Bolivia no es Jackson Hole

Revista dat0s - Edición 252
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dólares bolivianos, comercio cambiario

La bolivianización ha tenido la virtud de mitigar la falta del dólar. Los empresarios estudian nuevos rumbos amenazados por la inseguridad frente al avance de la informalidad.

Las autoridades del Banco Central de Bolivia (BCB) han minimizado con el tiempo el impacto del dólar caro. Discurren que la inflación en los países desarrollados es un problema de ellos (ver siguiente nota: Banqueros halcones vs Banqueros palomas). Pontifican que el modelo económico productivo que se aplica desde la caída de la NPE (1984 – 2004) ha sido la tabla de salvación de la economía.

Sin la cancelación tan fácil en esta época por el apogeo de las redes sociales, los halcones del BCB encuentran una pista segura para suavizar el aterrizaje: la bolivianización de la moneda nacional.

En sus discusiones internas, afirman que en poco tiempo han logrado lo que sería difícil en otros; cancelar la discusión de escases de dólares. En los hechos, como la economía no es un milagro, ni una guía de estrellas que alumbran el camino, la parte del comercio que vive de la economía informal no ha parado.

El comercio en la zona fronteriza que conforma la cadena de gran parte del comercio entre Bolivia, Argentina, Brasil y Perú, por citar tres ejemplos, se ha adecuado a las operaciones en la moneda nacional. Este no es un dato menor. El boliviano se ha hecho fuerte al cambio en los países limítrofes.

El Jackson Hole local, no requiere hoteles de US$ 5 000 la noche en medio de las montañas donde el impacto del calentamiento global justifica los almuerzos aromatizados con extractos de finas hierbas. No. Los hoteles más caros en Villazón cobran entre 150 a 200 bolivianos, están repletos de comerciantes cargados de bolivianos angustiados en volver cuanto antes a ocupar sus anaqueles del mercado informal.

En el gobierno están seguros que nada supera al modelo económico productivo. Por eso, en sus análisis de mesa chica, afirman que la inflación boliviana es la más baja del planeta.

En los hechos la economía boliviana esta atemperada por incongruencias a escala mayor. Como en una sinfonía de barítonos quien lleva la batuta es el comercio informal. La formal cada vez menor y asustada se siente acorralada porque acaba pagando los platos rotos y absorbe la carga de la informalidad. “No es justo”, dicen. Muchos empresarios han aminorado el ritmo de sus inversiones. A mediados de agosto llenaron dos vuelos charters a Asunción del Paraguay en ocasión de la toma de mando del nuevo presidente Santiago Peña; a las empresas bolivianas que se han establecido en el país se suman otras que estudian seriamente trasladar sus actividades al exterior. Un ejecutivo boliviano que pidió no revelar su nombre ni la actividad en la que opera indicó que las facilidades de apertura de una empresa en Paraguay se liquidan en un par de semanas lo que en Bolivia toma años.

“A ser informal en mi país prefiero formalizar mis negocios en Paraguay”, concluyó tajante.

 

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