
La decisión del Donald Trump de imponer aranceles del 50% por cortesía con la familia Bolsonaro pone en una encrucijada a Brasil.
El embajador brasileño, Mauro Vieira, viajó a Estados Unidos para participar en una reunión de la ONU, mientras enviaba una señal de humo a Washington, advirtiendo que está dispuesto a cambiar de rumbo para negociar un acuerdo entre Estados Unidos y Brasil. No hubo respuesta.
Hay cierta coherencia. Brasil es la nueva China en el mapa de Donald Trump, el enemigo simbólico al que hay que combatir, cortesía de la familia Bolsonaro. Los aranceles del 50% a las importaciones de productos brasileños entrarán en vigor el 1 de agosto.
Con prácticamente ninguna posibilidad de acuerdo con Estados Unidos, el gobierno sancionó este lunes el programa “Acredita Exportação” para ayudar a las empresas afectadas por los aranceles, mientras que la aplicación de aranceles recíprocos ha perdido impulso en Brasilia.
Lo irónico es que Estados Unidos y China se reúnen este lunes para extender la tregua anunciada entre ambos países, después de que la guerra comercial de Trump se convirtiera en un embargo comercial, con aranceles superiores al 100%. Esto ocurre un día después de que Estados Unidos anunciara un acuerdo preliminar con la Unión Europea.