamentando de sus habilidades para enriquecerse con la plata del pueblo, detenido en una fría celda de una comisaria cualquier del centro de Lima. El cinismo para disolver el Congreso y decretar un Gobierno de excepción el mismo día en que se iba a votar, por tercera vez, su moción de censura.

Qué razones puede tener un hombre, maestro de escuela de despertarse cada mañana pensando en cuanto más va a robar haciendo participar a su familia, hermana, hermanos, tíos, sobrinos y una gama de congéneres todos depravados como él. Ese es el panorama que nos regalan los líderes corruptos de América Latina. La acusación que Benavidez pasó al Congreso, señalaba al presidente por ser parte de una red de corrupción que se favorecía con contratos millonarios. Y cuando se sintió develado por la farsa del negacionismo decidió, para dar párvulo a sus fechorías, cerrar el Congreso que bien podría haber sido en algún otro país o es que Castillo soñó que estaba en Bolivia.

Podría haber pasado en otro país, pero ni bien acabó de leer las oscuras razones que lo llevaron a tomar esa decisión, los congresistas peruanos voltearon el pastel en una sesión rápida e inédita y lo despojaron de sus fueros. Se presentaron junto a jefes policiales, representantes del Ministerio Público con la celosa intervención de las Fuerzas Armadas y se lo llevaron preso porque nadie se prestó a sus maniobras.

Apenas unos días antes la expresidenta argentina Cristina Fernández fue condenada a 6 años de cárcel por una causa denominada Viabilidad que desvió, aunque parezca mentira, en obras públicas, alrededor de 1.000 millones de dólares.

Qué otro regalito nos enviará el Papa Noel envuelto en papel estas navidades. Sería lindo, aunque produzca arcadas ir desvelando esta red de corrupción que recorre de norte a sur la agobiada América Latina; de sus líderes que nos gobiernan en clanes de protección que a lo malo lo llaman bueno, que nos quieren hacer creer que la noche es día. Qué ridículo.