Los mercados ignoran la inestabilidad global.
La capacidad de los mercados financieros de absorber noticias negativas de corte geopolítico, desde la posibilidad de una guerra de amplio alcance en Oriente Próximo, a la cronificación del conflicto en Ucrania o una nueva ola proteccionista que tensione la relación entre China y Occidente si Donald Trump llega a la Casa Blanca, ha creado una clara disonancia entre las páginas de Internacional y las de Economía de los periódicos. Mientras las primeras anuncian un entorno cada vez más inestable, donde se suceden asesinatos selectivos por parte de Israel en plena escalada bélica, incursiones de tropas ucranias en territorio ruso, intercambios de aranceles entre Washington, Bruselas y Pekín, inseguridad en las rutas de suministro del Mar Rojo, o nuevos focos de inestabilidad en Venezuela; en la información financiera, más allá de fenómenos puntuales como ciertos repuntes en el precio del gas y la corrección bursátil de la pasada semana, sin origen en las relaciones internacionales y que finalmente se quedó en poco más que un aviso, aún están calientes titulares como los máximos de las principales Bolsas de Estados Unidos y Europa, los resultados récord de Apple, Nvidia y otras grandes tecnológicas, o la contención del precio del crudo.
“No es que la política haya dejado de importar, es que hay otros elementos que tienen mayor peso”, dice el economista Javier Santacruz. El mercado, en efecto, parece estar más pendiente del aumento de los beneficios empresariales, la velocidad de las bajadas de tipos de interés por parte de los bancos centrales, las promesas de ahorro de costes e innovación de la robotización y la inteligencia artificial, o la evolución de las valoraciones de los gigantes tecnológicos, que de los intercambios de amenazas desde las cancillerías o los proyectiles sobrevolando los petroestados.